55ª Pluma

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Algo húmedo se estrella contra su cara, medio despertándola.

Don... ¿dónde está?

Le cuesta abrir los ojos.

Otra gota más cae sobre su cara.

Joder, le duele todo.

Intenta llevarse una mano a la cabeza, pero algo se lo impide. Un ruido metálico le indica que está encadenada.

Se obliga a terminar de abrir los ojos, y la leve luz que hay en lo que parece ser un sótano, le despierta ese horrible dolor punzante que le atraviesa el cerebro y que la obliga a medio incorporarse para dejar que las náuseas que le han invadido hagan su trabajo, echando de su cuerpo lo poco que tenía en el estómago.

- Ah, mierda -susurra, esforzándose por recordar qué es lo que ha pasado.

Lentamente, se arrastra por el suelo hasta poder apoyar la espalda en la pared en la que, al parecer, están ancladas sus cadenas.

Y lo primero que se le pasa por la cabeza es Emma.

¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Le han hecho algo?

No soportaría que le hicieran daño.

Con sus cadenas menos tensas, consigue llevarse una mano a la cara y palpársela, descubriendo lo que parece ser sangre seca bajo la nariz y barbilla, aparte de un dolor en el pómulo derecho.

Al menos no le ha afectado al ojo.

Algo es algo.

Pero sigue sin saber dónde está y qué hace allí.

Se concentra, intentando dejar de lado el dolor y rebuscar entre sus recuerdos, en busca de algún dato que le facilite más información acerca de lo que está ocurriendo.

...

Dormitorio.

Cama.

Se acababa de levantar.

...

Tenía hambre.

Cocina.

Leche.

Maléfica .

¿Mal?

Sí, recuerda el golpe que le impide respirar bien.

¿Contusión, fractura? No sabe lo que tiene en la nariz, pero duele un huevo.

Así que Mal está involucrada.

Bueno, no le extraña. Siempre se supo que, tarde o temprano, se amotinaría contra Princesa.

Sus ansias de poder eran conocidas por todos, al igual que su odio hacia ella, la hija de Princesa y un mortal fallecido hace milenios, que se había erigido más gloriosa que lo que muchos preveían. Por eso y por una pequeña traición que cometió contra Maléfica antes de que la ascendieran a General.

En fin.

Pero hay alguien más.

¿Quién?

...

Piensa, Regina.

¡Piensa!

Oye una puerta abrirse, y la luz que ilumina repentinamente el sótano la ciega momentáneamente, y el dolor vuelve, mareándola.

- Así que has despertado -le dice una voz que, aunque tarda en reconocerla, lo consigue.

Zelena.

Esa era la carta que le faltaba.

- Eso parece, sí -responde, con ironía.

El pie del querubín Alas Negras se estrella contra el costado de Regina.

- Ten más cuidado con tus palabras -susurra Zelena, agachándose hasta quedar cerca de la dolorida prisionera. Y la escupe-. Me das asco.

- No soy yo quien ha vendido la pureza de sus plumas por la inconsistencia que significa el poder de otros. ¿Qué buscas en todo esto, Zelena?

Pero no recibe respuesta a su pregunta.

- ¿Tienes hambre? ¿Sed? -le pregunta, mostrándole un plato de comida y una jarra de agua.

Oh, sí. Claro que tiene.

Pero su orgullo le hace mantenerse callada.

- No hace falta que respondas, tus ojos ya lo han hecho -sonríe Zelena, sintiéndose poderosa.

Y ante la falsa indiferencia de Regina, el Alas Negras derrama la comida al suelo, regándola con el agua y pisoteándola, antes de salir.

- Hasta mañana -canturrea feliz Zelena, antes de salir del sótano y sumir en la oscuridad, no solo el sótano, si no también el futuro de Regina.

Emma, ¿dónde estás?

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