123. "Volver al juego"

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Bruno

Me he quedado petrificado, todo se acabó. Tyrone me ha descubierto y lo peor, ha culpado a Heinz. Noah salto enseguida a defenderlo y yo seguí mirando, me sentí muy estúpido por no mover ni un solo dedo.

Todo terminó, no hay venganza, no hay amor. Todos se quedan con todo y yo me quedo sin nada. Tyrone no obtendrá lo que se merece, Heinz siempre elegirá a Noah y yo... Yo sólo debería morir como lo intente aquella primera vez.

Pero esta vez, nadie conseguirá detenerme, porque no dejaré que lo hagan.

Salgo fuera de la escuela, voy por la vereda y camino sin detenerme. Lloriqueando y refriego mis ojos, sin poder evitar las fastidiosas lágrimas.

Tras pasar unas cuadras, encuentro lo que necesito. Fuerzo un metal sobresalido de una pared y me aseguro de que sea filoso. Miro por en diferentes direcciones a ver si viene alguien y cuando me estoy seguro de que la calle es lo suficientemente solitaria, me corto las venas y mi sangre comienza a brotar.

Me siento en el escalón de la puerta de una casa vieja y oculto mi mano a un costado mientras sigue sangrando. Mezo mi cuerpo, vigilando que no venga nadie. Cuando la vista comienza a ser borrosa, ya no presto atención a lo que ocurre a mi alrededor.

—Al fin me iré de aquí... —cierro los ojos y siento como mi cabeza choca con el suelo.

—¿Bruno? —oigo una voz —¡Bruno...!

No escucho nada más...

~~~

Abro los ojos y me sorprendo, miro para todos lados, estando en una casa desconocida. Me siento rápidamente en aquel sillón y veo que tengo una manta que me cubre, también mi herida está vendada.

—Que bueno que despertaste, me asuste —visualizo al pelirrojo —y a mí abuela, la asustamos el doble —se ríe.

—¿Emma? —frunzo el ceño —pero... ¿Cómo?

—Llame a un médico, ¡Dah! —saca la lengua.

Bajo la vista, tímido.

—No, no me refiero a eso...

—¿Cómo te encontré? Pura casualidad, hoy salimos temprano aunque te escapaste, y yo tenía devolver un libro en una biblioteca cercana —se tira en el sillón a mi lado, así que muevo mis piernas haciendo lugar y alejandome —¡Esa es toda la historia! —finaliza poniéndose cómodo y las manos en su nuca, estiradose. Luego me mira —. Ahora dime, ¿Por qué hiciste esa locura? Así no se solucionan los problemas, deberías... —se calla cuando mis ojos se humedecen —¡Oye, no me llores, que no soy bueno para esas cosas! —se alarma.

—Es que... —una de mis ideas resurgen mis pensamientos y vuelvo al juego. Levanto la vista para mirarlo —mis padres me echaron de casa y no tengo a dónde ir...

Seguro que Heinz le dijo a todo el mundo que me iba a suicidar, estar desaparecido es como estar muerto, regresaré a jugar.

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora