7ª Pluma

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Un sentimiento extraño la invade.

Un ardor se clava en su pecho, tan hondo, tan profundo que termina en el suelo, con sus propios brazos rodeándola, en un intento de calmarse.

Pero el dolor no acaba ahí.

Nota los hilos de sangre resbalar por su espalda cuando sus alas se extienden sin su consentimiento; y el dolor se vuelve angustia al descubrir sus propias plumas en el suelo...

- Qué coño está pasando –susurra a la oscuridad que le cerca –. ¡Qué coño me está ocurriendo!

Y es entonces cuando lo cree oír.

Se calla, intentando discernir si ese sonido ha sido real o producto de su imaginación.

Pupum.

Ahí está de nuevo.

Pupum.

Va cogiendo fuerza.

Pupum.

Esto no le puede estar pasando.

Pupum.

Con las últimas fuerzas que le restan, aparece en su refugio, cayendo con fuerza contra el suelo, notando en su boca un sabor que jamás pensó que probaría. El sabor de su propia sangre.

Tose, ahogándose entre el dolor, la angustia y el pánico de pensar en lo que le está ocurriendo, en lo que va a pasar a continuación.

Y entonces lo huele, como una confirmación que no deseaba tener. Y en un intento de apartar ese olor de ella, empieza a frotarse, a desabrocharse la ropa, a arrancársela sin remedio, rápidamente, desesperadamente.

Pero el olor sigue ahí, emanando de su propia piel, manchada de sangre...

El olor de una nauseabunda humanidad.

Y Regina, incapaz de aguantarlo, queda inconsciente y desnuda sobre el frío suelo de ese vacío apartamento.

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