53ª Pluma

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- Bueno, ¿qué tal con mi hija?

Emma mira a Princesa.

Es extraño, pero siente como si, poco a poco, se estuviese acostumbrando a ese halo de frío y terror que emana de su... ¿suegra? Se le hace raro tratar como tal a la mismísima Princesa de las Tinieblas.

- Muy bien -contesta, con una ligera sonrisa.

- Me llegaron rumores de que teníais una pequeña crisis -comenta Princesa.

El Alas Blancas suspira.

- Sí, hemos pasado un pequeño momento de inestabilidad; pero ha sido rápidamente solucionado.

- ¿Puedo preguntar qué es lo que pasó?

- Me puse nerviosa y me distancié un poco de Regina. Ella lo notó y me... relajó.

Princesa sonríe.

- Entonces, todo arreglado, ¿no?

- Sí.

- ¿Ella está feliz?

- Mucho -responde Emma, sonriendo, recordando la risa de su chica.

- Maravilloso.

El Alas Blancas observa sin mirar el paisaje tras una de las ventanillas de la limusina, intentando saber dónde está. Pero no reconoce esas calles a través de las cuales están pasando.

Oye a Charming toser.

- Una crisis en vuestra relación, justo en este preciso momento pone todo por lo que estamos luchando en peligro, Emma -recuerda Princesa.

- Lo sé -asiente el Alas Blancas, empezando a ponerse nerviosa.

No quiere cabrearle.

- Pero, tranquila, comprendo que esta situación te venga grande. Al fin y al cabo sólo eres un querubín Alas Blancas. Se te ha impuesto un gran peso a tus espaldas.

- No es un gran peso -susurra Emma.

Princesa ladea la cabeza, con una ligera sonrisa.

Hacía tiempo que no la contestaban.

Sí, esa chica le gusta.

- ¿No lo es? -le pregunta a la querubín.

- No. Lo que siento por... por Regina, no es un peso, no es algo malo. Es... lo mejor que me ha pasado, es lo que da sentido a mi eternidad. Si me he puesto nerviosa ha sido por el miedo a perderla.

- ¿Sigues con ese miedo?

No hace falta que la rubia se lo piense.

- Seguiré teniendo siempre este miedo, es lo que me hace luchar por Regina. Además, sé que, en el fondo, ella también tiene el mismo miedo.

- Pareces conocer mucho a mi hija, ¿eh?

Emma no contesta, sólo observa de reojo a Princesa, viendo como esta mira su reloj con semblante serio, casi enfadado.

- Pues, esperemos que no te equivoques en cuanto a los sentimientos que Regina tiene por ti -indica Princesa-. Acaban de secuestrarla.

Un jarro de agua frío pánico invade a Emma.

No, no es posible.

Aún no, es demasiado pronto.

- Empieza el juego -oye decir a Princesa.

Y niega en silencio.

No, juego no.

Ahora comienza su peor pesadilla.

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