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Cuando Zayn me ha llamado, sabía que algo andaba mal.
Es decir, él rara vez utilizaba el teléfono. Siempre lo usaba para trabajo y emergencias, nada más.

Y sabía que no podía ser lo primero porque apenas ayer había hablado con él sobre el trabajo.

Cuando me explicó que pasaba, me dieron ganas de echar al piloto de la cabina y conducir yo el avión.
La piel me picaba por la urgencia de llegar a Nueva York; necesitaba calmar las ansías que crecían dentro de mi.
Solo quería ver a mis niños y abrazarlos fuertemente. Aclararles que aquello escrito no era verdad.

Cuando por fin llegue a Nueva York, era la 1 de la mañana.
Para cuando el taxi me dejó frente a la casa de Tristán, apenas habían pasado quince minutos.

Sabía que lo mejor sería esperar hasta más tarde para ver a los niños, pero la preocupación en mi pecho crecía con solo pensar en dejarlos solos otra noche.

Me arriesgaba a que Tristán me echara y a que el problema creciera, lo sabía.
Pero podía intentarlo, por lo menos.

Cuando llamé al interfono, quien contestó fue su pareja.
"¿Tristán? ¿Sabes que horas son?"

Yo fruncí el ceño. "Uhm, s-soy Harry."

"Oh. Jesús, vienes por los niños, ¿cierto? Ahora te abro."

La puerta emitió un zumbido, dejándome pasar. Yo fruncí el ceño todavía mas.
¿Por qué Tristán no estaba con los niños?
Una llama diminuta de ira se encendió dentro.
¿Qué no era eso lo que tanto le molestaba de mi?
¿Y por qué deja a los niños con un extraño?

Para cuando llegue a su piso, el chico ya estaba en la puerta.
"Tristán esta todavía en el trabajo. Tienen un caso algo complicado."

Yo asentí. "Pensé que ya no trabajaba."
El ríe y puedo ver que esta molesto. "Ya somos dos."

Me invita a pasar con un gesto de la mano y ni siquiera espero a que me ofrezca pasar a los cuartos de los niños, porque ya estoy subiendo las malditas escaleras hasta mis hijos.

Al primero que vi fue a Lucas; estaba hecho una bola en su cama, totalmente cubierto. Su expresión se veía serena, mientras roncaba tranquilamente.
Me incliné a besar su naricita y a acariciar su cabello.
"Te amo mi niño" dije, antes de ir al cuarto de Grace.

Yo sabía que a ella le podría afectar más si supiera del artículo. Rogaba por todo lo que es bueno que no lo supiera, solo era una niña.

Una punzada de presentimiento me hizo doler el pecho cuando la vi descubierta, boca abajo mientras dormía.
Conocía a mis hijos, podía ver cuando se iban a dormir enojados.

Lucas tenía abrazado a Lionel, su peluche de león. Cuando se enojaba dormía sin él, y también dormía sin calcetines.

Con Gracie, era distinto. Ella siempre dormía de lado. Cuando dormía boca abajo era porque estaba muy cansada o había estado llorando.

La hinchazón alrededor de su carita me hizo saber que había estado llorando.
Mire alrededor en su habitación y noté la carta que le había dejado sobre su mesita de noche, sin abrir.

Sonreí tristemente. Era tan testaruda.
La amaba, aun cuando ella parecía alejarme cada vez que podía.

No quería meterme en más problemas con Tristán, pero tenía que hacer algo.
Los niños estaban quedando en medio, y esta no era su lucha. Se suponía que debían amarnos igualmente.
¿Por qué Tristán insiste en deshacer la imagen que tienen—o tenían—de mi?

Mi mente va a mil mientras veo las respiraciones acompasadas de Grace, y pronto me encuentro recordando el día en que nació.
Tan pequeñita, tan frágil y tan tan hermosa.

Fue mi mayor logro, junto a su hermano. Siempre había querido que mi primer hijo fuese una niña, y cuando Grace estuvo en mis brazos ese día, no pude creer mi suerte.

Le dediqué otra mirada, sentado en el suelo junto a su cama.
Aún no puedo, pensé. Aun no puedo creer la suerte que tengo de haber creado a una niña como Grace.

"Isn't she lovely
Isn't she wonderful" tarareé, recordando la canción que le cantaba cuando era apenas una recién nacida.

"Isn't she precious
Less than one minute old" acaricié su mejilla. Por alguna razón quería llorar.

"I never thought through love we'd be
Making one as lovely as she
But isn't she lovely made from love" coloque una mano en su hombro.
Mi corazón dio un vuelco del susto cuando sentí su suave mano tomar la mía.

"¿Papá?" susurró, sin abrir los ojos.
"Él mismo" susurré de vuelta. No confiaba en mi voz ahora mismo.

Sus ojos verdes se abrieron y me encontraron en la tenue luz.
Le sonreí y sus ojos comenzaron a lagrimear.
"Papi" lloriqueó, sentándose en su cama.
"Hola mi amor" murmuré, tomándola en mis brazos.

Sentí una ola de gratitud golpearme el pecho cuando sentí sus brazos serpentear alrededor de mi cuello, colgándose de mi.
"Viniste" lloró. "En serio viniste."

Yo asentí, comenzando a cepillar mis dedos a través de su cabello para reconfortarla.
"Te lo prometí, pastelito."

Ella se separa un momento de mi y me da su iPad. "H-hoy leí algo sobre ti que dijo papá. ¿No es verdad, cierto? Son chismes."

Yo la vi sin saber que decir. "Eso... no me corresponde decírtelo. Pero sabes que yo los amo, y que eso que pone el artículo es mentira."

Ella me miro y yo sabía que sospechaba mucho. Aún así, no me insistió.
"Papi todos en la escuela me dijeron que no me querías. Que tenías a otra persona y que por eso no nos querías. ¿Es eso verdad?"

"¿Cómo puedes dudar de mi amor, Grace?" ahogue un grito, haciéndola reír ligeramente.

"No amor, no hay nadie. Mis únicos amores son ustedes dos" la tranquilicé, abrazándola con fuerza.

Ella apoyo su cara contra mi pecho, y sonreí al sentirla olisqueándome. Siempre hacía eso.
"Hueles a viaje" suspiró.

"¿A que huele un viaje?" pregunté realmente curioso.

"A tierra combinada con tu perfume y a plástico de avión" dijo segura.

Le sonreí. "Oye, entonces ¿estás bien?"

Ella se inclina hacia mi mientras yo cepillo su cabello detrás de sus orejas.
"Supongo" murmura. "Ya no se que creer."

La vuelvo a abrazar.
"Todo es mejor cuando no te vas" susurra cerca de mi oído.
Un nudo se forma en mi estomago al mismo tiempo en que la puerta emite un chirrido, abriéndose.

Lucas se sostiene del picaporte aún adormilado, con una mano toqueteándose los ojos.
"Grace, ¿con quién hab—¡Papi!" reacciona, corriendo a abrazarme.

"Oh, cuanto amor" digo, abrazando a mis hijos.
Al menos hay algo bueno en que Tristán haya dado esa declaración: mis hijos me querían más.

Ambos niños me hacen mil preguntas que yo me niego a responder. Les ordeno en cambio, que se vayan a dormir.

Grace obedece y Lucas me ve determinado antes de irse.
"¿Oye, donde esta ese pastel de jamón?"

the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora