47ª Pluma

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Se abre paso, poco a poco, entre la bruma de los sueños, saliendo de esa dulce inconsciencia nocturna.

Y sonríe al notar un peso sobre ella, aferrada a ella que, tras pronunciar unas palabras ininteligibles, y aún presa entre los brazos de Morfeo, le confiere un poco más de fuerza a ese abrazo que la une a la otra chica.

Emma amplía su sonrisa, invadida por la ternura de esa escena, y deposita un beso en los negros cabellos de su dormida amante, antes de ir separándose poco a poco de ella.

Cuando lo consigue, se ríe al ver como Regina, en sueños, frunce el ceño, se da la vuelta y sigue durmiendo.

Normal que no se despierte, deben haber pasado tres horas desde que ambas quedaron exhaustas por la pasión desbordada.

"Dios, si es que no para", se ríe Emma, saliendo de la habitación tras ponerse un albornoz que cubra su desnudez.

Pero no le sirve para aislarse del frío que parece haber invadido repentinamente el apartamento.

- Veo que mi hija sigue teniendo mucha energía para ciertas cosas -dice una voz, que reconoce al instante.

La sonrisa se le cae de la cara y casi puede oír como se hace añicos contra el suelo.

Frente a ella, Princesa, sentada en el sofá, con Charming tras ella.

- Yo... -comienza Emma, intentando tapar más piel con ese albornoz que, ahora, parece tan pequeño.

Pero no se le ocurre que decir y calla, mirando a los dos recién llegados y a la puerta del dormitorio.

- Tranquila, tardará en despertarse y, para cuando lo haga, ya no estaremos aquí -explica Princesa-. Anda, siéntate.

El Alas Blancas mira el sillón que le están señalando y, de nuevo, a Princesa.

- Vamos, no le hagas ese feo a tu suegra -sonríe esta.

Y algo en esa sonrisa la obliga a aceptar asiento y esperar, aunque no sabe a qué.

- Verás, sé que te sorprende esta visita; pero hay algo que debes saber cuanto antes -sigue Princesa.

Una copa de vino aparece de la nada en la mano de Princesa, que Charming se apresta a llenar con el líquido del interior de una botella en forma de lágrima.

- ¿Algo que... que debo saber? -pregunta Emma, extrañada.

- Sí, algo que es necesario que sepas a estas alturas y del cual depende el futuro de mi propia hija. Un pequeño dato que puede cambiarlo todo.

Princesa bebe un sorbo de su copa, bajo la atenta y nerviosa mirada de Emma y, por fin, habla:

- Te voy a contar la única manera posible de que Regina recupere sus alas.

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