Soulmate [CERRADO] [Personaje x Lectora]

Ciel Phantomhive x Lectora [Kuroshitsuji]

[AU Hanahaki + época moderna] [En esta historia Ciel es mayor de edad]

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Detestaba la manera en que sonreía a cada persona que se le acercara, el sonido suave y tranquilo de su voz, la forma elegante en la que manejaba estas situaciones sin perder ni una sola gota de sudor. Saludaba, reía, asentía, estrechaba manos y continuaba con la siguiente persona.

«Como una Reina» Pensó con una mueca.

Las reuniones entre empresas eran agobiantes para su gusto, pero al ser de una de las compañías más conocidas mundialmente, Ciel no podía darse el lujo de no asistir a una. Si quería mantener las relaciones establecidas intactas, debía ponerse su mejor traje y fingir amabilidad por el resto de la noche.

Sebastian, su mayordomo, se mantuvo cercano a su figura en caso de que pudiera necesitar algo. Ciel llevo un pedazo de bistec a su boca, el sabor esparciéndose rápidamente. A su alrededor hay otros empresarios, de poca importancia, pero que de todas formas en el futuro pueden servir.

Un brazo enrosco la cintura de la joven, que se mantenía parada en medio del salón. La sonrisa que le dedico a los demás no se comparaba en absoluto con aquella que acaba de esbozar tan alegre. William T. Spears, su esposo, dio un breve saludo con la cabeza mientras parecía unirse a la conversación.

Ciel no entendía como alguien tan frío y aburrido como William logro casarse con (T/n), que por donde se la viera irradiaba alegría. Creyó al principio que sería por el simple hecho de que William lideraba una empresa conocida de mensajería.

¿Qué puede tener de interesante eso?

Pero cuanto más observaba sus reacciones, más se daba cuenta que los sentimientos de ella son reales. No había forma en la que pudiera fingir esas sonrisas, esas caricias inocentes en el brazo o las miradas discretas que se dirigían cada que estaban lejos uno del otro.

Le enfermaba la situación.

―Joven amo ―La voz de Sebastian lo distrajo de sus pensamientos―. Recomendaría que no masacre en público al pobre bistec, asusta a los demás.

Ciel tenía clavado el tenedor en medio del trozo de carne, y parecía que en cualquier momento podría atravesar hasta el plato mismo de la fuerza que estaba ejerciendo. Avergonzado y enojado por su actitud, se disculpó brevemente con aquellos a su alrededor, pronto excusándose para ir al baño.

Se aferró al lavabo con ambas manos, respirando de manera agitada. Todo le daba vueltas, su mente era un torbellino de pensamientos e ideas. Debe haber una forma de detener estas sensaciones que lo están consumiendo día a día.

―Controla que nadie ingrese al baño ―Ordeno a su mayordomo, y escupió lo que venía conteniendo hace rato en el lavabo.

Los pétalos azules, como sus ojos, resaltaron en la blancura de la porcelana. Se mezclaron con sangre y saliva, creando una imagen completamente grotesca. Lo que había empezado con un enamoramiento inocente, se transformó en una obsesión, una enfermedad.

Un pañuelo blanco apareció en su campo de visión y lo acepto protestando por lo bajo.

―Joven Amo, si continua de esta manera, morirá ―Dijo Sebastian en un tono de voz sereno―. ¿No sería mejor que acepte la propuesta de operación?