epílogo

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<<<<< 5 años después>>>>>


Los rayos del sol se infiltraban por las amplias ventanas con vista a la ocupada ciudad. Eran las primeras horas de la mañana, y aún así, los cuerpos dormidos entre las espumosas sabanas parecían no querer levantarse nunca. Se encontraban cómodos así, envueltos entre respiraciones suaves y el calor de otro cuerpo a su lado.


Sin aviso alguno, un tercero, y luego un cuarto peso hundieron el enorme y esponjoso colchón. Harry saltó en su lugar, sorprendido como tantas veces, por la manera en la que ha sido despertado.

Louis, en cambio, sonríe sin abrir los ojos, ya totalmente acostumbrado a la forma que tienen sus hijos de despertarlos en las mañanas de los fines de semana.


Los años pasan y ellos crecen, mientras Harry y él se vuelven más viejos. Pero no importa, porque el amor es el mismo. Siempre creciente, siempre bueno y reconfortante.

En las mañanas, cuando Lucas salta sobre la espalda de Harry y Grace le abraza el torso con todas sus fuerzas, Louis cuenta sus bendiciones. Porque a pesar de tener una familia como esta, nunca le parecerán suficientes agradecimientos a quién sea que esté allá arriba.


-Buenos días- dice Grace, besándole la frente, evitando graciosamente sus mejillas llenas de barba insipiente y haciendo que el ojiazul ría. -El desayuno está listo.

-¿Oh? - Louis abre los ojos y se estira, acomodándose en su lugar para poder ver la escena.

Grace se para delante de él con una sonrisa cariñosa y el cabello atado en un moño igual a los de su padre. Louis suspira. Ha dejado de ser una niña pequeña hace tanto. Está más alta, delgada y ha empezado a enamorarse de boybands, enredarse con el maquillaje y a usar sostén. Apenas ha entrado a la preparatoria y Louis nunca se ha sentido más viejo.


-¿Por qué me ves así, papá? - Han pasado años y el corazón de Louis se sigue derritiendo cuando los chicos le llaman así.

-Es que aún no me acostumbro a que ya no seas pequeña- dice el ojiazul, antes de abrazarla fuerte contra sí. Huele a fresas, miel y wafles.

-Yo aún soy pequeño. Ámame a mí- dice Luke, alzando la cabeza desde su lugar sobre Harry. El cabello alguna vez rubio se había transformado en una larga melena color caoba, que Louis siempre adoraba ver contra el Sol, pues está parecía casi rojiza.

El cuerpo menudo del niño de 10 años se arrastra lejos de su padre, que se queja con alivio en voz alta.

-Mi dios, pareciera que comes piedras- murmuró Harry, sentándose sobre la cama con expresión exhausta.

Claro que está cambia una vez que Grace salta sobre él.

Louis llena de besos la cara de un Luke demasiado concentrado en fingir que odia la atención, mientras Harry acaricia la cabeza de su hija de quince años y se ponen al día.


El par recién llegaba de un viaje de negocios y los chicos estaban muy entusiasmados por pasar aquellos meses libres con ellos.

-¿Qué les parece si desayunamos todos juntos en la cocina, y después vamos a pasear por allí? - sugirió Harry.



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the soles of our shoes are all worn out  || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora