6

8.6K 440 9
                                    

CAMILA
Apenas toque la cama y caí en un sueño profundo. Por fin Lauren había despertado y eso había abierto mi mente, tenía apetito y un sueño mayor. Ella estaría bien y se recuperaba.
La primera noche esperando noticias de su salud fue la peor. El doctor nos dió esperanza de que volvería en si en al menos tres días y cuando estabamos en el cuarto posterior al accidente, sentía que el aire no llenaba por completo a mis pulmones. Quería que despertará y poder ver sus ojos verdes una vez más. Ella no podía dejarme.
Atrapé su cabello con mis dedos y la miré otra vez.
Estaba tan pálida que me hacía recordar a Judith cuando estuvo enferma. Lauren era de piel blanca pero no tan pálida, además era de una piel que irradiaba calor constantemente. Me gustaba tocarla y abrazarme a ella, pero en esos últimos días sentía que perdía ese calor.
Con lágrimas en los ojos y con cuidado besé sus labios, no respondía claro pero al menos sentía una conexión.
-Despierta Lau, vuelve conmigo, házlo por los niños, por mi, yo te amo tanto. Dije una y otra vez cada noche mientras ella sólo respiraba y era marcado por ese aparato. Además la culpa me cansaba, no podía dejar de pensar que si yo no la hubiera echado de casa jamás habría tenido ese espantoso accidente. También pensaba en todas las cosas que le había gritado con odio, los golpes en sus mejillas y como alejaba a nuestros hijos de sus brazos. Me sentía culpable por hacerla sufrir.
Necesitaba que despertará e intentar al menos con otro acuerdo ser mejores para los niños. Algo más sano y pedir perdón por todo lo que había pasado en los cuatro meses de no estar juntas.
Deseaba con todo mi corazón decirle que los papeles del divorcio habían sido rotos por mis propias manos y que odiaba la idea de firmar aquello. Firmarlo aún amándola tanto. Jamás podría.
Pero después de todo ella había abierto sus ojos mientras no estaba a su lado. Salí de la habitación minutos antes de que despertará y  romper en llanto, otra vez le había suplicando que abriera sus ojos y por obviedad no funcionó. Busqué un poco de agua y luego regresé a su habitación en el hospital, donde miré entrar al doctor con prisa. Pensé lo peor pero luego me acerqué a la puerta y escuché su voz. Estaba despierta y eso me devolvió la sangre al cuerpo, podía respirar con tranquilidad.
Mi cuerpo se tensó al pensar en las circunstancias, no podía actuar como si nunca nos habríamos separado. Tenía que poner un margen antes de intentar arreglar nuestro matrimonio.
Llamé a mis padres, luego a los de mi esposa. Todos llegaron cuando el doctor nos dió la buena noticia y que todos podíamos pasar a verla al menos unos minutos.
Yo no esperé a que nadie lo mencionara y sin pensar en nada más que volver a ver sus ojos entré primero. Quería besar sus labios hasta cansarme y tocar su cabello. Pero no pude hacerlo, en cambio fingí estar tranquila de verla bien. 
Los niños eran un buen tema de distracción así que lo usé para salvar mi corazón.
Al salir de ahí, quise decirle a sus padres que lo más correcto era que su esposa se quedará, pero tampoco pude.
Ahora estaba en casa ansiosa por ir otra vez al hospital y verla sonreír.
Quería estar a su lado.
Sofía interrumpió mis pensamientos.
-¿Tu que haces aquí hermanita?
Dijo burlona. Rodé los ojos.
-¿A donde quieres que vaya? Genio, es mi casa.
Dejó algunas platos en la encimera y se giró para verme subiendo sus cejas.
-Eres tonta, se que mueres por saber de Lauren pero como son ambas tontas aquí estás, haciéndote nudos en la cabeza tu sola.
Yo negué de inmediato.
-No se por que Camila, pero desde que nos contaste el motivo por el cual corriste a Lauren de la casa, automáticamente confíe más en ella que en ti.
-¿Que dices? Respondí enfadada, ella que sabía.
-Mila, no la dejaste hablar contigo y Lauren está tan enamorada de ti que dudo tenga ojos para alguien más, bueno al menos hace meses solo eran para ti.
Salió sin decir más, a caso ella sabía algo que yo no. A que se refería con que hace meses era así, había sido tan dura con ella que finalmente había corrido a los brazos de esa mujer.
De pronto el odio hacia Lauren volvió.
-¿Oh sigues aquí? No te comas tus últimas neuronas pensando lo peor Mila, mejor corré a con tu mujer y evita que conozca a alguien más.
No sabía que tan buenos eran sus consejos pero me encaminé al auto, después de encargar los niños con mi madre. Esta vez solamente hablaríamos ella y yo, sin distracciones.
Tenía el objetivo de escuchar todo lo que quisiera decirme.
Entre al hospital saludando a las enfermeras que en una semana se habían ganado mi confianza y yo las de ellas. Toqué en la habitación pero nadie contestó. Al entrar las luces estaban apagadas y Lauren estaba dormida, nadie le acompañaba.
Horas después de verla descansar no pude resistir, nadie había entrado a la habitación. Me acerqué a la camilla.
Sus facciones estaban menos tensas, tal vez ya no le dolía como un día anterior.
Sus dedos del brazo inmovilizado estaban ahora más pálidos que el resto de su cuerpo. Con cuidado acaricié su mano y la piel expuesta. Daría lo que fuera por no verla así, por haber evitado ese golpe en su cabeza y mirarla tan decaída en su recuperación.
Cuando menos pensé ella había gruñido, la había lastimado.
-Yo...lo siento Lauren. Me disculpé.
-Estas aquí ¿O estoy soñando?
Yo sonreí por sus palabras, aún no habría sus ojos y me sorprendía la capacidad que tenía para reconocer mi tacto.
-Estoy aquí. Asintió y abrió sus ojos, me miró.
Estaba tan ansiosa por saber que esto no se había terminado y tal vez valía la pena arriesgarme a sufrir un rechazó. Poco a poco me acerqué a sus labios. Estaban un poco rosados y tibios los toque con los míos. Luchó por estirar su mano y colocarla en mi cuello pero no pudo.
-Shhh...esta bien. Continúe besándola, lentamente. Hasta que gimió.
-Te extraño Camila. Susurró.
Moría por sentirla completa en mis brazos, pero no se podía, rodeada de todo aquello no quedaba más que guardar distancia y seguir tocando solo sus manos.
-Yo...
Sus ojos se abrieron mandándome una corriente eléctrica hasta mi estómago. Por dios, amaba tanto su ojos.
-Te extraño también, de hecho he estado pensando mucho últimamente, por que me doy cuenta de que es una estupidez culparte de todo, yo te he alejado de mi hasta el límite.
-Lo has hecho. Me dió la razón con voz dolida.
-Pero quiero arreglarlo, quiero tratar de convivir contigo sin tener que pelear por todo o al menos hablarnos más.
Ella no dejaba de mirarme.
-¿Puedes intentar eso? Le pregunté con voz débil.
-Si. Contestó segura. -Solo que no será fácil y mucho menos después del divorcio.
Dudé mucho, no sabía si ella deseaba separarse de mi definitivamente.
Miré a la pared debatiendome entre contar o no que los papeles ya no existían, que yo ya no quería firmarlos.
-En realidad ya olvidé eso, yo no quiero firmarlo Lauren.
Solté sin poder tomar más aire, no hasta que ella dijera algo.
-Amm...no se que decir, me sorprende un poco, estabas muy decidida, ¿No lo haces solo por que estoy aquí hecha mierda verdad?
Negué de inmediato.
-Claro que no, lo hice hace semanas, no estaba convencida y sobre todo por que no quería que los niños sufrieran más.
Sus ojos ahora me miraban con un brillo especial.
-Para mi es una buena noticia, tampoco quería firmarlos. Sonreímos por un momento.
Aclaró su garganta después de quedar sin decirnos nada.
-El doctor me a dicho que saldré mañana por la tarde, esperaba que llevarás un rato a los niños al apartamento.
-Si ¿Tus padres te acompañarán?
Cerró sus ojos.
-No lo creo, es decir, ellos deben volver pronto a Vancouver.
¿Que? Lauren pretendía cuidarse sola y era obvio que no podría, además era necesario que alguien la observará todo el tiempo ¿Que y si de repente se sentía mal?
-Lauren, no puedes permanecer sola.
-Soy bastante mayor para cuidarme. Reclamó. Yo respiré profundo antes de sugerir.
-Mira, hay solo dos opciones, uno que te vayas con tus padres o dos que vengas con nosotros a la casa, dios que esto no ha sido tan simple, tienes un golpe bastante fuerte en la cabeza.
Frunció el ceño.
-¿No eras tú quien me corrió de la casa?
-¡Lauren!
Estaba hechando a perder toda la platica anterior sobre dar la oportunidad.
-Ya se que lo hice pero ahora trato de arreglar algo, quiero que vengas a casa, ahí no estarás todo el tiempo sola y podrás estar cerca de los niños al menos.
Será cabeza hueca, intentaban hacer lo mejor por ella, mejorar la relación y ella seguía resistiéndose.
-Camila debes saber que no puedo olvidar todo lo que has hecho en este tiempo, así que tienes que esforzarte demasiado conmigo.
-Dios, pero serás idiota, ¿Se te olvida que fuiste tú quien cometió un error al principio?
Le dije mucho más enfadada.
Cerró los ojos y el resto del tiempo hasta que llegaron sus padres no me miró de nuevo, no habló tampoco.
Yo salí de la habitación con el corazón aún más dolorido.
Mis esfuerzos ni los de ella iban a ser suficientes como para arreglar ese enorme orgullo que nos envolvía.

Lo que no ves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora