Para las visitas, la gran sala estaba amueblada con mesitas de cartas y sillas plegables. Cuando
llegué estaba medio llena, y Larry se encontraba sentado en una de ellas, con aire ansioso y
expectante. Cuando me vio, se puso de pie de un salto. Yo fui hacia él con toda rapidez y le abracé.
Estaba tan agradecida de que él pareciera feliz... Me sentía yo misma de nuevo.
Estaba permitido abrazar y besar a tus visitantes (¡sin lengua!) al principio y al final de la visita.
Algunos guardias permitían cogerse de las manos; otros, no. Si un guardia tenía un mal día, o unamala semana, o una mala vida, todas lo sufríamos en aquella horrorosa sala de visitas con el suelo de
linóleo. Siempre había dos presas trabajando en la sala de visitas también, ayudando al OC, y
acababan allí metidas charlando con el guardia durante horas.
Larry y yo nos sentamos a la mesa de cartas y él simplemente se me quedó mirando, sonriente.
Me sentí apocada de pronto. Me preguntaba si notaría alguna diferencia en mí. Empezamos a hablar,intentando cubrir de una sola vez una cantidad de terreno enorme. Yo le conté lo que me había pasado
desde que dejó el vestíbulo de la prisión, y él me contó cómo había sido para él tener que irse. Dijo
que había hablado con mis padres, que estaban aguantando muy bien, y que mi madre vendría a verme al día siguiente. Hizo una lista de todas las personas que le habían llamado para preguntar cómo
estaba yo, y que habían enviado peticiones para que las aprobaran como visitantes. Yo le expliqué
que había un límite de veinticinco personas en mi lista de visitantes. Nuestro amigo Tim había creado
una website, www.thepipebomb.com, y Larry enviaba allí toda la información relevante, incluidas las preguntas de la gente.
Hablamos durante horas (las horas de visita eran de tres a ocho de la tarde, los viernes), y Larry
me preguntó con curiosidad por todos los detalles de la cárcel hasta el momento. Juntos en aquella
mesa de cartas pude relajarme de la tensa vigilancia y la precaución que habían gobernado todos mis
movimientos en los tres últimos días, y casi olvidé dónde estaba, incluso mientras compartía con él
cada descubrimiento que me ofrecía mi nueva vida. Me sentía muy querida allí sentada con él,confiando en que algún día podría dejar atrás aquel horrible lugar. Tranquilicé a Larry incontables
veces diciéndole que estaba bien. Le dije que mirase a su alrededor... ¿le parecían tan malas lasdemás presas? Opinaba que no.
A las siete cuarenta y cinco era hora ya de que Larry y los demás visitantes se fuesen. Noté que seme encogía el corazón. Tenía que abandonar la burbuja de amor que rodeaba nuestra mesita de cartas.
No volvería a verle hasta al cabo de una semana entera.
-¿Has recibido mis cartas? -me preguntó.
-No, todavía no recibo correo. Aquí todo va al ritmo de la cárcel... a cámara lenta.
Las despedidas eran duras, aunque no solo para nosotras. Una niñita no quería separarse de su
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Orange is the new black (libro)
Ficção AdolescentePiper Kerman, una joven atractiva y de clase acomodada, se embarca tras su graduación en una relación sentimental con una traficante de drogas para la que acabará trabajando como mula. Diez años después, y con su vida ya rehecha, es condenada a pasa...