236. Está encerrada

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Lía

Entro a un cuarto vacío dónde me empuja Linzy, cuando le dije que aceptaría ponerme el maldito vestido, por culpa del irritante cuchillo en mi cuello. Al menos no me anda mirando mientras lo hago o eso creo. Observo la puerta que cerró con llave y espio por la cerradura, aunque no logro ver nada. Reviso las ventanas que están selladas con maderas y eso demuestra que la loca se lo pensó todo.

¡¿Cómo voy a escapar?!

Es evidente que si la ventana está así, la puerta de salida seguro también.

—Estoy esperando —exclama en un tono cantarín.

Miro el maldito vestido floreado y me titila el ojo ¡¿De en serio?! No puedo ponerme esto, esto es de princesitas, ese tipo de chicas que se visten como muñequitas y se hacen las guapas, como bobas. Hasta preferiría ponerme el vestido atrevido que Tyrone me hizo usar cuando me secuestro.

Me secuestro... ¡¿Acaso soy fácil de secuestrar?! O peor ¡¿Me pueden vestir a su antojo?! Esto es el colmo, no lo soporto ¡¡No soy una muñeca!!

—¿Terminaste?

La mataré, juro que la mataré.

Aunque si lo pienso bien, la que va a asesinarme es ella. Ya lo demostró cuando me tiró por las escaleras cuando la contradije. Tengo que hacer tiempo para descubrir cómo escapar. Rápidamente me pongo el maldito vestido y me sobresalto cuando me estoy atando la tirita, percatándome de que Linzy entra.

—Oh Dios Chiquitita, la alta calidad te queda —apoya las manos en sus mejillas estando emocionada —mira que linda estás, bella, hermosa ¡Beautiful!

—Asquerosamente estúpida —digo irritada.

Ríe.

—Que va, estás preciosa. Te ves completamente adorable, lo que no ven los demás en ti, yo lo noto a un millón de kilómetros —continua alegré moviendo las manos si diera un discurso de grandeza.

—Lo siento, llegaste tarde, Gregor ya me vió primero —. No sé, tenía ganas de irritarla, no es justo que yo sea la única sufriendo —así que no te creas especial —agrego y al fin frunce el ceño —¿Qué? ¿Te dolió? —sonrío.

—Que mal te portas —hace un sonido con su lengua y mueve la cabeza como negando —pero entiendo —vuelve a sonreír —tu heterosexualidad te está nublando, no comprendes que aquí no está Gregor, cariño —chasquea los dedos —solo yo.

—¿Tú quieres que vomité? —hago cara de asco.

—No, quiero que sepas, que no vas a salir de aquí, nunca. O sea que sólo estamos tú y yo, para siempre —aplaude.

Me cruzo de brazos.

—Escaparé o alguien vendrá, tarde o temprano.

Sonríe con malicia.

—¿Segura? Sólo hay una persona que sabe dónde encontrarnos y lamentablemente para ti, ella también está encerrada.

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora