Capítulo 6: Azkaban.

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— ¿Una visita Azkaban? —preguntó el ministro con incredulidad—. A un asesino...

— Sigue siendo mi esposo, y me gustaría verlo— dijo Riley sin miedo alguno—. Y antes de que saque conclusiones, no he visto a Sirius desde el día en que me fui de Londres...

— Después de la muerte de su madre, y su hermana— le interrumpió él con suma curiosidad—. Ya que ha dicho sus derechos, tiene razón en no asistir a una vista...

— Igual le daré mis testimonios si es lo que le preocupa— esta vez la rubia le cortó la conversación de golpe—. Llame a algún auror o a quien quiera para que tome mis testimonios, sino confía en mí— añadió acomodándose en su asiento con total naturalidad.

— ¡Dawlish! —llamó el Fudge antes de tres aurores, entre ellos Kingsley ya repuesto, y tres personas más que no supo quiénes eran entrar a la oficina—. ¿Qué ocurrió la noche del veintiuno de mayo del 1980? —preguntó sin perder tiempo a Riley antes de ver cómo arreglaban una cámara para hacerle una foto.

— Antes que nada. No quiero fotos, ni artículos sobre mí en el profeta— dijo molesta lo último que quería era que todo Londres, en especial su viejo "amigo", supiera que ella había vuelto—. Esa noche señor ministro, había regresado a la casa de mi madre, como era habitual que hiciera luego de realizar mis misiones...— explicó sin abundar mucho sobre aquello, al no saber hasta qué punto el ministro sabía de la orden del fénix ya disuelta—. Pero al contrario del resto de las demás veces, no la encontré, y gracias a una dirección que había en su despacho, logré encontrarla rodeada de mortífagos con mi hermana menor...

— ¿Por qué no regresó por ayuda? —intervino uno de los aurores.

— Si su familia estuviera en peligro de muerte, ¿atacaría o pensaría en buscar en ayuda a riesgo de perderla? —le cuestionó Riley haciendo callar al auror—. Justo por eso no fui ayuda, si lo hacía sería demasiado tarde.... Como les decía, cuando llegué mi hermana estaba gravemente herida, y mi madre me pidió que la llevara a casa mientras ella se encargaba de los mortífagos...

— ¿Supo que le ocurrió a Artemisa Rosewood? —preguntó el ministro con curiosidad.

— Solo llegué a saber que murió en San Mungo, no investigué más— respondió cortantemente.

— ¿Qué hay de Charlene Grindelwall? —preguntó otro de los aurores.

— Regresé por ella cuando dejé a mi hermana a cuidado de mi esposo, Sirius Black— respondió sin abundar tampoco mucho—. Estaba realmente herida cuando llegué, pero pude sacarla de allí...

— Encontraron a casi dos docenas de mortífagos inconscientes en la escena de la batalla— soltó Kingsley esta vez poniéndole nerviosa aquel comentario, porque sabía el que preguntarían, y si no daba una respuesta convincente estaría en problemas—. ¿Puede dar más detalles sobre lo que ocurrió?

— Yo los dejé así— respondió haciendo que los presentes susurraran entre ellos—. La vida de mi madre corría peligro, no podía quedarme de brazos cruzados...—se justificó de inmediato.

— ¿Está diciendo que usted sola se enfrentó a veintidós magos sola? —preguntó uno de los presentes sorprendidos.

— En efecto— respondió un poco nerviosa—. En momentos de desesperación damos todo de nosotros, ¿no lo creen? —intentó bromear, pero sin resultado positivo alguno.

— ¿Por qué huyó? —preguntó Kingsley salvándola de la situación, mientras ella agradecía en silencio.

— Aún sigo interesado en como la señora Black, pudo ganar una batalla así— intervino el ministro—. Y como pudo dejar inconsciente a cuatro de mis hombres sin una varita...

La hija de Lord Voldemort [Lucius Malfoy/Sirius Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora