58

5.9K 330 16
                                    

LAUREN
-Cariño insisto en que no debes conducir tu.
Le dije a Camila mientras buscaba un buen lugar para estacionarse.
-Me siento bien y aún me permite hacerlo.
Continúo diciendo mientras ambas miramos que apenas cabía su barriga.
-Bien pero esta es la última semana que lo haces ¿Entendido?
No me gustaba que se arriesgara demasiado conduciendo cuando podíamos tomar un taxi fácilmente, conducir yo no estaba totalmente descartado pero prefería tomar un taxi por más seguridad, mi vista no era la mejor al volante.
-Esta bien gruñona. Bajó con pereza del auto y me hizo llegar tarde para ayudarla, quería sentirse autosuficiente aún. Y claro que podía pero yo quería hacerle la vida más fácil. Estabamos en el centro comercial más cercano, queríamos comprar un montón de cosas para la pequeña, ropa, una cuna y demás juguetes. Kilian permanecía en su entrenamiento y Cam por primera vez estaba jugando con un pequeño vecino de mis suegros.
Era extraño no traer a mi bebé en esta situación y Camila seguía un poco nerviosa por dejarlo.
-Creo que deberíamos ir solamente a las tiendas más cercanas.
-Lauren puedo ir a cualquier lado sin problema.
Dijo enfadada. Solo trataba de cuidarla.
Desde que estabamos en el departamento de Aiden estaba un poco más sensible a todo. No le gustaba estar lejos de casa y todavía no estaba convencida del resultado final de construcción.
Caminamos de la mano por algunas tiendas. Lucía tan linda con esa ropa para embarazada que choque con varias personas por no evitar mirarla. Llegamos a la primera tienda y entramos. Todo tenía un olor peculiar a bebé. Dios mío. Miré la ropita tan pequeña color rosa que por instinto me acerqué.
-Es adorable.
-¿Te das cuenta que esto se ensuciara cada 3 o 4 horas? Preguntó divertida.
-Si por eso debemos llevar demasiada.
-Tu la cambiarás.
-Yo lo haré. Respondí orgullosa. No había estado tan acostumbrada al cuidado de bebés, digamos que los primeros meses después de que nació Cam permanecía fuera de la ciudad y varias veces ella me reñía. Esta vez estaba dispuesta a no separarme jamás de ellas dos. Las cuidaría.
-Bien espero que digas eso en las noches que no puedas dormir por cambiarla en la madrugada.
-No trates de asustarme. Le dije quejándome.
La señorita encargada de la tienda se acercó amable para ayudarnos, dimos varias vueltas en el sitio y elegimos un sin fin de cosas.
En un rincón había una estantería llena de libros para leer antes de dormir. Cuentos infantiles. Yo solía escribir algunos para sobrevivir después de terminar la universidad.
Sentí su presencia detrás de mi.
-No deberíamos comprar, quiero decir, tu puedes contarle mejores historias como a los niños. Sonreí.
-¿Alguna vez has pensado en que pasaría si yo no me hubiera ido a Vancouver?
Le pregunté, ella dejó de sonreír. Supusé que no había sido el mejor tiempo para ellos.
-Lau, sabes que a nadie le gustó mucho que te fueras de esa forma, además no quieres hacerme enojar ahora. Me regaló una media sonrisa.
-Tal vez habría hecho tu vida un caos.
-Pudiste haber estado con Ki cuando pequeño.
Asentí. Habría sido un buen tiempo pero pensar en mi ceguera seguía haciéndome estremecer.
-No era una buena compañía en ese entonces. Le dije sincera.
-Eras diferente Lau, pero así te quería, eras muy sensible, tierna y demasiado insegura, te gustaba huir.
-Yo lo único que deseaba era dejar de ver nada y oscuro a la vez, era más egoísta que ahora.
Sus manos tomaron las mías.
-Pero amé más el día en que te vi después de tantos años, tan linda y segura de ti misma, aunque deseaba golpearte fuerte, habías causado en mi vida una impresión muy grande y aunque dejé de verte siempre pensaba en ti antes de dormir.
-Yo estaba demasiado concentrada en recuperar el tiempo pero sin duda sentía que debía volver y buscarte, quería saber que tan sexy eras, de acuerdo a la descripción que Aiden me había dado de ti.
Comenzó a reír nerviosa y aún tenía esa capacidad de enrojecer. Por dios. Le daba pena que dijera un cumplido cuando teníamos ya cuatro años de matrimonio y con otro bebé en camino.
-¿Tenías que hacerme recordar todo aquello ahora? Preguntó con el ceño fruncido y divertida.
-Solo estaba reflexionando un poco mi amor.
Besé sus labios levemente hasta que la chica nos interrumpió.
-Estos son los colores. Señaló en un catálogo. Eran las pequeñas sábanas de cuna con un montón de dragones y unicornios pintados.
-Wow, está me gusta demasiado. Respondió Cami con entusiasmo, apoyando sus manos en el vientre abultado.
-Es adorable, también la llevamos.
Durante el resto de compras elegimos bastantes zapatos y ropa adorable que iba a lucir realmente linda en nuestra pequeña. Elegimos un par de juguetes para Cam, queríamos evitar que se sintiera por no obtener algún regalo.
Cuando regresamos al auto miré una pequeña tienda de música, recordé que Kilian quería tomar algunas clases de guitarra, estaba muy animado y más después de enterarse que Cami solía tocar cuando era una dulce adolescente.
Compramos una guitarra y llegamos a casa de mis suegros por la tarde. Las compras estarían listas en el departamento al día siguiente.
Cruzamos la puerta y escuché la risa graciosa de Cam.
Debían estar en la cocina.
Cuando entramos miramos al pequeño lleno de harina por toda la cara y un gorro de cocinero muy gracioso.
-Hola hija, Lau. Saludó Sinu sacando los pastelillos del horno, tenían un olor delicioso. Camila tenía ahora un brillo especial en la mirada.
-Mami. Gritó Cam al vernos y se lanzó a mis brazos.
-¿Tu has cocinado cariño? Asintió muy seguro.
-Es un buen chico. Mencionó Sinu.
-Debo contarte un secreto. Le dije al oído mientras Cami besaba su mejilla y pasaba de lado para tomar algún aperitivo.
-¿Que es mamá?
-Te lo diré al llegar a casa.
Pusó un puchero adorable y se cruzó de brazos. Mi esposa mi dió una mirada desaprobatoria. Era obvio que no debía decirle esas cosas a Cam por que era muy ansioso cuando se trataba de sorpresas.
-Venga, falta poco para irnos y te aseguro que lo compensare.
-Ok. Dijo con voz infantil y quiso volver a su lugar en la mesa. Estaba jugando con los utencilios de la cocina.
Con una sonrisa miré como Sinu reprendía a Cami por tomar un pastelito aún caliente.
Su apetito iba en aumento.
La miré por algunos minutos, sabía que se sentía cansada pero ella trataba de pasar desapercibida.
-¿Me acompañas a la sala un rato, amor?
Me siguió a pasos más lentos y quejándose un poco. Al llegar al sofá la hice recostarse y tomé ambos pies, quité sus incómodos zapatos y le dí algunos masajes en la planta del pie. Ella gemía por lo bajo.
-¿Que haría sin ti Lau?
-Eso mismo digo.
-Te amo demasiado ¿Podrías inclinarte un poco? Quiero besarte.
Lo hice despacio y ella comenzó a besarme con inocencia. Me encantaban sus labios de esa forma.

¿PORQUE HACEN TAN BUENOS MANIPS? 😔

Lo que no ves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora