33ª Pluma

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Con los ojos cerrados, siente el viento jugar con su larga melena negra.

Sentada en la azotea del edificio en el que tienen su refugio, recuerda los últimos momentos pasados con Emma, y sonríe, ladeando la cabeza, recordando el tacto de los dedos del Alas Blancas sobre su mejilla. Y una lágrima se desliza por ella.

Lo sabe.

Para ella es una realidad.

Jamás recuperará sus alas. Jamás volverá a sentir esa libertad, sabiéndose dueña de su destino, de su vida.

Es consciente del tiempo que pasa, de esos seis meses desde que le arrebataron su inmortalidad. Y sabe que, ahora son seis meses, pero pronto será un año, y, tras él, otro, obligando a su cuerpo a envejecer, un día tras otro.

Canas, arrugas, la vejez le llegará inevitablemente; y Emma seguirá igual. Sin ningún cambio en su cara ni en su cuerpo.

Exactamente igual.

Inmortal.

Eternamente joven.

Y sabe que Emma también piensa en ello. Es por eso por lo que, cree, el Alas Blancas no cesa en su empeño de conseguir devolverle sus negras alas.

Dios, vendería su propia alma si supiese que ello le llevaría a una eternidad junto a Emma; pero ella ha sido General Alas Negras y conoce la historia del Hechizo Prohibido.

Estuvo presente en la reunión entre Señor y Princesa, en la reunión en que se decidió ocultarlo.

Aunque de poco había servido, al menos para ella.

Suspira y se limpia otra lágrima, abrazándose a sus propias piernas, apoyando su barbilla en sus brazos. Sintiendo la ausencia del cuerpo de la rubia junto a el suyo.

Y, como si la hubiese llamado a gritos, la mano del Alas Blancas le acaricia los hombros, antes de sentarse a su lado, frente a ella, con una dulce sonrisa en los labios.

- Hola -la saluda.

Regina sonríe.

- Hola -le responde.

- ¿Has estado llorando? -le pregunta Emma, preocupada, al ver los trazos que las lágrimas han dibujado en las mejillas del ex Alas Negras.

- Un poco.

La querubín se adelanta, dejando un suave y cálido beso en los labios de la morena.

- Pues no llores, mi vida. No me gusta verte llorar. Además, traigo buenas noticias.

Regina la mira con el ceño fruncido, interrogante.

¿Buenas noticias?

- ¿Cuales?

- He hablado con Rumple. Señor ha dejado a cargo de la investigación del robo del Hechizo Prohibido a Snow.

- Snow, ya -responde Regina, sin poder evitar sentir asco ante la sola mención del nombre del Arcángel que echó a Princesa y a los Alas Negras del reino del Señor.

- Regina -sonríe Emma, sabiendo lo que ocurre.

- ¿Qué?

- Es el mejor. Encontrará al culpable.

- Seguro -responde, incrédula-. ¿Qué más noticias traes?

- Sólo dos más, una buena y una mala.

Regina no contesta, aún con el shock de la primera "buena" noticia.

- He encontrado un libro en el que se menciona la única manera que existe de que un alado al que le han cortado las alas, las recupere.

La mente del ex Alas Negras se queda en blanco, y mira a Emma, con los ojos abiertos de par en par.

- Ah... ¿qué?

- Que existe una forma. La hay, una manera de que recuperes las alas -responde Emma , feliz de ver brillar la esperanza en los ojos de su chica.

Una sonrisa deforma lentamente en la cara de Regina, hasta que una sombra aparece en su horizonte.

- ¿Y la mala noticia?

- La página del libro en la que, supuestamente, aparece la respuesta, ha sido arrancada.

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