62ª Pluma

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Tira a Emma al suelo, sujetándola rápidamente con cadenas que aparecen de la nada.

- ¡Déjame! -grita el Alas Blancas, desesperada, aprovechando que se ha deshecho de la mordaza.

- ¿Maestro? -pregunta el querubín Alas Negras, frunciendo el ceño.

- Zelena, lárgate de aquí -le ordena Mal.

El querubín no se hace esperar y desaparece inmediatamente.

Mal saca de la nada un libro que Regina reconoce al instante. Es uno de los libros que lo ha empezado todo, uno de los libros en los que el Hechizo Prohibido reposa entre sus páginas. Y Mal pasa sus hojas, buscando hasta encontrar lo que necesita, acercándose al mismo tiempo a la querubín de pelo rubio, que le devuelve la mirada, impotente.

- La verdad es que no me extraña que te la tires -le dice a Regina, empezando a seguir los pasos necesarios-. Va a ser divertido. Primero, adiós alas. Luego, adiós Emma.

La piel de Kirel se estremece al sentir un cosquilleo.

- Su... suelta...la -consigue decir Regina.

Mal la mira, sonriente.

- ¿Aún tienes fuerzas? ¿Acaso me vas a obligar a matarte?

- D...dejala en... en paz -sigue Regina.

El General no para, moviendo las manos al son de la magia necesaria para arrancarle las alas a Emma, mientras el famoso y maldito libro levita frente a él.

- Oblígame -ríe Mal, antes de señalar al Alas Blancas.

Regina oye y ve a Emma arquearse por el enorme dolor que la invade por completo.

Intenta levantarse, ir a impedir el maltrato que sufre su amante.

Emma.

Consigue incorporarse, sacando fuerzas de donde no tiene.

Emma resiste.

- No -susurra.

Las cadenas le impiden avanzar, detener los desgarradores gritos del Alas Blancas.

Regina se revuelve, intentando escapar, intentando romper esas malditas cadenas que la atan a la pared.

- No -repite.

Tira de las cadenas, tensándolas.

Emma llora.

La frustración, la desesperación de Regina por no poder hacer nada se convierte en ira.

Si tan sólo pudiese soltarse. Si tan sólo fuese más fuerte.

Si tan sólo... si tan sólo tuviese sus alas...

Y, entonces, ocurre.

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