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CAMILA
Me sentía tan fuera de mi misma, como si un tornado se hubiera llevado toda mi confianza en la humanidad.
Ni dormir me permitía descansar mi cabeza. Apenas cerraba mis ojos y las imágenes se sentían reales.
Me levantaba sobresaltada y Lauren estaba ahí para abrazarme. Susurrar cosas lindas a mi oído para calmar mi ansiedad.
Al fin comprendía, me hizo daño.
Abrí los ojos por que ese momento preciso llegó a mis pensamientos. Con un poco de esfuerzo pude salir de la cama y mirar a Lauren dormir, parecía en paz. Quería sobar su mejilla y besarla pero esa pequeña distancia emocional entre ambas me mataba.
Estaba ahí, me consolaba y cuidaba pero emocionalmente también estaba distante, sentía que nada de lo que decía era una verdad.
Respiré profundo y tomé un baño. Con mis dedos toqué el pequeño golpe en mi cabeza, no dolía pero me recordaba.
Por dios, había estado a punto de caer de ese sitio.
Justo cuando salí, estaba cubriendo mi cuerpo con una toalla, Lauren entró.
-Aqui estás, me asusté cuando no te vi en la cama.
-Lo siento, tenía que refrescarme un poco.
Asintió y me miró fijamente. Yo bajé la mirada, lo que menos necesitaba ahora era dejarme llevar por ella.
-Voy a preparar el desayuno, quizá mis padres aún duerman.
Intenté pasar a su lado pero colocó su mano en mi cintura.
Sus labios buscaron los míos, pero no me sentía cómoda así que mi mejilla fue el mejor sitio.
Salí con ese mismo nudo en mi garganta ¿Que me pasaba? ¿Porque sentía eso al estar cerca de Lauren? No me entendía y me comía la cabeza pensando.
Quizá ya era momento de ver a los niños, después de dos días era bastante justo y necesario ir con ellos. Los extrañaba pero me sentía tan casada que Lauren optó por permanecer en el departamento unos días, hasta que toda la situación pasará.
Me pusé ropa holgada y salí de la habitación, de camino a la cocina mi madre me alcanzó.
-Hola cariño.
Me miró con cuidado hasta topar con mis ojos. -¿Como te sientes?
Yo me aferré a sus brazos, no quería llorar, ya no, después de tantas horas haciéndolo.
-Shhh... tranquila cariño, estoy aquí, mamá está aquí.
-Quiero ver a los niños. Solté en un sollozo.
-Pero no pueden verte así Mila, tienes que recomponerte ¿Si?
Me solté del abrazo y retrocedí. Nadie me entendía. Dios ¿Porque nadie entendía lo que me pasaba? Había estado ahí al borde, gracias a esa horrible mujer, para colmo vivir como se mataba. Y lo único que hacía era llorar a partir de eso, me sentía dolorida y sin poder respirar tranquilamente. Su mirada venía a cada rato.
Desvíe mi mirada y mejor caminé.
Ella me alcanzó.
-Cariño, por favor comprendelo, Lauren tiene razón debes de estar bien para luego verlos, ellos están bien con Clara y Michael.
Mi corazón dolía otra vez.
El resto del día solo soportaba las miradas de pena de mis padres y Lauren, que de repente pensában que yo no podía hacer nada. Eso me enfadaba y luego me hacían sentir que era mejor no hablar.
Hablé con los niños un rato y tuve que colgar. Lauren pasaba el tiempo leyendo y escribiendo. Solo me miraba todo el tiempo.
-¿Quieres salir a algún lado cariño? Tocó mi hombro y me hizo estremecer.
-No.
-¿Cami?
-Lauren, ya, no quiero ir a otro sitio. Contesté con un tono fuerte. Ella retrocedió y mordió su labio. Estaba nerviosa.
Me enfade, no quería que estuviera todo el tiempo haciendo eso. En un arranqué choque su hombro y caminé a la puerta. Busqué con rapidez las llaves del auto.
-¿Camila? ¿Que haces?
Salí del departamento y busqué desesperada el elevador.
-Dejame en paz. Le dije cuando me persiguió, ambas caminábamos muy rápido. Tampoco hice caso a lo que mi madre gritó antes de que saliera.
-Cami. Lauren intentó tomarme pero la empujé. -¿A donde vas cariño?
-¡Dejame en paz!
-No lo haré por que me preocupas.
-Pasa que tu tienes la culpa de todo esto y no voy a quedarme a ver tu cara, no lo necesito.
Apreté el botón del elevador desesperada, sabía que estaba trás de mi. Y tal vez sin respuestas, mucho mejor, no me interesó hacerle daño, finalmente era la verdad. Ella nos llevó a todo, permitió que nos hicieran daño.
Se tardó.

LAUREN
Me faltaba el aire, de pronto el pasillo era demasiado pequeño para mi.
Retrocedí y dejé que saliera, no sabía si hacía lo correcto pero no lo soporté.
Subió al elevador y la miré a los ojos. Los míos llenos de lágrimas y de ella llenos de ansiedad.
De regreso en el pasillo Sinu me interrogó.
-Se fué, no podía detenerla.
-Ya sabemos a donde va, es mejor que la siga y tu te quedes aquí.
Asentí y Alejandro salió tras de su esposa, simplemente me dió una media sonrisa.
Demonios, todo era una mierda y no tenía idea de que hacer.
Horas después necesitaba arreglar toda la situación legal e irme de aquí lo antes posible. Tal vez regresar a casa funcione mejor.
Llamé a mi madre para asegurarme que todos estában ahí, que Camila ahora estaba con los niños. Así fué.
Se llegó la noche y yo me debatía entre ir o no a la casa.
Mi estupidez pudo más así que llegué sin avisar. Tomaban la cena.
Los niños corrieron a mi para saludar mientras que el resto me miraba con cierta tensión. Sobre todo de la chica castaña ojos café.
Me ignoró y fingió comer algo del plato.
-Yo, no tengo hambre me iré a la habitación un rato, provecho.
Salí de ahí con las manos temblorosas y un nudo en la garganta.
Después de enterarme de las cosas tan enfermas detrás de Sab no me era fácil superar. Era mejor guardarlo y que Camila jamás se enterará.
Dí vueltas en el dormitorio. Tratando de formar una descripción de los hechos creíble, que no perjudicará mi relación con Camila.
Ella entró cuando yo cerraba los ojos en la cama. Me dolía la cabeza como hace tiempo. Me estremecí al recordar cual había sido la causa de que el dolor apareciera. Mi vista.
-¿Lauren?
La voz de mi esposa llegó a mi cómo un susurro.
-mmmhh. Contesté de forma perezosa.
-¿Podemos hablar?
Asentí. -Te escucho.
-Lamento lo de hace rato, solo necesitaba verlos y salir del departamento me sentía asfixiada y me hacía recordar.
Abrí mis ojos y me senté. Ella agachaba su cabeza y miraba sus zapatos o algún objeto en el piso.
-Tienes razón.
-¿En que?
-En que fué mi culpa, debo aceptarlo.
-No, Lau, no es tu culpa ya te lo dije ese día, sinceramente...
Guardó silencio como cuidando sus palabras.
-Lau, lo único que necesito son tus brazos y dejar de pelear, de verdad que te necesito.
Solté un suspiro y sin pensar la rodeé. Sentí de inmediato su calor, su cuerpo unido al mío de una forma increíble. Soltaba respiraciones profundas y sollozos.
-Yo quiero lo mismo Cami.
Asintió y se separó para quitar sus zapatos. Llegó a la cama, recargando su cabeza en mi cuello.
Pasaba mis manos por sus brazos para consolarla.
-Te amo mucho Lau y voy a olvidar esta mala experiencia, tu debes hacer lo mismo, juntas ¿Quieres?
-Si bebé. Besé su nariz. Y ella sonrió de forma tierna, en serio que era una bebé, linda y encantadora.
-Los niños hicieron montón de preguntas y les dije que fue en la nieve, que me golpeé.
Miré su herida pequeña en la cabeza de Cami. Odiaba que una alma tan llena de amor hubiera vivido tal cosa.
-Muy bien, creo que suena bien eso.
Besó mi hombro con cariño.
-Te amo preciosa. 

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