Soulmate [CERRADO] [Personaje x Lectora]

Shiro!Kaneki Ken x Lector [Tokyo Ghoul]

Soulmate donde en tu muñeca derecha se encuentra la primera frase o palabra que tu alma gemela te dirá por primera vez. 

Volvió a releer las letras negras que resaltan de su muñeca. 

[Te salvaré.] 

«¿Te salvaré?» quiso reírse ante la frase que tenía escrita. Tan de película, tan irreal. ¿Quién podría ser su salvador en un lugar donde los Ghouls reinan? ¿Donde por día, más de miles de personas mueren siendo devoradas? 

Un suspiro escapó de sus labios y continuó caminando por la calle. Sus sentidos siempre en estado alerta, ante el más mínimo movimiento su cuerpo se movía. Su padre murió siendo devorado por un Ghoul, una de sus compañeras de clases igual..

No se podía estar seguro en ningún lugar, y una persona común y corriente no podía hacer mucho como para defenderse. 

Era encender la Tv y solo escuchar la cantidad de personas que murieron ese día. 

Y no le sorprendería que su Soulmate estuviera entre esas víctimas. 

De momento, seguiría viviendo como pudiera. Si se mantenía atenta, no debería sucederle nada malo. 

O eso es lo que pensaba. 

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—¡Oh mierda! —farfulló esa vulgar palabra al aire. Su autobús se había ido. Lo perdió mejor dicho, porque estaba ocupada comprando un pan relleno en la panadería. Y es que bueno, tenía hambre. Y volvía de la universidad, y no ceno. —Esto no es bueno..

Siendo la única en la parada del autobús, a oscuras —porque anocheció demasiado rápido, maldito invierno— decidió llamar a su madre. Quizás podría ir a buscarla. Marco con rapidez el número, con dedos temblorosos. 

«Por favor, mamá. Atiende.» 

Tres, cuatro y cinco pitidos después, saltó el contestador de voz.

«Está llamando a la casa (T/A), por favor, deje un mensaje.»

Volvió a intentar como diez veces más. Este autobús a la noche tardaba demasiado en pasar, sobre todo en invierno, mas que nada porque, quien en su sano juicio andaría por allí sabiendo que los Ghouls podían estar en cualquier lado. Ante el pensamiento de que uno la estuviera observando, regocijándose en su figura y pensando en lo deliciosa que sería, pegó un respingo e insistió un par de veces más en llamar a su madre. 

Maldijo por lo bajo. A la mierda el autobús, su casa quedaba a veinte minutos, iría a pie. No quería quedarse bajo ese pequeño foco de luz que la iluminaba, sabiendo que detrás suyo, a un par de metros atrás había un callejón oscuro. 

Se aferró con fuerza a su mochila, siendo consciente de la navaja que lleva en el bolsillo de su pantalón. Con pasos veloces y certeros, comenzo su caminata. 

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Pasaron diez largos minutos, por suerte, había un par de personas en el camino, lo cual la hacía sentir un poco más tranquila. Pero con el paso del tiempo, esto disminuye. Hasta tal punto que ya era solo ella la que caminaba únicamente por la calle. Decidió cortar camino y cruzó hacia el otro lado, donde podía ver la plaza donde solía jugar de pequeña. Faltaba poco para llegar a casa, muy poco, solo debía seguir así.