4

7.8K 424 8
                                    

CAMILA
Después de llorar por horas, al fin había conciliado el sueño. Más que por gusto por necesidad. Quería dormir sin pensar en nada y tratar de olvidar lo que había sucedido.
El timbre de la casa sonó. Desperté de golpe y la cabeza palpitó. Mi mejilla izquierda pesaba y dolía como nunca, imaginé que debía tener un cardenal bastante grande. Gruñi enfadada y tomé un poco de agua de la mesa de noche.
El timbre recordé, me pusé de pie sin pensar mucho y luego me percaté que la única luz que había era de la luna, entraba por un parte abierta de la ventana.
¿Que demonios? El sonido otra vez. No sabía de quién se trataba. Por que llamaban a la puerta tan temprano. Me encaminé hacia la puerta del dormitorio.
El sonido siguió, un momento, esa no es la puerta, es mi móvil.
Mi corazón ahora se había disparado, latía con fuerza.
¿Quien me llamaba por la madrugada?
Busqué el aparato con desesperación hasta que lo ví. Tirado a un lado de la cama. Debí dejarlo caer en algún momento.
-¿Hola? Dije sin mirar de quien se trataba.
-¿Señora Jauregui?
Mi respiración se detuvo por un momento. Que no sea ella. Dios. Que no sea ella. Repetí en mi cabeza. Que ella esté bien. Sana y salva.
-¿Sigue ahí? Esa voz amable aún me buscaba.
-Si. Dije con voz débil, me senté en la cama para recibir una mala noticia. Lo intentaba asimilar.
-Hablo para informar que su esposa la Sra. Lauren Michelle Jauregui Morgado ha sido ingresada a urgencias hace unos momentos.
Sentía que iba a desvanecerme, ella no podía hacerme esto. Suspiré apenas y tomé mi cabello desesperada.
Comencé a caminar en la habitación sin poder detenerme.
-¿Ella? ¿Donde esta? Pregunté.
El joven al otro lado de la línea me informó el sitio y que mi esposa acababa de sufrir un accidente en el auto.
Colgué con manos temblorosas, el me había dicho que estaba medio conciente al ingresar. No sabía su pronóstico. No podía informar más allá de que Lauren estaba en urgencias.
Con manos temblorosas llamé a mi madre.
Le di una explicación sin sentido y ambos. Mi padre y ella me informaron que venían hacía aquí.
No estaba usando la pijama sino la ropa que usé durante el día, así que solo coloqué mis zapatos y esperé dando vueltas en la sala a que llegarán. No podía dejar a los niños solos ni tampoco decirles lo que pasaba.
Estaba perdiendo la paciencia, quería correr hasta el hospital y asegurarme de que ella estaba bien, de que solo era una mala broma.
Mis lágrimas cayeron de nuevo, solo que esta vez con más dolor. Si yo no la hubiera echado así de la casa tal vez no habría sido llevada a urgencias.
Caminé a la puerta apenas escuché un motor apagarse.
-¿Que está sucediendo cariño?
Me encogí de hombros y luego lloré en su hombro. Mi madre.
-No lo sé, debo ir al hospital ahora mismo, los niños están dormidos, por favor.
Me dió un beso en la mejilla.
-Ve hacia allá, estará bien Mila, ten un poco de fe.
Mi padre en cambio no bajo de su auto y abrió la puerta para que yo entrará, con la voz entrecortada le dí la dirección del hospital. Todo el camino, lloré desesperada, rogando por que Lauren estuviera bien.
Por dios Lolo, mi esposa.
Mi padre tomó mi mano para calmarme un poco antes de llegar.
Apenas estacionó yo corrí dentro. La enfermera llamó mi atención.
-¿Señorita en que puedo ayudarle?
-Mi esposa fue ingresada hace unos momentos, es Jauregui, Lauren Jauregui.
Buscó de inmediato los datos en la computadora, me hizo firmar documentos que apenas y pude leer, necesarios para justificar una intervención quirúrgica. Abrí mis ojos demasiado y mi padre me sostuvo de no caer.
-La paciente esta siendo intervenida de emergencia, por una severa contusión en la cabeza.
-¿Que fue lo que pasó? Mi padre hacia las preguntas por mi. Yo no podia concentrarme.
-Un camión golpeó su auto hace dos horas, al servicio del hospital llamaron 3 minutos despues del accidente, ingresó a la 1:45 am y es todo lo que puedo decirle, solo resta esperar señor ¿Ambos tienen parentesco con la paciente?
Yo asentí.
-Esposa y el es mi padre.
Con cara de empatía nos guió a una sala de espera, cerca de un pasillo vacío, solo se escuchaban ruidos bajos. Alguien quejándose, aparatos, ambulancias y el llamado de los doctores por alta voz.
Mi padre me ayudó a llegar a un lugar para sentarnos. Con pesadez y mis piernas temblando me senté. Me dolía todo, pero más el pecho. No podría resistirlo si a Lauren llegará a pasarle algo. No me lo perdonaría tampoco.
-Ya hija, trata de tomar aire y tranquilizarte, ella estará bien, es fuerte.
Sus manos tomaron mi rostro pero frunció el ceño inmediatamente.
-¿Que te pasó aquí?
Rozó levemente el sitio donde Lauren me había golpeado. No debíamos pelear así, no debí negarme a su consuelo, a que me pidiera perdón.
-Lauren y yo peleamos antes de que saliera de casa.
-Pero no lo tenías por la tarde ¿Como pudo hacer eso?
Yo bufé cansada.
-No fue hasta hace horas, Cameron no dejaba de llorar por Lolo, así que la llamé para que fuera a calmarlo, estaba tan molesta que comencé a llorar y me oculte, ella me buscó e intentó acercarse a mi y yo la golpie primero, se enfureció y respondió igual. Terminé la explicación con más lágrimas en los ojos, cansada y demasiado angustiada. Sin creer todo lo que nos estaba pasando.
En que momento todo era una pesadilla. De la nada estaba ahora rezando por ella, después de separarla de mi por meses, de sus hijos, nuestros hijos.
Debí quedarme dormida con el masaje de mi padre en la espalda.
-¿Camila? Hija.
Me llamó, yo desperté de golpe.
-¿Donde esta?
-Ire por café, espérame aquí.
-¿Te han dicho algo?
Negó con pena y se fue por el pasillo. Yo recargué mi cabeza en la silla, recordando los mejores momentos junto a Lauren. Cuando todo estaba bien.
Apenas había nacido nuestro pequeño Cameron y muchas cosas habían cambiado. Una de ellas era que yo no trabajaba, estaba todo el día en casa, los primeros meses de cuidado ella tampoco se había alejado de casa. Vivía con y para nosotros.
Se despertaba temprano para dar el desayuno y llevar a Ki al colegio. Besaba mi mejilla apenas abría un ojo. Yo reía.
-Te amo hermosa.
Regresaba y tomaba al bebé con cuidado de la cuna para acostarlo a nuestro lado. Ahí estaba el pequeño Cameron haciendo pucheros y buscando a su mami. Me miraba y solo veía Lauren, era tan lindo como ella, su piel blanca, sus manitas que se cerraban en puños al estar hambriento o cansado, su nariz pequeña y el cabello castaño.
Olía a bebé y a Lauren le encantaba pegar su nariz a su espalda para hacerle cosquillas, Cameron daba media sonrisa, tan semejante a la de Lolo.
Lo arrullaba en sus brazos en la madrugada cuando yo ya no podía más y aún así al dormir apenas tres o cuatro horas mantenía esa hermosa sonrisa.
Alguien interrumpió mi memoria. Mi padre estaba de pie frente a mi con un café.
-Venga toma algo, te ayudará.
En tragos pequeños logré despertar un poco y ponerme alerta por si algún doctor aparecía. Media hora después un doctor se detuvo frente a nosotros.
-¿Usted es la esposa de Lauren Jauregui?
Yo asentí, el tenía aspecto cansado.
-Bien, la paciente ahora está estable, tuvimos que reparar una fractura en su cráneo y asegurarnos de que no había algún otro daño, pasará otras horas más en observación y si todo marcha bien podrán verla aunque permanecerá inconciente, además de la fractura craneal tiene una en el brazo, esguince cervical y golpes en todo el cuerpo, su recuperación será lenta así que sugiero tener paciencia señora, su esposa ha sobrevivido de esta, esperamos que mejore.
Me senté en la silla algo mareada. No podía resistir, necesitaba verla.
-Con permiso señor. Mi padre había estado haciendo preguntas al doctor mientras yo escuchaba.
Lauren había entrado conciente al hospital con mucho dolor. Luego habían abierto su cabeza, me sorprendía tanto saber eso. Sabía que tendría todo el cuerpo cubierto por golpes y lesiones. No me hacía la idea de perderla.

Lo que no ves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora