Jason. © (1º libro) - Editando.

Capítulo 53

Jason's POV

{dos semanas después}

-¡Jason Gangardi!. -entra gritando mi padre a MI casa. Gruño.
-No tenes ningún puto derecho a entrar así a mí casa. -digo entre dientes. -¿Qué queres?.
-Primero que nada a mí me tenes respeto porque soy tu padre, Jason. -dijo enfrentándome. -segundo, no me preguntes que quiero porque si vine hasta acá fue por algo importante, acordate que Adrienna no está más acá como para venir de visita. -bufo. -y tercero, tenemos problemas otra vez con los rusos.
-¿No que ya lo habías arreglado, padre?. -pregunto sonriendo cínicamente. Él golpea la mesa y me queda mirando fijo.
-No me vengas con tus niñerías, Jason Alexander Gangardi. -gruñe.
-Vamos arriba y vemos como arreglar tu problema que, supuestamente, estaba resuelto. -digo mirándolo fijo. Mi padre asiente y nos encaminamos hacia arriba.

Bueno, así están las cosas:
1) mi papá volvió a ser el hombre más hijo de puta y frío que puede haber en la tierra.
2) hemos tenido dos problemas grabes con Adrienna.
3) robaron mercancía.
4) Agostino, Amedeo, James, Camillo, Giovanni y yo nos turnamos para ir a ver a Adrienna.

-¿Dónde está tu hermano?. -preguntó sacándose el saco y poniéndolo en el perchero de mi oficina. Los gemelos estaban sentados en los sillones muy cómodamente comiendo duraznos.
-En el hospital. -responde Amedeo sin mirarlo. Mi padre asiente.
-¿Cómo está?. -pregunta mirándome. Suspiro.
-Bien. -le contesta Agostino.

Luego de esa pequeña conversación, todos nos quedamos callados mirando hacia la nada, cada uno de nosotros perdidos en nuestros pensamientos. Reacciono y me encamino hacia mi silla detrás de mi escritorio.

-Padre, sentate. -llamo la atención del susodicho, él asiente y hace lo que le pedí.
-¿Necesitan que nos vayamos?. -pregunta Amedeo.
-No. -dice Atilio. -Necesito que escuchen, a pesar de todo son de la familia. -los gemelos asienten
-Bien, ¿Qué pasó?. -pregunto.
-Se arrepintieron de haber aceptado nuestro pacto. -frunzo el ceño al escuchar eso.
-¿Por qué?.
-Piensan que los vamos a traicionar. -dice muy enojado mi padre.
-¿Por qué creerían eso?. -interviene Agostino.
-No confían en los italianos, piensan que somos los humanos más despreciables y fríos que puede haber en el planeta tierra para estos trabajos. -digo mirándolo.
-¿Y qué? ¿Acaso no lo somos?. -dice Amedeo divertido. Río y escucho una risa de parte de Atilio.
-Y.. el robo de mercancía tiene que ver con ellos ¿verdad?. -pregunta Agostino. Mi padre asiente. -que rusos hijos de puta.
-¿Qué quieren que hagamos?. -pregunta el otro gemelo a nosotros dos con mi padre. Atilio se da vuelta en la silla y los queda mirando.
-Quiero que los hagan pagar por todo, hagan todo lo que tengan que hacer, lleven a sus mejores hombres; si tienen que matar háganlo, si tienen que quemar un país entero, háganlo, pero no quiero que les vean las caras, a ninguno ¿entendido?. -dice mi padre a mis dos mejores amigos.
-Si, padrino. -le contesta Amedeo sonriéndole.

Me sorprendo al escuchar ese "apodo", hace demasiado tiempo que ellos no le dicen así.
Mi padre ríe y asiente.

-Vayan y no quiero ni un problema, ¿capisci?
-¿Con quiénes cree que está hablando, padrino?. -dice egocéntrico Agostino. -Nunca lo hemos defraudado.
-Nunca lo hicieron, pero siempre hay una primera vez para todo, ¿no, chicos?. -mis amigos ruedan los ojos y asienten. -Ahora, fuera y vayan a reunir a sus hombres. -los gemelos no dicen nada más y salen de mi oficina.

Con Atilio nos quedamos hablando sobre los policías, las aduanas, sobre entrenar más duro a nuestros hombres y de asociarnos a otros países para tener mucho más poder; aunque, no nos quejamos, toda Italia, Alemania, parte de Estados Unidos, parte de México y Argentina están a nuestros píes.
Seguimos hablando con mi padre durante unos quince minutos hasta que suena mi celular.

-James. -digo apenas contesto.
-Tienen que venir vos, papá y los gemelos ya al hospital. -dice desesperado.
-¿Qué pasó?, mierda, James, no me asustes así, por favor. -digo haciendo que Atilio se pare al igual que yo.
-Callate, idiota y dejame terminar de hablar. -gruñe mi mellizo por el teléfono.
-¡Y habla!.
-Adrienna se despertó.