Soulmate [CERRADO] [Personaje x Lectora]

Akaashi Keiji x Lector [HQ]

             [Se pueden ver en sueños, sin embargo, hay algo triste detrás de ello.]

   

Parpadeando, se incorporó del suelo y todo a su alrededor está en la penumbra. Ni una sola luz que iluminara. Extrañamente su cuerpo se sentía liviano, como si flotara. Y ya no sentía peso sobre sus hombros, como lo hacía con anterioridad. 

Extrañada, negó con la cabeza. Puede que esté soñando. 

Si, debe ser eso.

Por algo siente tanta paz.

Aquel día, Keiji llego tarde a su casa. Se quedó practicando con Bokuto, y quedó completamente exhausto. Incluso está seguro que si no lo obligaba a descansar a su torpe capitán, este podría seguir toda la noche practicando. 

Con un suspiro, tiró su bolso a la cama. 

Lo primero que hizo fue ducharse para después cenar. Luego de eso, ni siquiera se molestó en correr la manta de su cama, solo se desplomo encima de ella. La mochila cayó al suelo pero egh, qué más daba. Por suerte apago la luz, porque ahora que está acostado, no pensaba levantarse.

Su teléfono vibraba contra la mesa de luz, posiblemente mensajes del grupo de Volley. 

Y sabía perfectamente quien seguiría con esas energías a esa hora. 

Negando con la cabeza, se tumbó de lado, con la mirada clavada en la ventana. Donde pasaba un poco de la luz de la luna y podía admirar pequeños puntos brillantes en el manto oscuro del cielo. 

Poco a poco, se fue quedando dormido. 

(T/N) abrió su boca, sin pronunciar palabra alguna. De repente, la oscuridad en donde se encontraba desaparecio, siendo reemplazada por algo parecido a un bosque encantado. Tenía una falda a cuadros y una camisa blanca. A su alrededor, luciérnagas pequeñas bailaban sin cesar, emitiendo esa luz parecida a la de una estrella. 

Las siguió con la mirada, fascinada ante el lugar. 

Tenía el aspecto de un bosque sacado de un cuento de hadas, donde podrían vivir elfos, hadas, cualquier criatura mágica que se imaginara. Tomó asiento en una banca, que está frente a un lago y en el fondo de este, hermosos cristales y cuarzos brillaban con distintos colores. Pasando de rosados a colores azules, o violáceos. 

—Es tan hermoso..—susurró, maravillada. Su mente hizo click y se levantó de forma abrupta.

¿Qué hace ahí? ¿Como llego? 

Escucho pasos y ramas que se quebraban ante el peso. Al girar la cabeza, chocó con dos ojos negros. Soltó un gritito asustada, pero después de fijarse bien, noto que es un muchacho. De pelo azabache y semblante tranquilo. Vestía unos pantalones simples negros y una camisa blanca, como ella. 

Akaashi la observó con calma. —¿Quien eres? —dijo, dando pasos en su dirección. 

En su vida, escucho muchas cosas de las almas gemelas. Algunos poseen marcas, otros tatuajes, incluso relojes en sus muñecas. 

Pero el nacio con nada. 

Ninguna marca en su muñeca, ningún temporizador. 

Absolutamente nada.