49ª Pluma

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Maléfica está nerviosa.

Princesa no suele llamarla, no al menos desde que se opuso al ascenso de Regina a General.

Es completamente consciente de las apuestas que circulan por The Hell sobre cuanto tiempo más pasará hasta que la mismísima Princesa ordene que la manden a Sus Reinos para el resto de la eternidad, condenada a sufrir la más dolorosa de sus pesadillas por el resto de su inmortal vida.

Charming le abre la puerta, mirándola de arriba a abajo, y Mal lo soporta, porque no está en condiciones de decir nada. Porque se lo juega todo; porque, si se lo monta bien, ella misma estará sentada en el lugar de Princesa en poco tiempo.

- Pasa -le indica Charming, la mano derecha de la mismísima Princesa, a su lado desde que Ella subiera al trono del reino de las Tinieblas.

Y entra, haciendo una pequeña reverencia frente al sillón desde el cual Princesa le mira, seria, fumando un puro y bebiendo de una copa un extraño líquido oscuro.

- Hola, Maléfica. Hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Todo bien?

- Sí, mi Princesa.

- Bien. ¿Algún asunto entre manos en este momento? El proyecto de algún contrato o algo parecido.

- No, mi Princesa.

- Mejor.

Mal la ve beber un trago, pensativa.

- Verás, me veo en la obligación de darte una misión -explica Princesa-. No se la puedo encomendar a nadie más porque sería demasiado evidente. Sin embargo, tú eres perfecta.

El General toma aire.

- Supongo que habrás oído los rumores acerca de la desaparición del General Maël -continúa Princesa-. Esos que indican que esta ha sido víctima del Hechizo Prohibido y que está siendo custodiada por los Alas Blancas.

Mal asiente.

- Sí, mi Princesa. Los he oído.

- Pues bien. Esos rumores son ciertos.

- ¿Ciertos? -se hace el sorprendido- Pero, mi Princesa, ¿se sabe quienes son los culpables?

- No hagas preguntas que no te incumban -responde Princesa, dejando su copa en la mesa, más seria de lo normal-. Estás aquí porque, según nuestras fuentes, Regina ya no está segura en manos de los Alas Blancas, por lo que hemos pasado a custodiarla nosotros. Y necesito un General para supervisar la seguridad de Regina y de un querubín Alas Blancas que, por un motivo que no viene al caso, está con ella. Y he pensado en ti.

- ¿Yo?

Maléfica intenta no sonreír, que no se le note esa alegría que le ha invadido.

Princesa le acaba de servir la cabeza de su propia hija en bandeja.

- Sí, tú. Ese incidente que tuviste cuando el ascenso de Regina a General, oponiéndote a mis designios, hace que la mayoría dude de la confianza que deposito en ti y nadie pensará que dejo a mi hija en tus manos, por lo que eres la guardiana perfecta. ¿Te ha quedado clara tu misión?

El General asiente, con la sonrisa pintada en sus labios.

- Sí, mi Princesa.

Dios, cómo desea tener delante a Regina.

Seguro que los estirados de Rumple y Snow se sorprenderán cuando sepan que, no solo las ha encontrado, si no que, además, tiene acceso libre a ellas.

Un poco más, y la última fase de su plan estará en marcha.

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