60ª Pluma

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Un gemido.

Un débil gemido.

Casi nada, pero un todo para Kirel.

Regina está viva, y Emma llora de felicidad.

- Regina -la llama, quitándole un mechón de pelo de la cara.

Nota como el cuerpo de su amante se tensa, medio despertando.

- ...

- ¿Regina? No te oigo, cariño. Es mejor que no hables.

- ...mma...

- Estoy aquí. Tranquila, mi vida.

Le coge la mano herida para verla mejor y un escalofrío le recorre de abajo a arriba.

Dios, tiene muy mala pinta.

- Du... duele -consigue decir Regina.

Intenta abrir los ojos, ver a ese ángel liberador que la tiene abrazada.

- Lo sé. Y nos vamos a ir. Volvemos a casa, ¿vale? Y te pondrás bien. Volveremos a estar junta, mi vida. Tú y yo, solas. ¿Eh? ¿Qué te parece?

- Que no vais a ir a ninguna parte -responde Maléfica.

Y Zelena agarra a Emma por el cuello, forzándola, alejándola de Regina, golpeándola una y otra vez.

- Em... ¡Emma! ¡No! -grita el ex Alas Negras, sacando fuerzas de donde puede, intentando ponerse de pie.

Pero no puede.

No tiene tanta fuerza como para levantar su maltratado cuerpo, por lo que sólo puede ver de lejos como Zelena golpea una y otra vez, una y otra vez al Alas Blancas.

Y, cuando parece haberse cansado, Maléfica toma las riendas de la situación, obligando a Emma a tomarse el contenido de una petaca que saca de su bolsillo, y atándola a otras cadenas, situadas en la pared opuesta a la del ex Alas Negras, más altas que las de Regina, dejando al Alas Blancas colgando a unos centímetros del suelo, con la espalda pegada a la pared, inconsciente.

Esa es la última imagen que tiene Regina de ella, antes de que un golpe en la cara la haga caer de nuevo en la bruma de la inconsciencia.

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