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LAUREN
Los pequeños avances con Camila de pronto se venían abajo.
¿Por que mierda Sab aparecía ahora?
Me sentía estallar, enfadada y frustrada por lo que esa chica intentaba hacer ¿A caso no podía vivir sin un rechazo? Quería saber que tan grave era su enfermedad mental.
Una cosa era agredirme a mi pero otra que hiciera daño a lo más importante que tenía en mi vida, mi familia.
Y para empeorar todo después de las fotos, se le ocurría llamar a casa de mis suegros para causar un conflicto mayor. Quería hacerme daño y había encontrado mi punto débil. ¿Quien diablos se creía que era?
Sofía se había ido de la casa en cuanto notó la situación tensa entre Camila y yo, me disculpé y con los padres de Camila, llamé por teléfono para aclarar todo y mantener la promesa a Alejandro, hasta el me creía y estaba muy seguro de apoyarme en cualquier cosa que necesitará, en proteger a Camila de Sab.
Pero mi Cami era otro asunto. Ella había creído en mi antes y de pronto aparecía esa llamada para derribar la confianza que poco a poco ponía en mi, en nuestra relación y en el amor que sentía por ella.
Entre silencios incómodos tratamos de actuar lo más normal posible frente a los niños y así evitar preguntás innecesarias.
Supliqué con mis ojos para que me perdonará por meterla en todo este lío.
Con mucha furia contenida me límite a consultar al padre de Sab sobre la situación.
Horas después recibí su llamada. Donde me explico que su hija había salido de la clínica hace semanas. Parecía sana pero de pronto había desaparecido de su casa y llevaban días buscándola.
Demonios. El dolor de cabeza había regresado, peor aún.
Sofía había buscado llegando a casa el registro de la llamada pero era privado el número desde el que había marcado.
Entre reclamos y amenazas, le dejé en claro a Jack que si su hija se atrevía a poner una mano encima a mi familia e intentaba dañarlos de otra forma iba a denunciarla a la policía sin ninguna consideración. El me dijo apenado que ya no sabía qué más hacer con ella, que ya estaba fuera de sus manos.
Mi padre me sugirió seguir con mi idea, y estar al pendiente de que no se acercará a la casa. Que cuidará bien a los niños y a Camila. Sobre todo por que no se sabía del paradero de Sab y tampoco que malditas intenciones tenía.
¿Que quería de mi? ¿Y porque lo hacía? No sabía que el daño que nos hizo era suficiente. Camila ahora me evadía y no me miraba de la misma forma en que lo hacía después de hacerle el amor esa misma mañana.
En definitiva yo no estaba dispuesta a irme de casa nunca más. Necesitaba convencerla otra vez de confiar en mi.
¿Pero que podía hacer? Solo buscar respuestas y fingir que tenía todo bajo control pero no era así.
-¿Iremos al parque?
Era fin de semana y Kilian estaba acostumbrado siempre a hacer algún paseo para distraerse. Yo lo llevaba a menudo pero últimamente le gustaba que todos lo acompañarámos. Lo entendía. Yo también temía que todo se fuera a la mierda.
-No cariño, tu mamá no se siente muy bien. Justificó Camila y fingió estar preocupada por mi salud. Yo asentí para no discutir pero por dentro gruñía de enfado.
-Bien, supongo que debo permanecer otro día más en mi habitación.
A grandes pasos se fue a su dormitorio molesto.
Cameron jugaba en la alfombra con sus piezas del rompecabezas infantil.
Yo esperé ansiosa la llamada de Marcus. El estaba enterado ahora de todo y me comprendía. A su manera quería ayudarme, tal vez investigar algo más de Sab y descubrir sus intenciones.
Rogaba por que estuviera en alguna parte de Vancouver riendo de su última jugada y por fin me dejara en paz y que no estuviera cerca nuestro, observando todo el tiempo.
Era una chica de cuidado.
Miré que Camila salía al jardín y quise tomarme un tiempo para hablar. La seguí.
-¿Podemos hab....
-No tengo nada que hablar contigo Lauren.
-Camila por favor al menos escucha.
-No, no quiero hacerlo solo déjame tranquila, necesito tiempo y no deseo pelear contigo como la última vez, te dejaré quedarte en casa pero bajo algunas condiciones.
En mi garganta se formo un nudo. No otra vez.
-¿Que te sucede?
-Me sucede que estoy un poco cansada de esto, las condiciones es que no permitas que la situación afecte a los niños, que no vuelvas a intentar convencerme de algo sin razón y de que me dejes tranquila por algunos días.
-Pero...
-Dormirás en la sala sin importar más ¿O es eso o te vas?
No cabía en mi cabeza ningúna de las condiciones, por que para iniciar los niños se daban cuenta de todo, especialmente Ki. Y haría mucho para convencerla de que yo jamás estuve ni estaré interesada en Sab, que su acoso también me afectaba a mi y aparte de todo que dormir en el sofá no era muy cómodo y menos si la tenía a ella a algunos metros para poder abrazarla.
-Camila, no voy a hacer nada de eso queda claro, por que mi prioridad son ustedes...no voy a dejar de insistir contigo por que nada de lo que pasa ahora es verdad, ningúna estupidez que está haciendo Sab es real, tu y yo somos reales, nuestro matrimonio, no voy a mandar todo a la mierda por una persona a la que no conocemos, ni si quiera yo sabía de que era capaz...pero si de algo estoy segura es que nunca le dí algún indicio de estar interesada en ella, mucho menos de querer dejarte a ti...¿Puedes mirarme?
Ella negó. No estaba muy dispuesta a escuchar. Sin medir fuerza la giré para que mirará fijamente.
-Te amo a ti ¿Entiendes? No soy estúpida Camila, jamás haría algo para romper nuestro matrimonio y nuestra familia ¿Que quieres que haga? Dímelo.
-Respeta mis condiciones. Sentenció.
Gruñí por lo bajo y traté de encontrar algo con la mirada para no estallar. Necesitaba gritar con alguien mis frustraciones.
-Solo eso, al menos déjame pensar y aclarar mi mente, esa mujer está haciendo con mi cabeza demasiado...tu tienes parte de culpa por dejar que se metiera así en nuestra vida, tu la dejaste y no se te pasó por la mente contarme.
-Haber, eso ya te lo aclaré, intenté mantenerla lejos y no te conté por que no quería provocar situaciones como estas, discusiones y desconfianza mientras viajaba a Vancouver....solo intenté protegerte.
-Pues no lo hiciste bien. Declaró y soltó mi agarre, caminaba enfadada hacia adentro de la casa. A como veía todo no me quedaba otra opción más que aceptar. Mis días ahí estaban contados si la contradecía y para ser sinceros sabía de lo que era capaz si yo no respetaba sus condiciones. Piensa en los niños repetí en mi cabeza.
Cuando se llegó la noche, dí un beso de buenas noches para Ki y me dirigí hacia la habitación de Cam donde Camila terminaba de leer su cuento, Cam luchaba por mantener sus ojos verdes abiertos pero no resistió mucho y finalmente se durmió, había sido un día muy largo.
Besé su frente y Camila aprovecho para salir de ahí, estaba pensando su siguiente movimiento.
Apagué las luces necesarias y casi esperé en la puerta de nuestra habitación lo que se venía.
Con una cara de pocos amigos, me entregó una manta y mi almohada.
Demonios, eso de dormir en el sofá era en serio. Sostuve lo que me entregó e intenté besar su mejilla.
-Mi pijama. Miró mi atuendo realmente cómodo y fingió no escuchar. Tras de eso cerró la puerta en mi cara.
-Genial. Con la idea en mente de entrar con ella y mandar sus condiciones a la mierda dejé todo en el sofá y me senté viendo a la nada.
Marcus no me llamó y Sab no parecía tener el plan de molestar tan seguido, solo de forma estratégica. Un mal presentimiento me hizo pensar en que lo haría muy pronto y esta vez de forma grave. Lo peor de todo es que me sentía débil y no estaba preparada. Me preocupaba demasiado Camila.
Con poco entusiasmo comencé a poner mi nueva cama, quizá por algunos días.
Me recosté y no podía conciliar el sueño, estaba enfadada y mi cabeza activa.
A media noche me sentí demasiado incómoda e intenté tomar otra posición en el sofá pero fallé. Al girarme no medí la dimensión real y terminé sobre el piso, con la mitad del cuerpo golpeado. El ruido fue fuerte y esperé sin hacer otro movimiento, deseando que nadie se hubiera despertado por el ruido del golpe.
-Mierda. Miré al techo, me había golpeado en la escayola sobre el brazo. Cerré los ojos soportando y pensando en como levantarme.
Justo al tomar la orilla del sofá con mi mano sana, la luz de la sala se encendió. Camila entró apresurada buscándome.
-Lauren. Exclamó al verme ahí.
Mi cuerpo aún estaba entumecido por el golpe y suspiré profundo, estaba molesta. Irritada, por dormir en sofá, por tener un brazo roto, por Sab, por que Camila dudaba de mi y por que yo era lo suficientemente estúpida como para caer al piso en media noche.
-¿Estas bien? Preguntó acercándose a mis pies.
¡No, no estoy bien! ¿A caso me veo bien? Quise gritarle y sacar todo lo que sentía.
Cerré los ojos.
-Estoy bien, puedes ir a dormir.
-Te ayudaré. Dijo, estaba aun adormilada y sorprendida por encontrarme así.
-No. Dije entre dientes.
-Dios, déjame ayudarte.
-Y he dicho que no, no me hagas enfadar más ¿Quieres?
Me miró por unos segundos analizando y se recompuso, con furia tomó mi almohada y me la lanzó a la cara.
-Entonces vete a la mierda.
Declaró y marchó enfadada, ni siquiera apagó la luz. Me quedé como tonta aún en el piso y con un golpe más en la cara. Pero que infantil había actuado. Quise reírme de mi misma pero pasé por ese incomdo sentimiento de querer reír y llorar al mismo tiempo.
Con esfuerzo logré sentarme en el sofá y de ahí en delante ya no pude dormir.
Sin hacer ruido fuí a la cocina para prepararme un café y tomar algo para el dolor. Creí por un momento que iba a ser necesario ir al doctor, el brazo podía haber sufrido algo más.
Intenté tocarlo pero fue peor. Las primeras lágrimas rodaron por mis mejillas. Estar inconsciente en esa camilla de hospital me ayudó a no sentir todos esos golpes al momento, pero como dolía ahora solo me hizo desear no sentir nada de dolor. Tal vez otros analgésicos.
Bebí la taza de café con mi mano temblando y recargada en la encimera.
¿No iba a ser que algún día podría estar completamente sana?
Toda mi infancia la había vivido entre doctores, hospitales, terapias y demasiadas atenciones que ahora sentía no me servían de nada. Luego cuando creí que todo iba a marchar bien, mis ojos habían claudicado de nuevo. Miraba solo con uno y era suficiente por que me traía problemas de vez en cuando, el dolor de cabeza y ahora el accidente. El brazo y el golpe en mi cabeza.
¿No puedo vivir tranquila al menos un día?
Cerré mis ojos con fuerza. No lo soportaba, mi brazo dolía horrores.
Necesitaba ir al hospital o tomar algo mucho más fuerte. Pero no sabía qué hacer, no quería molestar a Camila llamándola, tendríamos que dejar a los niños solos o quizá llamar a sus padres.  Además estaba enfadada con ella. No iba a hacerlo.
Esperar a que la mañana llegará y poder salir era otra opción, pero no lo soportaba.
Con seguridad decidí salir por mi misma y llamar a un taxi. Pensé mucho mejor y marqué el teléfono de Aiden.
-¿Hola? Su voz sonaba a que lo había despertado, eran las 3:45 de la madrugada.
-Aiden, lamento mucho despertarte. Susurré.
-¿Lauren? El movimiento de el quizá saliendo de su cama se escuchó por la vía del móvil. -¿Estas bien?
Negué mentalmente.
-No, pero tranquilo no es tan grave, estoy bien.
-¿Entonces que pasa?
-Bien, me golpeé el brazo y me duele demasiado, no quiero molestar a Camila y a los niños ¿Será qu...
-Voy para allá. Dijo.
-Solo no hagas mucho ruido, te esperaré en la entrada.
-Debiste llamar antes, estoy saliendo. Colgó y yo me aseguré de nadie escuchará. 15 minutos después estaciono cerca de la acera y con mucho dolor y un poco de frío caminé hacia allí.
-No te ves bien ¿ y Camila?
-Dormida tal vez.
-Espera ¿No le dijiste?
-No estamos en buenos términos, arranca por favor.
Había tomado una de mis llaves y salido con toda la precaución que pude. No quería crear un ambiente mucho más tenso y durante el camino le expliqué a Aiden lo que había pasado, lo comprendió pero no estaba de acuerdo en que hubiera salido así de la casa.
Terminé recostada en una camilla, con un analgésico en mi brazo.
Los estudios habían salido bien, mis huesos estaban recuperándose pero el golpe había provocado una contusión. Ahora me sentía mucho mejor pero estaba ansiosa. Era domingo y solo esperaba estar en casa antes de que todos despertarán.
Aiden se sentó a mi lado en una silla y cuando desperté fue por el movimiento que la enfermera hacía para quitar el medicamento de mi brazo.
-¿Como se siente?
Yo solo asentí. Me sentía cansada.
-Mucho mejor.
-Ya puede irse a casa, solo tendrá que tener más cuidado.
Asentí y miré a Aiden.
Salimos del hospital y Aiden me contó que dormí por cuatro horas. Solo hacia falta descansar y tomar un nuevo medicamento.
Suspiré ya en el asiento del auto. -No quise llamar a Camila por que me lo pediste, pero la próxima vez que hagas algo así no cuentes conmigo Lau.
-Lo siento Aiden, no quería molestar pero en serio que en casa no marcha nada bien, Camila está distanciada y no quiero hacer todo más incómodo.
-Quizá ya no debas dormir en el sofá.
Me reí. -Bueno pues tu pídeselo.
Llegamos a casa, me ayudó a bajar, ya sin dolor pude percatarme de que ambos vestiamos muy mal, me reí. Definitivamente Aiden era un buen amigo. No le había importado salir por mi en medio de la noche y dejar a su familia en casa para auxiliarme.
-No te rías, me has llamado a las 3 am y me apresuré, agradece que es domingo.
Asentí y le dí mis llaves para que abriera pero no fue necesario. Una Camila preocupada abrió de golpe la puerta.
-¿Donde esta..aaa hola ¿Aiden?.
Se sorprendió al verlo entrar después de mi. Al cerrar la puerta yo seguí hasta la sala y miré con recelo el estúpido sofá.
-¿Me dirás que fue lo que pasó?
No la miré, tenía mi orgullo y no quería hablar ahora mismo. Solo deseaba tocar la cama y dormir por más horas. Que la explicación se la diera sola.
Aiden me miró suplicante.
-Dejaste tu móvil aquí Lauren, ¿Donde estabas? Desperté hace unas horas y no te encontré por ningúna parte. Dijo con un tono alto y se cruzó de brazos.
Ella se mantenía de pie junto a nuestro amigo. Estaba incómodo por supuesto.
-Quizá deba irme ahora.
Dijo Aiden en medio de la tensión.
-¿Lauren? Camila preguntó de nuevo.
-Necesito dormir, nos vemos Aiden, te lo agradezco. Le dije después de apretar su hombro.
Beso la mejilla de Camila y salió sin decir más. Ella me miró enfadada.
-Pensé que querías que me fuera. Dije con una sonrisa fingida.
-No trates de jugar conmigo.
-Mira, solo te diré algo, no voy a dormir en el sofá nunca más.
Me di la vuelta.
-Pero...¿Lauren?
Ella comenzaba a mostrar su preocupación más que el enfado.
-Pensé que te habías ido. Soltó en un suspiro.
Estaba siendo algo dura, pero no podía actuar diferente después de la discusión de anoche. Me sentía dolida.
-Estoy aquí, ire a dormir.
-Estaba preocupada. Me hizo detener mis pasos. Miró a los papeles y la pequeña bolsa que sostenía en mi mano. -Bien, tuve que ir al hospital.
-¿Que? ¿Porque no me dijiste? Escuché e....
-Era tarde y no quise volver a molestarte, además fue tu gran idea que durmiera en el sofá. Reclamé.
Mire culpa en sus ojos y me sentí satisfecha, no sabía de que otra forma recuperarme.
-Pues...
Mordía su labio inferior, estaba nerviosa y no sabía qué más decir.
-Mira olvidemos esto, estoy bien ahora y te lo repito no volveré a dormir ahí. Señalé el sofá y salí de su vista.


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