Soulmate [CERRADO] [Personaje x Lectora]

Nicolas Brown x Lector [Gangsta]

[No puedes herir a tu alma gemela (fisicamente)]

[Si no pueden leer la historia reinicien la aplicación! Si incluso así no sale, recomiendo leerla desde la Web]

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Ser parte de una mafia no es algo de lo que estuviera orgullosa, pero de alguna forma debía vivir. Y trabajar como prostituta no era una opción para ella, no vendería su cuerpo por un par de billetes a unos cerdos asquerosos. Suspiro con lentitud, viendo a sus compañeros jugar al poker, cada tanto lanzando algunos billetes a la mesa.

El humo de cigarrillo cubre la habitación como un velo gris, y soporto las ganas de toser varias veces. 

(T/n) es mujer, y gracias a su talento como asesina logró ingresar a esta mafia. No es muy común que una chica lo haga, normalmente ingresan a la mafia para otros motivos, que no tienen nada que ver con el manejo de armas o de cuchillos. 

—¿Por qué no te diviertes un poco, (T/n)-chan? —llamó una de las tantas prostitutas que se encuentran en la habitación. Esta sobre la pierna de un hombre, sus pechos casi rozando su rostro pero este no le presta mucha atencion que digamos. 

—Lo siento, tengo otras cosas que hacer —decidió desarmar su arma, para limpiar las partes de a poco, después de todo llevaba un tiempo sin hacerlo. Una mano pesada se posó sobre su hombro, deslizándose por su camisa, pero antes de llegar más lejos, agarro su muñeca y con maestría y fuerza digna de un Twilight lo lanzó sobre la mesa. 

Las cartas y billetes salieron volando, Emily, la que hablo anteriormente pegó un salto y se alejó del griterío que se formó. 

—Estúpida, ¿qué crees que haces? —bramo uno, a punto de agarrar su arma, pero ante la mirada de (T/n) se detuvo, congelado en su lugar. 

Su jefe había mentido, diciendo que ella es una Twilight. Pero en realidad, eso es falso. Solo es buena para defenderse y tiene buenos reflejos, no hay forma en que en una pelea pueda derrotar a uno. Vivio con militares, obviamente sabría defenderse. 

—Eso creí —sonrió de lado, viendo como cada uno levantaba las cartas. 

Debería sentirse mal, debería ser consciente que seguir con esta falsa le traería problemas en el futuro.

Pero se siente bien, ver como todos huyen de su mirada, como la obedecen sin decir palabra alguna. 

Porque creen que es capaz de arrancarles la cabeza de un manotazo. 

La puerta de la habitación se abrió, parte del humo saliendo lo cual fue bastante aliviante. Era su jefe, acompañado de una mujer bien vestida y otro hombre. Con una sola mirada comprendio que precisaba de ella, así que guardando el arma en su cinturón, siguió sus pasos en silencio. 

 Odia obedecerlo, pero esto cambiaría pronto, se aseguraría de ello.

Con una sonrisa, pasó la lengua sobre su colmillo.

Preguntandose cómo se vería el suelo con la sangre de ese idiota.