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LAUREN
Mi mano sudaba como nunca y eso obligaba a que Camila separará la suya para limpiarla. Malditos hospitales y clínicas que en serio me ponían muy nerviosa, demasiado, desde pequeña. Pasé mucho tiempo en estos lugares.
Esta vez no era la excepción por qué estaba nerviosa por todo, el tratamiento, las posibilidades y el entusiasmo de mi esposa.
Suspiré, los niños estaban en la casa de mis padres y eso me ponía ansiosa. Los extrañaba, quería que estuvieran aquí para distrarme.
Tomé mi móvil con mi otra mano e intenté buscar algo para rejalar mi mente. Fue imposible.
-¿Amor? ¿En serio tienes que ponerte así?
-Lo siento.
-Debiste estar aquí cuando Cam, tal vez no estarías tan nerviosa ahora, es la primera cita cariño.
Asentí y miré al techo.
No habían servido de nada sus palabras. ¿Era tarde para declinar? Iban a meter algo extraño en mi cuerpo y luego eso, dios de solo pensar.
Negué.
-Bebé, hey mírame. Lo hice, sus ojos café me miraron. -Lau, no es nada de otro mundo, ya notarás que no es difícil como te imaginas.
Volví asentir.
Bien las siguientes horas fueron tortura, entre preguntas incómodas del médico, revisión de ambas y su consejo me sentía abrumada. En primera por que el mencionó que ambas estabamos listas y segunda por que Camila quería iniciar la próxima semana. Por dios ¿A caso también quería que el bebé naciera ya?
Cuando salimos del consultorio mi humor estaba pésimo.
Hablé solo en monosílabos y sonreí a medias ante todo lo que ella me decía. De a poco miré como la luz y el entusiasmo inicial se extinguía de su cuerpo.
-Me parece que no estás muy feliz Lauren.
Dijo rompiendo el silencio tan tenso. Yo abrí la ventana del auto buscando oxígeno.
Al notar que no iba a contestar nada subió el volumen de la música.
Justo al llegar al semáforo más próximo, escuché su sollozo.
No por dios, ahora no cariño, sabía que odiaba verla llorar, parecía que lo hacía a propósito.
-Cami. Le pedí.
-No me hagas caso, sigue en lo tuyo.
Enfadada limpió las lágrimas con el dorso de su mano.
Luego le dió un ataque de hipo, y aunque quisiera reírme no podía, se iba a enfadar más.
-Te pasaste la calle de tus padres.
-Ya lo sé. Dijo con un tono brusco.
Frenó de golpe junto a un parque y sin apagar el auto bajó. Se había movido con rapidez y no me dió tiempo de actuar. Así que la miré caminar con la mirada al piso y usando sus brazos en protección. Se abrazaba.
Finalmente se sentó en la primera banca. Había personas haciendo su rutina pero no notaban la presencia de Camila. Tal vez era bueno dejarla sola un rato.
La miré. Yo había apagado el motor y cerrado su puerta. Decidí cerrar los ojos y tratar de descansar mi mente.
Subí más la música y me relajé.
Esos sitios me convertían en un auténtico monstruo.
Camila seguía en el mismo sitio y miraba a la nada. Supusé que no iba a volver a subir al auto. La estaba haciendo sufrir y no me gustaba. Se estaba haciendo tarde, era momento de ir por los niños.
Bajé con duda hacía la banca y cuando llegué me senté a su lado. No dije palabra, simplemente admiré su perfíl.
-Pensé que te habías ido.
-Nunca cariño. Le dije cerca del oído. Sus brazos se encogieron más.
-Yo... Intentó hablar pero la callé.
-Lo siento amor, de verdad que me esfuerzo por que salga bien esto, es solo que odio ir a los hospitales y no soy conciente de lo que digo ahí dentro o minutos después de salir, en serio que lo siento.
-Ya no te ves tan estusiasmada con lo del bebé.
Tomé su tibia mano y la llevé a mis labios para besarla.
-Lo quiero Camila pero el proceso no será muy cómodo, ¿Que mejor que hacer los bebés en una cama?
Ella soltó una risita, le costaba por que quería permanecer más tiempo molesta conmigo.
-Lauren si se pudiera créeme sería lo más increíble, me refiero a que no tendríamos que pasar por todo esto.
Le di la razón. Respondió apoyando su cabeza en mi hombro.
-A mi me gustaría más que a ti. Dije.
Sus intenciones ahora dejaban de perder inocencia. Con la poca tranquilidad que  me dejó, permanecimos ahí abrazadas por un buen rato. Mirando a las personas correr, en un picnic y niños jugando.
De a poco sentí que la respiración de Camila se hacía más lenta sobre mi cuello, y era momento de irnos.
Cuando giré mi cabeza, me di cuenta que era tarde, ahora Camila dormía como un ángel. Labios entreabiertos, sus lindas pestañas y la linda línea entre sus cejas. Con cuidado toqué esa parte, no era muy divertido tenerla enojada todo el día. Sonreí y besé su cien un montón de veces, susurrando palabras tiernas y sobando su espalda.
-Hermosa. No tenía percepción del tiempo. Cuando el sol comenzó a ponerse decidí despertarla.
-Amor despierta.
Se quejó e intentó acomodarse pero era imposible, la banca era pequeña y podía caerse si yo no la sostenía.
-Aun no Lauren.
-Ya se está haciendo tarde, debemos comer también.
Acaricié su cuello y busqué sus labios. Dios cuando la besé pude sentir ese sabor, uno dulce y salado tal vez por las lágrimas recientes. Sonrió en el beso.
-Venga. La intenté cargar pero yo no estaba muy en forma, mi brazo después de la cirugía estaba débil.
-Bien. Gruñó y se pusó de pie de un salto. Con rapidez me llevó al auto. Bloqueó la puerta después de que yo subí.
-Estoy cansada, ayer tampoco pude dormir.
-Entonces vamos a casa. Le guiñé.
Los niños se nos olvidaron y terminamos llegando a casa. En realidad, Camila tenía prisa en llegar.
Entré con calma pero se perdió cuando sentí las manos tibias tomar mi cuello y jalarme. Terminé contra la pared y sus ojos llenos de deseo.
-Quiero crear un bebé. Susurró para después morder mi oído.
Llevé por instinto mis manos a su culo y la pegué hasta sentir sus pechos contra los míos.
No dije más, con brusquedad saqué su polera lanzandola a algún lado. Sus pechos estaban bajo un sujetador blanco de media copa, estaban realmente apetecibles. Besé su piel libre y con torpeza quité sus pantalones despacio, bajé hasta sus piernas para poder quitarlos, de regresó a sus labios besé su cuerpo.
-Me encantas. Besé sobre su abdomen y ella sonrió.
Jaló con ansiedad mi cabello y nos guió a la habitación. Luego me lanzó de forma divertida a la cama, mientras me exigía quitarme la ropa ella buscaba en los cajones algo. Me extrañaba bastante.
Yo estaba quitando mis bragas cuando volvió.
-Lo tengo. Miré a sus manos y observé un ¿dildo?
-¿Estas bromeando? Negó divertida.
-¿No te agrada lo que te hago? Mis pensamientos se estaban desviando.
-Dios, claro que si Lauren pero quiero probar esto ¿Tu?
Pensé que se lo iba a poner pero me lo lanzó.
-Manos a la obra bebé.
Lo tomé y comencé a estudiar, sus manos retiraban el resto de ropa.
-Se llama arnés cariño.
Yo rodé los ojos.
-Ya lo sé.
Aunque no me agradaba nada tener que usarlo, supusé que era una fantasía de mi chica. Le sonreí pervertida y lo coloqué en mi cadera. Raro.
Camila había entrado a la cama.
Besé sus labios una vez más y me acomodé sobre ella, la haría sufrir un poco.
Recorrí lentamente su cuello hasta sus pechos. Los besé. Su cuerpo se estremecía en cada contacto y pedía más.-Lau, házlo ya cariño.
Tomé su cintura con fuerza y con mi cuerpo abrí sus piernas.
-¿Te gusta así?
-Ajam. Logró contestar, ya había puesto mi mano sobre su entrada y me movía a ritmo. Me incliné para besar al mismo tiempo sus pechos.
Cuando la miré ella cerraba sus ojos y mordía su labio inferior. Tan sensual.
-Eres mi sueño Cami.
Subí para besar más sus labios. De forma posesiva. Y cuando menos se lo espero la penetré. Gruñó.
Me provocaba tanto placer sentir todo eso. Comencé movimientos lentos dentro de ella. Sus ojos se apretaban en cada embestida y mordía sus labios.
Fui directo a su cuello, me dediqué a lamerlo y provocar cortos gemidos.
Estaba sintiendo demasiado y por su cara deduje que ella también.
Me moví de forma más rápida y gemí, necesitaba verlo. Mis caderas se movían a un compás bastante agradable. Adentro y afuera, sus labios extendían una sonrisa.
-¿Te gusta así mi amor?
Gimió.
-Si Lauren.
Quise probar con otra posición y esta vez me pusé de rodillas sin salir de ella. Subí una de sus piernas a mi hombro y besé su muslo. Podía ver como su entrada se expandía con el dildo, era encantador, al ver sus reacciones. Ya no lo soportaba, me excitaba demasiado.
Estaba siendo algo torpe pero me gustó la parte de innovar. Gritó. El dildo estaba de un tamaño considerable pero sin duda aquella posición lo hacía llegar más al fondo.
Salía y entraba en ella con facilidad, estaba tan húmeda.
-Bebé, házlo más rápido.
-¿Mas? Le grité. Me estaba cansando demasiado. Pero aún así comencé a penetrarla más rápido. Ella se retorcía sobre la cama. Con una de sus manos acariciaba mi brazo, la otra permanecía sujeta a las sábanas, con fuerza.
De un instante a otro ella se movió buscando más placer.
-Camila. Le reclamé, estaba moviéndose de manera frenética.
-Quiero llegar. Gritó. Yo volví a mi posición anterior sobre ella y la obligue a abrazarme con sus piernas.
-Si cariño. Susurré en su oído. Busqué sus labios de manera desesperada cuando me sentí cerca. Sus labios en los míos permitieron disimular los gritos.
Cuando su cuerpo se arqueó la sujeté por el cuello y la obligue a mirarme. Me moví de forma suave y al verla cerrar sus ojos me aceleré. Llego a la cima. Su cuerpo comenzaba a temblar por el orgasmo y buscando más placer me incliné para lamer sus pechos. Respiró con dificultad y apretó su agarre en mi cabello, no quería que dejará de tocarla.
Yo aún no llegaba, así que me seguí moviendo lentamente hasta que vi las estrellas, ella atrapó con sus manos mis pezones y me besó. Yo gemí. Me sentí realmente cansada y me dejé caer por completo encima de ella.
-Wow. Dijo unos minutos después, su respiración comenzaba a ser la normal.
Levanté la vista y miré la pequeña capa de sudor en su frente y sus labios hinchados. Significado de que la había besado por mucho tiempo.
Con cuidado de no lastimarla. Saqué el dildo de ella y comencé a quitarlo de mi cadera.
-Ahora házmelo tu amor.
Dijó de forma pausada.
Aventé el aparato ese y la sostuve para que Camila se girará. Quedó en cuatro mirando atrás de la cama.
-Asi. Le indiqué al bajar y poner su cabeza contra las sábanas. Tenía la mejor imagen de su culo y su centro.
-Me gusta. Ella se rió con pesadez.
Sin pensarlo me lancé a su pliegues. Recorrí con mi lengua su entrada por completo. Hasta que me concentré en su clítoris. Sus gritos me inspiraban a seguir.
Suspiraba demasiado alto y soltaba algún gritito cuando mordía su culo.
-Dios, amo esto. Le dije cuando logré entrar en ella con mi lengua. Estaba tan húmeda y linda que me moví de forma rápida.
Gruñó e intentó reincorporarse.
-Quedate ahí. Le indiqué.
Besé su espalda y me dediqué otro rato a hacerla feliz, hasta que no lo soporto y estalló en un orgasmo largo. Gritó y se dejó caer en la cama.
-Lauren.
-¿Que pasa cariño?
Besé por última vez su culo y me recosté a su lado. Medio cuerpo lo recostó sobre mi y oculto su cara en mi cuello, suspirando. Yo la abracé tan fuerte.
-Fue increíble, te amo mucho.
Solté una carcajada.
-¿Solo por esto?
- Si, no me equivoqué al casarme contigo.
-Pues claro que no hermosa.
Se rió de forma perezosa y buscó las cobijas. Con un poco de esfuerzo logré cubrirnos.
-Duerme un rato, te amo hermosa. Le dije y ella besó mi cuello, erizando mi piel.
Sus respiraciones se hicieron lentas. Yo la abracé más contra mi y cerré los ojos. Parecía que solo habían pasado minutos pero un movimiento brusco en la cama me despertó de golpe.
Camila se sentó de repente.
-¡Los niños Lauren! Me dijo desesperada. -Demonios. Gruñí.
Ella intentó levantarse pero la detuve.
-Les hablaré. Dije y la calmé con un beso profundo.
Al instante contestó Sinu.
-¿Camila? Preguntó preocupada.
-No, soy Lauren.
-¿Donde se han metido? Estamos preocupados, son las 2 de la madrugada.
Me avergonce y Camila cubrió su cara con las manos.
-Estamos...No sabía que decirle exactamente, pero con ese simple gesto nos descubrí a ambas. Sinu soltó una risita.
-Lo entiendo. Dijo divertida.
-Lo siento. Me disculpé de forma tonta, y sintiéndome adolescente.
-Solo no vuelvan a hacerlo, al menos avísenos.
Asentí y me dí cuenta que era estúpido, por que no podía verme. Camila estaba sonrojada hasta que no lo soporto y estalló en carcajadas.
-Lo siento, Sinu, nosotras...
-Duerman o hagan lo que tengan que hacer, los niños ya están dormidos. Se burló.
-Gracias. Dije y Sinu colgó, aunque de fondo escuché la risa malvada.
Camila sujetaba su abdomen sin dejar de reír.
-Debiste ver tu cara. Dijo con esfuerzo.
Yo me enfadé y luego me sentí más relajada. La moví bruscamente hacía mi.
-Te voy a enseñar que tan graciosa puedo ser Camila Cabello.
Ella se quedó sería y yo mordí sus labios.
La segunda ronda estaba por comenzar.

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