58ª Pluma

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- ¿Cómo vas? -pregunta Ruby, desde el marco de la puerta.

Emma no responde, resopla.

- Te he traído algo de comer. Es un simple sandwich, pero lo que importa es la intención, ¿no? -dice el Alas Negras, intentando subir, aunque sea unos milímetros, el ánimo de esa agotada chica que la mira tumbada en la cama.

- Gracias -susurra Emma, con voz ronca, frotándose los ojos-; pero no tengo hambre.

Ruby entra, dejando el plato con el susodicho sandwich y un vaso de agua en la mesita de noche. Y, tras un último vistazo al Alas Blancas, dirige sus pasos de nuevo a la puerta, dispuesta a seguir con la espera en el salón.

Pero no llega a salir.

Los sollozos ahogados de Emma la detienen, obligando a mirar atrás, viendo como el Alas Blancas se ha girado y llora con la cabeza enterrada en una almohada.

Se queda parada, sin saber cómo demonios reaccionar.

¿Debe acercarse? ¿Dejarla sola?

Mira hacia la puerta y, de nuevo, a Emma; y suspira antes de avanzar hasta la cama y sentarse en ella.

- Emma, eh -llama Ruby, poniendo su mano en el hombro de la chica.

Y, ante la sorpresa del Alas Negras, Emma se abraza repentinamente a ella.

- No... no la voy a encontrar nuncaaaa -solloza el Alas Blancas.

- Sí, sí lo harás -intenta tranquilizarla Ruby, sin saber cómo.

- No. Sólo soy una simple querubín. Ni tan siquiera me he ganado mis alas. ¿Cómo la voy a encontrar? ¡La oculta un General! -sigue sollozando Emma, separándose de Ruby, limpiándose las lágrimas que continúan brotando de sus ojos.

Y, ahora, ¿qué dice?

- Ya, pero...la encontraste una vez,¿no? Cuando no quería ser encontrada. Ahora, ella quiere que la encuentres, seguro. Piensa que está asustada, lejos de ti, sufriendo las torturas que a Mal y Zelena se les ocurran.

- Eso no ayuda, ¿sabes? -la mira Emma, dolida por la imagen que le está dibujando Ruby.

- Tal vez mis palabras no te tranquilicen, no te calmen. Y no es lo que pretendo. Deseo despertar esa parte de ti dormida que encontrará a Regina. Porque la tienes. Eres la hija de un Arcángel, niña, eres poderosa por nacimiento, sólo que aún no lo sabes.

Emma ha dejado de llorar.

Pensar en Regina sufriendo a manos de Mal y Zelena la cabrean.

- Una vez me dijiste que sentías su dolor. Concéntrate en eso. Tal vez vuestro amor es tan fuerte que os une con un lazo invisible aún estando separadas, y esa unión sea el dolor que Regina esté padeciendo. Quizás sea el primer paso para encontrarla y, cuando lo hagas, avísanos. Puede ser peligroso ir sola.

Emma asiente y mira a Ruby salir del dormitorio, antes de tumbarse de nuevo en la cama.

Cierra los ojos y reconoce al instante ese eco de dolor que retumba en su interior.

Regina.

Piensa en lo que le ha dicho Ruby y se concentra en ese eco.

Y el eco se vuelve susurro.

- ... ma... -oye.

Debe concentrarse más.

- ... maaaa... -escucha cada vez más alto.

Es ella. Es Regina.

Pero, ¿qué dice?

Y, por fín lo oye.

Nítido.

Como si estuviese a su lado.

El desgarrador grito que sale de la desesperada garganta de Regina.

- ¡EMMAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Y el Alas Blancas sonríe.

Ya sabe dónde está.

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