23ª Pluma

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La puerta se abre y se cierra de un portazo.

El Alas Blancas deja de poner la mesa y se gira hacia la entrada/cocina, justo a tiempo de ver a Regina bailando un extraño baile a base de saltitos y movimiento de caderas, con las llaves en una mano y una bolsa en la otra.

Emma sonríe y se acerca hasta ella.

- ¿Y esa alegría?

- Ten-go tra-ba-jo -canta Regina, haciendo, de la barra de pan, un micrófono improvisado.

Y, sin que Emma se lo espere, lanza la bolsa con el pan y la caja de cereales a un rincón y agarra al Alas Blancas, siguiendo con su baile de la alegría particular, contagiando a la querubín. Por lo que ambas terminan bailando sin música algo entre música latina, rock y saltos varios, terminando bailando pegadas, abrazadas, Regina agotada por la energía quemada.

Ambas sonríen, por lo divertida de la situación pasada.

Poco a poco separan sus caras, haciendo que sus mejillas se acaricien mutuamente, y terminan observándose mutuamente los labios.

Y Emma avanza lentamente, hasta rozar esos labios que ansía besar.

Pero se para, y se separa de la morena, que se queda paralizada, intentando saber qué demonios acaba de ocurrir.

- Bu... bueno. Y... ¿y eso de que tienes trabajo? -cambia de tema Emma, aclarándose la garganta un par de veces.

Regina la mira, ida, perdida ante esa pregunta hasta que se acuerda de su nuevo trabajo.

- ¡Ah, sí! Es en la tienda de la esquina -responde, ilusionada, hablando a toda velocidad-. Necesitaban a una dependienta para el turno de día, que sólo tienen a una. Ruby, se llama. Es la hija de la dueña de la tienda, que ya no puede hacerse cargo porque acaban de abrir un restaurante al lado y se está ocupando de supervisarlo todo, para saber si va a salir todo bien.

Emma sonríe, divertida por ver el nerviosismo del ex Alas Negras.

Y se supone que esa chica era un General Alas Negras, y ahora está feliz y nerviosa con su primer trabajo honrado.

- Y, ¿cómo lo has conseguido? -pregunta, poniendo sobre la mesa una cazuela de espaguetis con tomate y queso, y la barra de pan.

- Por Henry -contesta Regina, cortando un trozo de pan y sirviendo los espaguetis.

- ¿Henry?

- El hermano de Ruby, debe de tener once años, pero es un chico muy simpático. Es el culpable de que haya comprado los Croco Choco.

- ¿La caja esa de cereales? No, si ya decía yo -se ríe Emma.

- Pues al parecer le he caído en gracia a Henry y, cuando estaba pagando, comentó que estaban buscando a una dependienta, que yo le caía bien y que tenía que trabajar allí. Ruby le dijo que no debía ponerme en un compromiso. Y yo, entonces, le dije que no era un compromiso y que coincidía en que estaba buscando trabajo y...¿pasa algo? -pregunta Regina, preocupada por el silencio de la Alas Blancas.

- Nada, no pasa nada. Sólo me alegro por ti.

Y Regina sonríe, y comienza a comer sus espaguetis.

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