Cap. 61 ¿Por qué... tenia que hacer semejante promesa?

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-No te vallas Yuu-chan quédate conmigo... -le pide suplicante.

Yuichiro suspira antes de voltearse a ver al rubio -no... creo que sea una buena idea Mika.

-Por favor Yuu-chan duerme conmigo, no será la primera vez, será como cuando eramos niños, siempre dormíamos juntos... -le recuerda sujetando con ambas manos la del azabache y tirando levemente de ella para que vuelva a sentarse junto a él.

Lentamente Yuichiro va cediendo, sonríe al ver la expresión infantil que puso Mikaela en su rostro en un intento por convencerlo, los zafiros brillan victoriosos cuando el azabache deja caer nuevamente su cuerpo junto a él, toma su rostro entre sus manos y une sus frentes.

-Ya... ya no somos niños... -besa su frente y vuelve a fijar sus esmeralda que brillan intensos expresando claramente sus intenciones en los zafiros del rubio que llevan como impresos en ellos los deseos de su dueño, ambos sonríen leyendo sus miradas e imaginando los pensamientos del otro, Yuichiro aprieta levemente sus labios como dudando antes de proseguir pero finalmente se sincera con el rubio -Mika... yo... yo te deseo... con todo mi ser... tanto que apenas puedo contenerme... -le confiesa casi en un susurro acariciando su mejilla y sin apartar su esmeraldas de los zafiros -y en verdad quiero cumplir con la promesa que le hice a tu padre y al mío...

-Yuu-chan... yo también deseo estar de ese modo contigo... -responde el rubio mordiendo su labio inferior mientras su rostro se va tomando en un intenso carmesí pero no aparta su zafiros de los esmeraldas y hace algo que el azabache no esperaba, se abalanza sobre él juntando sus labios y ciñendo sus brazos a su cuello, el beso es bastante intenso y demandante, cargado de deseos los mismos que Yuu leyó claramente en sus zafiros segundos antes, lo que le hace más difícil a Yuichiro el intentar si quiera rechazarlo, su razón entra en conflicto con sus deseos y es completamente consiente que claramente va perdiendo su razón ya que sin poder evitarlo o tal vez sin querer evitarlo, comienza a corresponder aquel beso mientras sus brazos envuelven el delgado cuerpo del rubio pegándolo a su pecho, toma el control de aquel lujurioso beso quitándole el aliento a Mikaela, después de unos largos segundos y sin poder evitarlo separa lentamente sus labios, ambos se contemplan jadeantes.

-Mika... ¿me estas poniendo a prueba?, mi auto control... -los labios del rubio lo silencian, mi auto control se esta yendo al carajo, piensa el azabache correspondiendo el beso que para su suerte no es tan demandante como el anterior, los labios del rubio se mueven lentos como incitándolo a que tome nuevamente el control, pero esta vez no lo hace, separa lentamente sus labios y entierra su rostro en el cuello de Mikaela mientras sus manos suben lentas por su espalda, los labios del azabache comienzan a dejar cortos besos en la clavícula del rubio, deleitándose con aquella pálida piel de terciopelo y van ascendiendo por el cuello hasta llegar a su oído, aunque se siente en el limbo el último resquicio de razón que aún le queda le grita que lo que esta haciendo esta mal, que no debe, recuerda la promesa que le hizo a sus padres y maldice internamente preguntándose ¿por qué tenia que hacer semejante promesa?, un sentimiento de culpa lo invade, pero a este punto es tan difícil detenerse, más aún cuando Mikaela deja escapar un largo suspiro y mueve su cabeza echándola a un lado para darle un mejor acceso a su cuello, siente como entierra su finos y pálidos dedos en su azabache cabello haciendo cada vez mas fino el hilo del que pende su cordura, los labios de Yuichiro sobre su piel le provocan como descargas que recorren su cuerpo llevando su mente al éxtasis -espera Mika... no quiero hacerte daño, no quiero... lastimarte... -le dicen jadeante los labios del azabache, pero la cercanía con la piel del lóbulo de su oreja a Mikaela se le antojan como suaves caricias y solo consiguen incrementar el deseo que siente de ser acariciado por el azabache.

-Yo sé que no lo harás Yuu-chan... Yuu-chan jamás me hará daño... -le susurra la voz extasiada del rubio y el azabache hace lo único que se le ocurre en ese momento, aprieta un poco más el abrazo sobre el cuerpo del rubio y cerrando sus ojos, sus labios repiten algo que el rubio no consigue oír con claridad, pero siente como su cuerpo se relaja de repente y sus parpados comienzan a pesarle, su mente poco a poco va quedando en blanco, libre de aquellos pensamientos lujuriosos y cae en un profundo sueño, sus frenéticos latidos se van serenando lentamente y comienzan a acompasarse -quédate conmigo Yuu-chan... -repite antes que su cuerpo se rinda por completo al sueño y se duerme en los brazos del azabache que deja escapar un largo suspiro...

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