15ª Pluma

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Suspira, aburrida, moviendo y arrugando las sábanas de esa cama en la que está tumbada.

Gira su cabeza y observa la espalda del Alas Blancas, sentada en la silla de siempre, frente a la mesa de siempre, leyendo y consultando los libros de siempre. Libros grandes, polvorientos y aburridos.

Vuelve a suspirar, cansada de hacer lo mismo durante los últimos dos meses; es decir, nada.

Joder, dos meses ya. Dos largos y aburridos meses encerrada en ese diminuto apartamento cuyas ventanas clavó Emma para evitar que se volviera a escapar. Cómo la última vez.

Se frota la mejilla, con una ligera sonrisa medio divertida medio de añoranza por ese beso robado a esa preciosidad de Alas Blancas. Porque es preciosa, nadie puede negarlo. Y tiene carácter, algo poco habitual en los aburridos siervos del Señor.

Por tercera vez, suspira, agotando la poca paciencia de Emma.

- ¿Qué pasa ahora? -pregunta esta, cerrando el libro de golpe.

- Me aburro.

- Te he comprado periódicos.

- Y ya me los he leído ocho veces; me he hecho los sudokus, los crucigramas y las sopas de letras; he llegado a la conclusión de que el que hace los horóscopos no tiene ni idea de astrología y se inventa las cosas; y he consultado la programación de hoy. ¿Sabes? Echan un programa que parece interesante y que no me importaría ver; pero hay un problema, no tenemos caja tonta.

Emma, que se ha girado, la observa, pensativa, llevando su mirada hasta la ventana, volviendo de nuevo a Regina, que la mira, esperando.

Finalmente, saca de su bolsillo una pulsera de cuero, que le lanza al ex Alas Negras.

- Póntelo -le dice.

- ¿Qué es? -pregunta Regina, cogiéndolo al vuelo.

Y su duda se resuelve al ver las runas grabadas en el cuero.

- Me quieres tener localizada, ¿eh? ¿Tan importante soy para ti? -bromea, echándole una mirada rápida a Emma, antes de ponerse la pulsera en la muñeca derecha.

- ¿Prometes portarte bien? -le pregunta Emma.

- Podías habérmela dado antes y evitarme estos meses de encierro.

- Responde.

Regina suspira.

Dios necesita salir de ahí, lo necesita tanto.

- Está bien. Prometo no volver a besarte sin tu consentimiento.

Emma calla, levantando una ceja, a la espera.

- Palabra de scout -sigue Regina.

- No eres scout.

- Ya, pero no te fías de mi palabra -y, antes de que Emma conteste, continúa-. Una vez le compré su alma a tres scout a cambio de salir vivos del ataque de un oso enfurecido, ¿eso vale?

El Alas Blancas no responde ante ese último comentario. Se levanta, coge su chaqueta y dice:

- Prepárate, nos vamos a pasear. Te hará bien.

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