La hija de Lord Voldemort [Lucius Malfoy/Sirius Black]

Capítulo 76: Baile de Navidad.

En cuanto Riley abrió los ojos estaba acostada en una cama rodeada cubierta con unas cortinas, con Poppy mirándola, por lo que no tardó en deducir que estaba en la enfermería, y poco después recordó por qué. Se había desmayado en el segundo piso cuando había ido en camino hacia allá para buscar a Pomfrey, aunque supo que no había sido lo suficientemente rápida.

— Recuéstate— le ordenó la enfermera en cuanto vio que intentaba levantarse para luego mirarla con reproche—. No se hizo nada, debería agradecérselo a Severus, él te trajo...

— Por lo menos fue él— comentó la rubia acostada boca arriba—. ¿Alguien sabe que estoy aquí? —preguntó con curiosidad antes de la señora negar para su conveniencia.

— Aunque creo que su hijo sí, Severus quedó en ir a buscarlo...— respondió lo segundo que menos quería escuchar, lo último que necesitaba era preocupar a Orión, suficiente estrés tenía con Harry y el campeonato—. Debería ser más cuidadosa en su estado...

— Lo sé, estaba viniendo hacia aquí de hecho— se justificó suspirando—. Se me acabó la poción que tomo para los mareos...—añadió antes de la enfermera asentir.

— Te buscaré algo enseguida, ¿aún no sientes nauseas? —preguntó con curiosidad, pero la rubia negó.

— Con Orión las tuve solo después del primer mes— respondió antes de Poppy salir de la cortina para buscarle la poción a la rubia, para poco después Riley escuchar unos pasos de alguien acercándose para luego abrir la cortina.

— ¿Estás bien? —preguntó su hijo antes de saltar a abrazarla realmente preocupado.

— No fue nada— respondió acariciando su cabello sabiendo a la perfección como se preocupaba por ella.

— Debería tener más cuidado— le regañó Snape haciendo que Riley le sonriera, a pesar de que tenían desde finales de octubre que no se hablaban por cómo había culpado a su Harry, pero con aquel acto lo había perdonado sin mencionarlo.

— Pomfrey ya me lo dijo— soltó sonriendo—. Pero gracias, no quería llamar la atención...

— No se preocupe solo le dije a su hijo, imaginé que le hubiera gustado que lo supiera— respondió sin expresión alguna antes de ella asentir—. ¿No se hizo nada? —preguntó con cierta pizca de preocupación que ella no tardó en notar.

— Gracias a usted no— respondió con tranquilidad antes de Orión soltarla y sentarse a su lado—. Estoy bien peque, ya puedes irte...

— No, ¿Qué fue lo que pasó?, eres fuerte mamá, no te desmayarías así sin más— le reclamó con algo de sobreprotección—. ¿Estás enferma?, ¿lo estás y no me lo dijiste? —preguntó con prisa haciéndola reír para luego negar.

— No está enferma— respondió Severus por ella ganándose una mirada de reproche de su parte—. Lo que le ocurrió es normal en su estado...

— ¿Qué estado? —preguntó sin pensarlo antes de abrir los ojos de la sorpresa ante lo obvio—. ¿Estás embarazada? —preguntó riendo de felicidad antes de ver el abdomen aun plano de su madre—. ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿papá lo sabe? —le cuestionó entusiasmado.

— Estaba esperando volver a casa para decírselo, no creo que sea prudente hacerlo por lechuza— respondió más para Severus que para su hijo—. No quería preocuparte, de hecho, debería ser un secreto, y espero que ambos lo guarden...

— No creo que le importe enterarse por lechuza— argumentó el pelinegro sin inmutarse—. Y estoy seguro que debe enterarse de este incidente...

— Sabe que si lo sabe va a venir, ¿cierto? —preguntó incrédulamente antes de ver a Orión—. ¿Puedes dejarme hablar a solas con Severus antes de que sea el causante de que tu padre entre al castillo furioso gritando? —le cuestionó al chico haciéndolo reír antes de pararse y asentir para luego salir de las cortinas.