El 20 de julio, Martha Stewart fue sentenciada a cinco meses de cárcel y cinco meses de arresto domiciliario, la típica «condena dividida» para los delincuentes de cuello blanco, y muy por debajo del máximo de su condena. Algunas presas bufaron al oír la sentencia. Un 90 por ciento de los acusados en casos penales se declaran culpables. Normalmente, un defensor que se hace cargo de un caso que va ante los tribunales y pierde un juicio federal es severamente castigado por el juez con la sentencia máxima, no la mínima. Eso les había ocurrido a un cierto número de mujeres en el campo, que estaban cumpliendo condenas bastante largas. De todos modos, la mayoría de la gente del campo estaba convencida de que Stewart sería la nueva compañera de litera de alguien en Danbury, y que eso ciertamente animaría el cotarro. Si enviaban a Martha a Danbury, yo estaba bastante segura de
que la meterían en el dormitorio A, el «barrio residencial», con los casos de TOC.Desde mi llegada a Danbury oía hablar sin parar del Día de los Niños. Una vez al año, el DFP organizaba un acto en el que los niños podían acudir a la cárcel y pasar todo el día con sus madres.
Se planeaban actividades, como por ejemplo carreras de relevos, pintura facial, piñatas y comida al aire libre, y los niños podían pasear por los terrenos del campo con sus madres, un simulacro de familia normal que disfrutase de un día en el parque. Las demás presas estaban confinadas en sus alojamientos durante todo el día. Por ese motivo, las chicas que sabían de qué iba habían sugerido con mucha insistencia que me ofreciera a ayudarlas, aunque solo fuera para que no me dejaran metida en el cubículo ocho horas de un día probablemente caluroso.
Necesitaban mucha ayuda para el día en cuestión, de modo que la primera semana de agosto me convocaron a una reunión de voluntarias. Yo me encargaría del puesto de pintura facial. Cuando llegó el sábado, verdaderamente hacía un calor infernal, pero el campo estaba lleno de energía nerviosa.
Pop y las suyas estaban muy ocupadas preparando perritos calientes y hamburguesas. Las voluntarias o bien andaban por ahí o preparaban los distintos puestos. Desplegamos un pequeño toldo por encima de nuestra mesa llena de pinturas, botes y lápices de pintura de teatro de todos los colores del arco iris. Me sorprendí al ver que estaba muy nerviosa. ¿Y si los niños se portaban mal y yo no era capaz de manejarlos? Ciertamente, no podía reñir al hijo de otra presa… habría quedado fatal.Pregunté ansiosamente a la otra pintora de caras, que ya era veterana.
—Es fácil. Solo tienes que enseñarles los dibujos y preguntarles cuál les gusta —dijo, muy aburrida. Había una hoja con unos dibujos en forma de arco iris, mariposas y mariquitas.Llegaron los primeros niños para el gran día. Había que apuntar a los niños por anticipado, dejarlos en la sala de visitas y luego tenía que pasar arecogerlos el mismo adulto, que no podía entrar en las instalaciones, así que los niños entraban solos. Muchas familias habían traído a los niños desde largas distancias: Maine, el oeste de Pennsylvania, Baltimore y más lejos aún, y para algunos de ellos sería la única vez que verían a su madre aquel año. Que los registraran en la sala de visitas debía de asustar mucho a los niños, que luego corrían a los brazos de su madre. Después de los abrazos y besos, cogían a su madre de la mano y bajaban las escaleras hasta el comedor y luego salían del campo hasta la pista de atletismo y las mesas de picnic y el exterior, con todo el día ante ellos.
Nuestra primera clienta se acercó tímidamente al puesto de pinturas con su madre, una compañera que trabajaba conmigo en el taller de carpintería.
—Piper, quiere que le pintéis la cara.
La niña debía de tener unos cinco años, con unas coletas rizadas castañas y las mejillas gordezuelas.
—Muy bien, cariño, ¿qué es lo que quieres? —le señalé la hoja con los dibujos. Ella me miró.
Yo la miré. Ella miró a su madre—. ¿Qué quiere?
Mamá se encogió de hombros.
—No sé… ¿un arco iris?
El arco iris del dibujo salía de una nube. Parecía algo difícil de hacer.
—¿Y qué te parece un corazón con una nube… azul, para que haga juego con tu vestido?
—Estupendo, vale.
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Orange is the new black (libro)
Novela JuvenilPiper Kerman, una joven atractiva y de clase acomodada, se embarca tras su graduación en una relación sentimental con una traficante de drogas para la que acabará trabajando como mula. Diez años después, y con su vida ya rehecha, es condenada a pasa...