38ª Pluma

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No puede evitar esa sonrisa que le invade la cara, al tiempo que piensa en lo poco que le queda por ver a Emma.

- Menuda está cayendo -le comenta a Ruby, dejando una caja frente al mostrador.

Su compañera levanta su mirada de la revista que está leyendo y asiente.

- Sí, la verdad es que menudo chaparrón.

- Dan ganas de meterse en la cama, con la colcha hasta las orejas.

- Ya te digo. Y bien acompañada, ¿no?

Regina ríe, pillando al vuelo el sentido oculto de la frase.

- ¿Qué tal con tu chica? -pregunta Ruby- Jennifer se llamaba, ¿no?

- Sí, Jennifer -sonríe el ex Alas Negras-. Genial. En serio, jamás he estado tan feliz.

- Se te ve.

La puerta de la tienda se abre repentinamente y ambas chicas se giran a tiempo de ver entrar a Henry, calado hasta los huesos, serio.

- Hola, Henry -saluda Regina con el ceño fruncido.

Pero no le contesta. Tan sólo mira a su hermana y se dirige a la trastienda.

- Lana, ocúpate de todo un momento -se disculpa Ruby con la mirada-. Ahora vuelvo.

Y desaparece tras su hermano, dejando a una Reina extrañada que no puede quitarse la sensación de que algo va mal.

Pero la sensación no desaparece, y menos cuando la pareja de hermanos sale.

- ¿Pasa algo? -pregunta.

- Lana, vete a casa, por favor -le dice Ruby, seria, casi pudiendo decir que cabreada.

Regina mira a Henry, quien evita su mirada.

- Es... está bien. Si me necesitáis, ya sabéis donde vivo -indica, antes de coger su abrigo de detrás del mostrador y salir de la tienda.

Sin embargo, la sensación sigue allí, y algo la obliga a apretar el paso, casi corriendo hasta el refugio, deseando sentir los brazos de Emma a su alrededor.

Y, cuando llega, cuando abre la puerta, cuando no ve a su Alas Blancas sonreirle y correr hacia ella, su corazón y su mente le dicen que esa sensación es cierta.

Algo va mal.

El refugio está vacío.

La ventana del dormitorio, abierta, deja entrar el frío, y las cortinas, a ambos lados, parecen luchar contra ese viento de tormenta que acompaña esa lluvia, ese lloro del cielo.

- Hola de nuevo, Regina -dice una voz tras ella.

Un escalofrío la recorre de abajo a arriba.

Y se gira, seria, saludando a la recién llegada con un simple gesto de cabeza.

- ¿Y Emma?

Zelena ríe.

- No te preocupes más por ella. No la vas a volver a ver nunca más.

El mundo desaparece alrededor de Regina, quien aprieta los puños, blanqueando sus nudillos, sintiendo la ira recorrer su cuerpo.

Ira e impotencia.

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