48ª Pluma

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No sabe qué pensar, qué decir, cómo actuar.

Princesa se ha ido hace ya rato y Emma se ha quedado en el mismo sitio, mirando un punto situado en el infinito. Ni siquiera oye como Regina abre la puerta del dormitorio, quedándose en el marco de la puerta, observándola.

¿Qué le pasa a Emma? ¿Por qué está así, con esa expresión de angustia en su cara?

Preocupada, se acerca a ella, arrodillándose frente al Alas Blancas, posando su mano en la mejilla de Emma, quien tiembla con el contacto, mirando a Regina con los ojos como si no la viese realmente.

- Hey. Cariño, ¿estás bien? -le pregunta el ex Alas Negras.

Y la querubín por fin enfoca su mirada, y descubre a Regina, a ese ser que le quita la respiración, que aparece en todos sus pensamientos, por el que...

Dios, las palabras de Princesa vuelven a su cabeza, y la desestabilizan mentalmente, obligándola a tirarse al suelo, abrazándose a La morena como si esta fuese ese trozo de madera que la mantiene a flote en plena tormenta.

- Regina -susurra.

- Dime -le responde esta, aceptando ese abrazo, devolviéndoselo, sin atreverse a preguntarle nada al ser indefenso que tanto necesita su apoyo.

- Yo... eres... eres lo mejor que me ha pasado nunca. Lo sabes, ¿verdad?

Una alarma suena en la mente de Regina.

Algo ocurre.

Algo está pasando y no le gusta.

Con cuidado, se aparta ligeramente de Emma, acariciándole la mejilla, el pelo. Intentando demostrarle que sigue ahí, que no piensa abandonarla.

- Lo sé, mi vida. Lo sé -le contesta, obligándola a que la mire a los ojos.

Una sonrisa triste aparece en la cara del Alas Blancas, que avanza hasta pegar su frente en la de Regina, rozando sus labios con los del ex Alas Negras, hasta que la besa, con desesperación, con ganas de olvidarlo todo.

Sólo quiere estar con Regina, sólo amarla y sentirla a su lado.

¡Maldita sea! ¿Por qué tienen que complicarse tanto las cosas?

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