25ª Pluma

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Sentada en la cama, la mira prepararse, acicalarse, y la idea de que ponga tanto empeño para salir sin ella, para salir con otra, no le gusta. Le duele, le molesta y cabrea soberanamente.

- ¿Y con quién decías que te vas de marcha? -pregunta de nuevo.

- Con Ruby -vuelve a responder Regina -. mi compañera de trabajo, la hija de la dueña de la tienda.

- Ah, ya. Esa -susurra Emma.

Decidiendo que es una tortura ver como Regina se da los últimos retoques, se levanta y se dirige a la ventana, mirando en dirección a la tienda, en cuya puerta descubre a la tal Ruby esperando. Y le cae aún peor.

- ¿Y a qué hora habéis quedado? -pregunta, sin interés.

- Pues, en veinte minutos -contesta Regina, sacando la cabeza del baño -, ¿por?

- No, por nada -se calla Emma, antes de susurrar -. Porque ya está ahí.

- Bueno, ¿qué tal estoy? -le pregunta el ex Alas Negras, obligándola a girarse.

Y la ve, delante suya, con el pantalón y la camiseta que se ha comprado ese mismo día, con aire juvenil, maquillada, haciendo resaltar esos profundos ojos que observan a la rubia, esperando una respuesta.

- Estás... -comienza el Alas Blancas.

- Estoy... -ríe Regina.

- ...preciosa -termina Emma.

Regina amplía su sonrisa.

Segundos después, la ahora mortal corta el contacto visual, y se acerca a la ventana.

- Pues nada, me voy ya -sentencia, cogiendo su bolsa y chaqueta por el camino, antes de desaparecer por la puerta.

Y Emma se descubre sola en ese apartamento, observando por la ventana como Regina se une a Ruby y se dan un par de besos antes de ponerse en marcha. Y no le gusta ese sentimiento que la invade.

Y por eso coge su abrigo y sale tras la morena.

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