51ª Pluma

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Espera unos segundos tras oír como se cierra la puerta y se levanta, poniéndose bien el albornoz.

Sale de la habitación, encontrándose con Emma sentada en el sofá, con la cara enterrada en sus manos. Llorando.

Y el alma de Regina se quiebra a causa de esa escena; pero no avanza, se queda en el marco de la puerta.

- Dime qué te pasa -pide, seria.

Ve como Emma la mira a través de sus ojos llorosos, con la tristeza marcada a fuego en su expresión.

- Regina, yo... no puedo.

Esa distancia entre ellas, entre sus cuerpos, está matando a Emma, y el ex Alas Negras lo sabe.

- No quiero perderte -susurra el Alas Blancas, volviendo a esconder su cara entre sus manos.

Para Regina, esa es la señal para avanzar, para levantarle la mirada, apartarle los brazos y sentarse sobre sus piernas, cuidando de no abrir demasiado el albornoz.

- Dios, Regina. No puedo perderte, no quiero -sigue llorando Emma, abrazada ahora al cuerpo de su chica, que le devuelve el abrazo.

- Ssssh, tranquila -la mece la morena-. Sólo respóndeme a unas preguntas, ¿de acuerdo?

Emma asiente, agradecida por esas suaves caricias producidas por los pulgares del ex Alas Negras al limpiarle las lágrimas.

- Eso que no puedes decirme, ¿es tan importante para ti?

- Sí -responde, intentando parar de llorar.

- Si yo lo supiera, ¿me pondría de una forma u otra en peligro? Porque es lo único que se me ocurre que te pueda poner así. Eso y que te hayas enamorado de otra pers...

- No -corta Emma-. No hay nadie más. Yo... verás, sí, te... te pondría en peligro.

- Pues ya está. No quiero saberlo.

- Pero... -frunce el ceño.

- ¡Que no! ¡Que no insistas! -exclama Regina, haciéndose la ofendida, alejándose ligeramente de la rubia.

Y mira a Emma de reojo, antes de sonreír, esperando que haya funcionado.

Entonces, el Alas Blancas corresponde a esa sonrisa, con una que divide su cara en dos.

- Odio tener secretos contigo -susurra Emma, empezando a jugar con el cierre del albornoz de Regina.

- Pues, lo siento, pero eres un Alas Blancas y yo un ex General Alas Negras -ríe la morena, enterrando su cara en el cuello de Emma, besándola, acariciándola-. Los secretos están a la orden del día. ¿Tú confías en mí?

- Ajá -responde Emma, intentando concentrarse en las palabras de Regina, más que en sus acciones.

- Y sabes que yo también confío en ti, ¿verdad?

- Mmmsí -gime el Alas Blancas.

Regina sonríe más al sentir las manos de Emma sobre su piel desnuda.

- ¿Y esto? -ríe esta última, al descubrir la sorpresita.

El ex Alas Negras se aparta de su chica, deja que le termine de abrir el albornoz y, levantándole la mirada, le dice:

- La única forma que se me ha ocurrido de levantarte el ánimo.

Emma sonríe y baja la mirada, para observar sonriente ese arnés que parece ser su regalo, al que besa con cuidado, como si fuera a romperlo.

- ¿Te gusta? -pregunta Regina.

- Me encanta.

Y ya no hay palabras, sólo acciones.

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