Soulmate [CERRADO] [Personaje x Lectora]

Bestia!Kageyama Tobio x Lector [2] [Haikyuu]

[AU de la Bella y la Bestia]

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Kageyama se quedó del otro lado de su escritorio, había pasado mucho tiempo desde la última vez que decidió sentarse allí. Los papeles estaban esparcidos sobre la superficie, algunos manchados con tinta vieja, otros despedazados con sus garras. 

La habitación curiosamente se veía impecable, sin una capa de polvo. Los candelabros brillaban más que nunca y las ventanas abiertas permitían que aire fresco ingrese a la misma, haciendo que el aroma a humedad y papel viejo desaparezca. 

Apenas era la segunda semana desde que (T/n) decidió quedarse a vivir en el castillo, pero en apenas esos días logró hacer muchísimos cambios, todo por su cuenta.

Sus sirvientes, que vivían escondidos en la oscuridad, evitando hacer ruido o fastidiarlo demasiado, ahora se regocijaban alrededor de la invitada.

Tal como prometió, la muchacha se estaba informando sobre su caso. Hay libros a su alrededor sobre diferentes temas relacionados a la ciencia, el cuerpo humano y demás. Tobio en esos pocos días pudo enseñarle algo de lo que él fue aprendiendo durante los años, aunque claro, luego de la transformación se olvidó de muchísimas cosas. Se sorprendió cuando se dio cuenta que no podía leer con fluidez, y la escritura se le complicaba demasiado.

—No te preocupes —la voz de la científica lo sacó de sus pensamientos, cada uno más deprimente que el otro—. Te ayudare, Tobio-sama.

El azabache soltó un sonido digno de un cuervo, y los ojos azulados se posaron sobre las hojas repletas de una letra bastante desprolija. Y se vio tentado a tirar todo, dejar que la tinta se desparrame y que quede todo arruinado, porque la única forma en la que él podrá cambiar de forma es enamorándose. O mejor dicho, que alguien se enamore de él.

Y con ese aspecto sería imposible, sumando la personalidad...

Levantó brevemente la mirada hacia (T/n), que tiene un lápiz en su mano derecha y anota las cosas importantes en un cuaderno de hojas lisas que sus sirvientes encontraron para ella. ¿Por qué todavía no le dijo la verdad? Ni él mismo lo sabe, quizá porque a pesar de todo, por muy ruidosa y demás, su compañía era bien recibida.

Soltó un suspiro lamentable y volvió a tomar la pluma.

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Odia la nieve, realmente lo hace.

Apoyó su cuerpo sobre el tronco del árbol, la mirada más aburrida en su rostro. Ahora mismo podría estar dentro de su habitación disfrutando del calor de la chimenea, sin embargo, cierta persona lo obligó a tomar un poco de aire.

Los jardines se ven tan muertos como siempre, no hay flores –en parte porque es invierno– y las bellas estatuas y decoraciones de cerámica están gastadas por el tiempo. Pero de todas formas, a (T/n) le parecía sumamente interesante todo lo que veía y tocaba. Es como una niña, descubriendo mundos nuevos.