IV

194 3 0
                                    

Las dos corrieron hacia el taller y yo me quedé fuera, mirando a mi alrededor, frenética. ¿Qué

hacer con aquel puto destornillador? Estaba aterrorizada, porque sabía que se podía considerar un

arma. ¿Cómo librarme de él? Si lo guardaba en un escondite, ¿qué pasaría si alguien lo encontraba?

Pero ¿cómo se destruye un destornillador?

Mis ojos se fijaron en el cubo de la basura del SCM. Era grande, y todos los talleres tiraban allí

su basura, todo tipo de basura. Lo vaciaban a menudo y se llevaban la basura no sé adónde, a Marte

por lo que a mí concernía. Cogí la basura del taller y me dirigí hacia el contenedor. Estuve trasteando

por allí con la basura mientras subrepticiamente metía en ella el destornillador, intentando quitarle

las huellas. Luego arrojé ambas cosas al contenedor, que por desgracia no parecía demasiado lleno.

Ya estaba hecho. Con el corazón latiendo con fuerza, volví al taller y me quité el cinturón de

herramientas. Ni siquiera miré a Shirley la Nerviosa ni a Levy.


Aquella noche el asunto del destornillador volvió a aparecer en mi mente una y otra vez. ¿Y si el

OC notaba que faltaba y recordaba que habían estado unas presas en su casa? Haría sonar la alarma,
¿y entonces qué? Una investigación, interrogatorios, y Levy y Shirley la Nerviosa me delatarían en un


segundo. Cerré los ojos. Estaba bien jodida. Estaba muerta.

A la mañana siguiente, en el taller, sonó de pronto una extraña sirena como de alarma aérea. Casi

vomito. Shirley parecía a punto de desmayarse. Levy no se inmutó. Normalmente, la sirena se usaba


para los «recuentos», enviándonos a nuestras unidades de alojamiento para recuentos de emergencia

o prácticas especiales. Pero aquella vez no ocurrió nada; la alarma sonó durante unos terribles

minutos hastaá que simplemente se paró. Shirley salió fuera a fumar un cigarrillo, con las manos


temblorosas.

A la hora de comer me encontré con Nina y le conté lo que había pasado, muy afectada.


Ella abrió mucho los ojos.


-Por el amor de Dios, Piper... Vamos a buscarlo después de comer. Irás a ver a DeSimon y se

lo explicarás. No te encerrarán.


Pero el contenedor estaba vacío. Nina frunció el ceño y me miró.


Yo quería llorar.


-Nina, ¿crees que la sirena de esta mañana...?


Aunque estaba preocupada, aquello le pareció muy divertido.


-No, Piper, no creo que la sirena de esta mañana fuese por ti. Creo que la basura ha

desaparecido, y el destornillador también hdesaparecido, y si las pruebas han desaparecido, no

pueden demostrar nada. Lo más probable es que no ocurra nada, y si ocurre, es tu palabra contra la

de Levy o Shirley, y aceptémoslo, son unas idiotas, ¿quién les iba a creer?


Una tarde volví al dormitorio B y encontré a mi vecina, Colleen, presa de una gran excitación.


-¡Mis amigas Jae y Bobbie han venido de Brooklyn! Pipestar, ¿tienes algo de pasta de dientes

Orange is the new black (libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora