248. Ha sido espontáneo

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Bruno

Tyrone une sus labios con los míos, dándome la opción que mi odio necesita. Si lo rechazo no me molestará más, pero esto es una trampa redonda, no hay salida por dónde puedan escapar mis sentimientos. Esa boca tiene el control sobre mí. Lo admito, nunca le he rechazado un beso y esta no es la excepción.

Mantiene aprisionadas mis manos, como siempre él tiene dominada la situación y cuando abro mi boca, introduce su lengua. Mis piernas se aferran a su cintura por voluntad propia y siento que me quedaré sin aire, una ferviente adrenalina se apodera de mi cuerpo.

—Copito, quiero derretirte —mordisquea mi cuello y cierro los ojos.

Voy a explotar y no hemos hecho nada.

—¿Aquí?

—Ahora —me besa y le correspondo. Pasa sus manos bajo mi chaqueta y roza la piel que se eriza al tacto —. Necesito asegurarme de que no nos interrumpan —gira su vista a la puerta más cercana y acto seguido entra hasta allí.

—Sí —me limito a decir agitado mientras vuelvo abrir mis ojos.

Estamos en el laboratorio de ciencias, pone el seguro a la entrada y me apoya sobre una de esas mesas largas.

—¿Quieres hacer un experimento Copito? —se muerde el labio inferior.

—Los experimentos déjalos para después —lo agarro de su chaqueta, tironeándolo hasta mi rostro para que me bese.

Unimos nuestros labios otra vez y rodeo mis brazos alrededor de su cuello. Baja mi chaqueta escolar y separa un segundo para quitarme la remera.

—Eres un copito chiquitito —expresa acalorado y regresa a chuponear mi cuello.

—Tú y tus copos de nieve me tienen podrido —me quejo.

Se ríe.

—Espero que lo vayas a buscar pronto —habla del prendedor.

—Lo iré a buscar cuando se me dé la gana ¡Ay! —grito cuando agarra mis muñecas y las empuja contra la mesa —agresivo —hago puchero.

—Pero si te encanta —sonríe de lado —. Ahora escuchame, quiero que lo traigas otra vez.

—Quizás —sonrío y parpadeo varias veces de manera coqueta.

—No me hagas ojitos que me enciendo como un toro —desata el botón de mi pantalón rápidamente.

—¡Esto es trampa, estoy semidesnudo y tú no! —pataleo como niño pequeño y caprichoso.

—Ah perdón, error mío —se saca la chaqueta junto con su remera, así puedo deleitarme con su ardiente torso.

Listo, mis ojos ya están contentos ¡Que buenas vistas!

Me abraza y besa mi abdomen. Mis manos sueltas aprovechan para acariciar el delicioso tacto de su piel.

—¿Qué estás tocando Copito? —expresa de manera pícara.

—Esas cosas no se dicen.

—Te voy a castigar —me baja el pantalón y mis zapatillas caen al suelo. Lo tira hacia atrás y rápidamente agarra mi bóxer —mierda, ya me excite de más —mueve mi cuerpo hacia un costado y me levanta la pierna, apoyándola en su hombro —Copito, te tengo justo dónde quería —se relame los labios y se empieza a desatar su pantalón.

Que calor.

Me agarro con fuerza de la mesa cuando baja su prenda interior y acto seguido se introduce en mí. Mis dedos presionan la tabla en la que mi espalda se apoya, cuando empieza a moverse.

—Copito...

Me quiere partir en dos, lo sé. Aunque de todas formas ya no importa, ya que sin querer, sin siquiera darme cuenta, lo perdone. Ha sido, espontáneo.

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora