Los gemelos Channy

73. No toques lo que es mío

Lía

Accedo a la amenaza de Tyrone porque no me queda de otra y lo sigo por el pasillo.

Mientras pienso como sacar a Noah de aquí, el rato pasa, un empleado me quita las vendas y las gasas, decorando mis muñecas con accesorios y entregándome otro vestido.

—¿Hace falta que me cambié otra vez con algo como esto? —bufo frustrada —quiero un pantalón...

—¿No puedes ser un poco más femenina? —se irrita y se acerca hasta mí, levantandome el rostro —¿Por qué Noah parece la mujer y tú el hombre? —se acerca a mis labios y me suelto retrocediendo, entonces sonríe —así está mejor...

Me miro al espejo, me he ruborizado, entonces levanto el puño enfadada.

—¡Calla, los hombres también se sonrojan!

Frunce el ceño.

—Obvio que sí, pero eso no quita que seas tan bruta. Baja tu mano ahora —me ordena y como ve que no obedezco agrega —o Noah pagará las consecuencias.

—Te odio... —bajo el brazo y él sonríe sintiéndose ganador.

—Que novedad —exclama con sarcasmo y camina hasta mí para agarrarme de la cintura, entonces se acerca a mi boca —ahora finge que no...

Intento retroceder mi cabeza cuando desea besarme, pero no consigo que no una su boca con la mía. Ha estampado sus labios con los míos, por eso no logro quitarmelo hasta que oímos un ruido y se separa a poca distancia de mi rostro.

—¿Interrumpo? —dice su padre al entrar en la habitación.

—Claro que no —le responde sonriente Tyrone y me doy cuenta que lo hizo a propósito.

Sabía que el padre entraría.

—Dale aire a tu novia, la tienes aquí desde ayer —expresa el hombre tranquilo —hay una reunión hoy también, traela.

El viejo cayó en su trampa.

Tyrone asiente agarrándome de la mano y nuevamente me hace seguirlo por otro pasillo de la enorme casa.

Parece que utilizan su vivienda como un salón para atender negocios también. Es muy grande ¿quién se quejaría? Aprovechan el espacio...

Por un momento quedó sola, entonces utilizo esta oportunidad para huir por el pasillo por el que vine y miro hacia atrás por si me siguen, por ello en mi distracción me choco con alguien, me sorprendo al verlo.

—¡¿Heinz?! ¿Qué haces aquí?!

—Gregor me dijo que tú y tu hermano fueron llevados a la fuerza por Tyrone, así que como la mucama me conoce, entre muy fácilmente —se ríe.

—Ah...

—Lía —me agarra de las manos y me sobresalto —siento haberme ido y comportado como un tonto. Por favor, perdóname, no me di cuenta...

No sé de qué habla... Le seguiré la corriente.

—No te preocupes, está todo bien... —sonrío ampliamente —¡Ay! —me sobresalto de nuevo cuando me abraza —oye... ¡¿Qué haces...?! —me sorprendo aún más cuando une sus labios con los míos.

¡¿Hoy me besa todo el mundo?! ¡¿Pero qué les pasa?! ¡Mis labios son míos!

—¡No toques lo que es mío! —escucho la voz de Tyrone y soy empujada hacia atrás cuando me agarra del brazo furioso, entonces dictamina —Heinz Eglesfield, me las pagarás.