39ª Pluma

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Silencio.

Silencio absoluto.

Aislada del mundo en esa bañera en la que está sentada.

Con la cabeza apoyada en las rodillas.

Hace horas que ha dejado de llorar, ya no le quedan mas lágrimas. De hecho, hace horas que ha dejado de lamentarse y ha empezado a pensar.

Su cerebro va a cien por hora, intentando idear algún plan, encontrar una solución a esa situación desesperada en la que se ha visto metida.

Necesita volver a verla, a sentirla a su lado; pero no por unos segundos, debe ser para siempre.

Una idea loca atraviesa su cerebro.

Primero la desecha, luego la analiza un poco y, finalmente, parece ser la única opción mínimamente viable.

Y, por primera vez en horas, levanta la cabeza, volviendo a oír los sonidos a su alrededor, a ver el mundo que espera atento que actúe, que se rebele ante su situación.

- Sigue ahí dentro -dice Zelena, tras la puerta cerrada del cuarto de baño.

- Cuando se canse, saldrá -oye a otra voz que le suena, pero no termina de venirle a la cabeza.

Aunque poco importa, pues ya no está en el baño.

Dando gracias a que Emma quitó los clavos que cerraban las ventanas, ha salido por la del baño, bajando por la escalera de incendios, escapando de ese refugio que ya no significa mas que recuerdos perdidos que ansía recuperar.

Y comienza su carrera, completamente indiferente a esa espesa cortina de agua que cae desde el cielo, conocedora del camino que la llevara a su destino, a ese mismo sitio al que tantas veces ha ido.

Al llegar, da gracias porque no hallan cerrado y abre la puerta con la misma o más fuerza con que la abrió Henry y ve a los hermanos, sentados tras el mostrador, que la observan entrar atentos, mirándola ir al mostrador, a por ese artefacto que tienen guardado en caso de atraco, volviendo tras sus pasos y parándose frente a ellos.

- Llevadme frente a Princesa -les dice.

Henry y Ruby se miran, con el ceño fruncido.

- No sé de qué nos estás hablan... -comienza Ruby.

- No me trates como a una imbécil -corta Regina-. Sé quienes sois, como también sé que vosotros sabéis quien fui. ¿Acaso creíais que no iba a reconocer a dos Alas Negras? Fui General, os conozco a todos. Y, ahora, llevadme frente a mi padre.

Henry se levanta de su sitio, dando dos pasos hacia el ex Alas Negras.
- No sé que pretendes, pero no vamos a llevarte ante nadie. Nuestra misión es de vigilancia. No debemos entrometernos.

Regina suspira, intentando controlar esas lágrimas que se acumulan e intentan salir, al tiempo que siente como la poca esperanza que tenía comienza a desvanecerse.

Y esa desesperación que comienza a apoderarse de ella despierta de nuevo su ira. Esa misma ira que llamea en sus ojos y que obliga a los dos Alas Negras a mirarse preocupados cuando la ven.

- Debéis llevarme frente a Princesa.

Ruby se levanta ahora, permaneciendo tras el mostrador. Es su turno para hablar.

- ¿Por qué deberíamos, mortal? Porque es lo que eres, Regina, una simple mortal sin poder alguno sobre nosotros.

Una fría sonrisa sin alma aparece en la cara de Regina que, con decisión, pega esa misma pistola que ha cogido de la trastienda, en su sien.

- Debéis llevarme frente a mi madre porque, si no, pienso volarme la tapa de los sesos.

No lo aparentan, intentan que el nerviosismo por la situación no se haga patente. Intentan mantener el control.

- Todos sabemos que no lo vas a hacer -comenta Henry.

- No sabéis una mierda -responde Regina.

- Baja el arma y hablamos -intenta Ruby.

- Oblígame -contesta Regina.

- Sabes perfectamente que tu vida nos importa una mierda, Regina -sigue Henry-. Por nosotros, puedes pegarte un tiro si quieres. De hecho, hazlo, así podremos dejar de vigilarte.

- Sé perfectamente donde acabaréis si Princesa se entera de que no habéis hecho nada por impedir que me mate. Lo conozco. Tal vez no me quiera, pero significo algo para ella . Soy parte de ella, su hija. Sería un ataque personal a su orgullo que la hija de Princesa se suicidara delante de dos de sus sirvientes. No tendrá compasión.

Un escalofrío recorre la espalda de Henry y Ruby.

Son conscientes de la verdad en las palabras de Regina. La mismísima Princesa en persona se lo dijo.

"Regina no debe morir".

El chasquido del arma al ser cargada los devuelve a la tienda.

No saben qué pretende la morena queriendo ver a su madre.

- Uno -susurra el ex Alas Negras.

- No lo vas a hacer -comenta Ruby.

Como tampoco saben si Princesa querrá verla.

- Dos -sigue Regina.

Los Alas Negras se miran, llegando ambos a la misma conclusión.

- Y tres -termina de contar Regina.

Aprieta el gatillo sin temblar.

Pero no hay disparo.

De hecho, ya no hay arma. La que tenía en su mano está entre las de Henry.

- Regla número uno del buen Alas Negras -sonríe este-, nunca confíes en la estupidez humana.

- Tú ganas -dice Ruby-, te llevaremos frente a Princesa.

Regina asiente.

Ojalá funcione.

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