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LAUREN
Estaba nadando en mar de recuerdos, como si alguien me siguiera.
Tomaba aire cuando podía y no entendía como es que estaba ahí.
Las luces y el ruido en el asfalto me impedían dormir con tranquilidad, con lo poco que podía recordar de ese momento, solo sentía el dolor y cansancio en todas mis articulaciones, ¿Me habrá aplastado algo? Sentía que algo oprimía mi pecho, algo pesado, luego el sonido escalofriante de mis huesos rompiéndose.
Intentaba salir y dormir por fin, descansar de todos esos ruidos y movimientos pero no podía.
De repente algo me sacudió, algo realmente iluminado.
Abrí los ojos. Con lo poco que percibí, miré la habitación blanca. No me agradaba mucho ese color mucho menos una luz tan alta. Intenté gritar pero nadie estaba ahí. Parpadié un par de veces hasta mantenerme despierta.
El aparato a mi lado emitía el típico ruido se hospital, solo que sonaba demasiado fuerte. Un dolor en mi cabeza me hizo enloquecer, quise tocar esa parte de mi cabeza pero mi brazo izquierdo no respondía, lo intenté una vez más con el mismo por que el otro tenía una intravenosa. Por dios me quejé. Mi vista unilateral se percató de la escayola que cubría la mitad de mi brazo. De pronto un dolor se encendió en el sitio impidiendome moverme siquiera. Grité.
Aterrada por lo que sentía comencé a llorar. Como una niña pequeña, asustada.
Un momentos después una enfermera entró.
-Tranquila, no debes moverte enseguida viene el doctor.
Yo no podía detenerme, necesitaba mirar a alguien conocido, a alguien que... Necesitaba a Camila en otras palabras. ¿Que pasó exactamente?
Me calmé para poder hacer las preguntas. -¿Que me pasó?
Mi garganta ardía como nunca, como si algo hubiera lacerado algo dentro de mi. Tosí y mis costillas dolieron al momento.
-Has tenido un accidente en tu auto.
-¿Estaba sola verdad?
Le pregunté preocupada, no recordaba estar con los niños o con Cami. No recordaba que había pasado, solo el dolor que me invadía.
-Si, señorita, el doctor le explicará aquí viene.
Entró vestido formal y con una bata. Me miró curioso y despues de un rato me pusó una luz a los ojos.
-Tengo ceguera en el derecho. Dije aclarando mi garganta.
-Ya lo noté.
-Es desde antes.
El asintió convencido, revisó mi boca y luego consiguió que moviera mis piernas, luego mis brazos, con un poco de dolor y lágrimas moví mis dedos del brazo izquierdo.
-Estas perfecta.
Yo me enfade, esto le parecía bien, que estuviera en un hospital con un dolor terrible de cabeza y el brazo partido.
-No me mirés así Lauren, llegaste peor hace días, estabas con la mitad de la cabeza partida y el brazo, confiábamos en que no habría secuelas graves y bueno a eso me refiero cuando digo que estás perfecta, el resto depende de ti.
Lo único que llamó mi atención fue su mención de días ¿Estaba ahí desde hace días? El dolor de cabeza me obligó a cerrar los ojos. La enfermera a mi lado soltó una risita.
-¿No me has escuchado? Un camión enorme hizo que volcaras en una avenida, te abriste la cabeza Lauren.
Dijo el doctor un tanto divertido.
-Tengo una familia y mi trabajo. Reclamé sin poder abrir los ojos.
-Me duele la cabeza.
-Es por el golpe y la cirugía, vas a tener que estar aquí otros días, mientras tanto hay muchas personas que quieren saber cómo estás.
Le dió indicaciones a la enfermera antes de salir y despedirse. -Nos vemos en un rato por el momento entrarán a verte.
Me guiñó y salió.
La enfermera me regaló una sonrisa comprensiva y colocó algo en mi intravenosa. Algo que minutos después alivió mi dolor. No podía moverme mucho pero al menos no me dolía.
Miré la puerta del baño, entendiéndo lo vergonzoso de toda la situación. Odiaba estar en los hospitales, odiaba tener aparatos que hacían muchas cosas por mi, por ejemplo no necesitar ir al baño.
Estaba quedando dormida cuando la puerta se escuchó, alguien estaba entrando.
Los ojos café de mi vida entraron sigilosamente a la habitación, miró hacía mi, parecía cansada y con los ojos irritados.
-Lauren. Soltó un suspiro.
-Hola. La saludé sintiéndome un poco más tranquila, ella estaba bien.
Su cara cambió al acercarse.
-¿Que mierda te hiciste?
Dijo entredientes. Yo sonreí, no era normal que después de días de estar dormida ella me saludara así. Su ceño estaba fruncido.
-Ni yo lo sé. Dije para luego quejarme, mis costillas dolían bastante, hasta para suspirar.
Con inseguridad tomó mi mano, yo miré muestras manos unidas. Luego ella se inclinó y me besó la frente. Era el primer contacto íntimo en los últimos cuatro meses. Al menos así podía sentir sus labios, oler su aroma tan cerca y hablar con ella más de lo necesario.
-No sabía como tomar todo esto, pero a pesar de todo sabes que yo no te deseo mal, no lo hago por que eres madre de mis hijos.
Soltó, haciéndome daño. Me molestaba que aún en esa situación hiciera obvio que nuestro matrimonio estaba perdido. Nunca iba a aceptar la falta que hacía en su vida.
Asentí confundida. -Claro, ¿Y los niños?
Dije directa tratando de clavarle un puñal como lo hacía conmigo. Fingir que nada de lo que dejaba entre líneas me importaba. Solo mis hijos.
-Estan ahí afuera, ansiosos por verte.
-¿Que tiempo pasé así? Dije.
-Cinco días, el doctor siempre nos aseguró que despertarias y confiamos en el.
Las palabras como siempre estaban agotadas, este era el momento en que la besaba para que se retractara de lo que decía pero había una sombra entre nosotras impidiendo todo.
-Quiero verlos. Declaré y miré a otro lado de la habitación.
Ella asintió y salió para traerlos, no paso mucho tiempo y traía en brazos con ese trajecito azul que lo hacía ver tan encantador a Cam. Kilian se acercó por un lado, estaba preocupado.
-Hola cariño. Lo saludé y el me sonrió con lágrimas en sus ojos.
-Mamá.
-Estoy bien Ki. Asintió y luego besó mi mano.
Los grititos de felicidad me provocaron un aumentó de latidos en mi corazón por que de inmediato el aparato de a lado sonó más rápido. Cameron estiraba sus brazos hacía mi, feliz de verme. Lo amaba tanto. Camila intentaba sostenerlo frente a mi para que lo besará. Quería abrazarlo y mimarlo pero no podía.
-Ya sabemos por que estaba tan inquieto mamá. Dijo Kilian a Camila. Ella se rió y le dió la razón a su hijo. Estaban interactuando más y eso me aliviaba, lo menos que quería era separar a Camila de los niños aunque yo se lo gritará en cada discusión que teníamos. Pero era una buena forma de hacernos sufrir mutuamente. Mi cabeza se sintió aplastada y me quejé.
-¿Estas bien? Preguntó Camila por lo bajo.
-Si, es normal que duela supongo.
Ella me miró con pena en sus ojos, entendía que no solo me refería al dolor físico.
Las visitas después de esa disminuyeron, al final mis padres se habían quedado conmigo. A petición mía todos se fueron a descansar a sus casas. Aiden también había traído un ramo de flores bastante lindo. Marcus me llamó por teléfono justificado el motivo por el que no estaba conmigo.
Mi madre me miró asustada por la noche, el dolor había aumentado y no podían darme más analgésicos, así que la pasé mal.
Cuando amaneció ambos intentaron sacar alguna plática.
-Pense que Camila y tu arreglarían todo enseguida, Jack esta muy avergonzado por todo lo que su hija hizo. Dijo mi padre.
En realidad, nada de eso importaba ya. Lo que nos mantenía separadas a Camila y a mi era su orgullo, claro todo lo que habíamos dicho en los últimos meses. Cosas hirientes y con significado más profundo. Algo que yo no perdonaría.
-Es algo nuestro papá, es obvio que todo no volverá a ser igual.
-Lo único que hacen es hacerse daño y por supuesto a su familia. Mi madre intervino bastante segura de lo que decía. -Kilian actúa tan diferente, ya no es el niño encantador y positivo que conocí, sin querer lo están dañando y ni hablar de Cameron, esta creciendo sin ti, llorando sin saber que le hace falta y eres tu, Camila me lo contó.
-¿Has hablado con ella? Le pregunté interesada.
-Si, mientras estuvo aquí, la miré tan triste que tenía que hacer algo por ella.
-¿Estuvo aquí?
Estaba sorprendida realmente de eso, yo supuse que había odiado la idea de tener que visitarme o quizá...
-Claro que sí, todas las noches, después de salir del trabajo, yo la acompañaba y la obligue a comer algo estos días está muy delgada, no quería alejarse de ti, temía que no despertarás, lloraba todo el tiempo.
-Pero ¿Y los niños? Pregunté algo preocupada. No podía creer que Camila había estado conmigo.
-Con Sinu y Alejandro, ellos lo has cuidado, a decir verdad es el primer día que Camila sale del hospital después de que te ingresarán.
Mi padre le dió una mirada de reproche a mi madre por darme tanta información, suponía que lo más correcto era que nosotras habláramos algún día.
-Clara, vamos a tomar algo de desayuno mientras la enfermera se encarga.
Dijo mi papá saliendo de la habitación, la enfermera estaba otra vez conmigo, revisando mis signos vitales y aplicando los medicamentos necesarios.
-Te ves mucho mejor Lauren, me da gusto y ahora entiendo por que te molestó dormir tantos días, tu familia es hermosa, no puedes perder tiempo.
Yo asentí, tenía razón.
-Yo...¿Tu? ¿Tu viste a mi esposa aquí?
Le pregunté insegura.
-¿Camila?
Asentí ansiosa por que comentará algo más. -Claro que si, durmió dos noches en ese sofá, no se como lo logró pero te acompañó todo el tiempo.
Mis sonrisa debió ser la más grande del mundo. Mi corazón latía con fuerza. Ella estuvo conmigo, me ama como yo la amo. Tenía que componer toda esa situación aunque no sería fácil.
Necesitaba verla pero imaginaba que en esos días no regresaría al hospital.


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