243. Emily Connelly

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Dan

Estamos aquí reunidos para separar a esta pareja. Paso por al lado de dos tortolos y miro a la chica haciéndome el indignado.

—Así te quería agarrar, me engañaste con este —lo señalo —¿Sabes qué? No quiero verte nunca más, zorra —me voy y comienzan a discutir.

Es ese es mi poder de persuasión.

—No hagas eso —dice Noah el primero que me alcanza —. Deberías deciles la verdad y disculparte.

—Se nota que estás bien acostumbrado a correr, inocente Noah —opino mientras sigo caminando.

—¿Qué plan malvado estás por hacer? No metas a mi hermana en más líos —frunce el ceño aunque esa carita no intimida a nadie.

—Tu hermana se mete en líos sola, después de todo es Lía —me río —. Exelente nombre para la culpable de toda mi diversión. Después de todo, si ella no hubiera tenido la gran idea de su intercambio, las cosas hubieran sido muy diferente —lo miro sonriente —. Porque obviamente sería imposible que haya sido tu idea, el niño cobarde aún está aquí —me burlo señalándolo y me mira mal —. Auch ¿te dolió? Lo siento, es mi especialidad —vuelvo a reír.

—Eres malo y egoísta...

—Ay, el nene va a llorar, así nunca conseguirás nada —le aclaro y se refriega los ojos.

—¡No es a propósito!

—¿Sabés? Mi hermana menor decía lo mismo —me quedo tildado —. Eso fue muy turbio, hasta para mí. Sí, no lo voy a volver a decir —exclamo para mí mismo.

—¿Tienes una hermana? —exclama con curiosidad y me mantengo callado —. No sabía, ¿Cómo es? ¿Se llevan bien?

—Sí, con los fantasmas uno se lleva muy bien —exclamo sonriendo.

—¡¿Fantasmas?! —se asusta.

Frunzo el ceño.

—No te tomes todo con tanta exageración, era sarcasmo.

—Perdón —hace puchero —. Pero no entendí.

Ruedo los ojos.

—Que está muerta.

Se pone a llorar.

—Eso es muy triste.

—Hace años, estúpido.

—Sigue siendo triste —se refriega los ojos y sigue lloriqueando.

—El mundo es así, supéralo.

—Por eso no veo las noticias —niega con la cabeza y luego levanta la vista —Dan.

—¿Qué?

—¿Cómo se llamaba tu hermana?

Levanto una ceja.

—¿Para qué quieres saber eso?

—Para visitarla y dejarle una flor —sonríe.

—Nadie ha visitado su tumba en años, a esa lápida hasta seguro se le borró el nombre.

—¡Ya dímelo! —agita la mano.

—Emily Connelly, ¿contento?

Que insoportable.

—¡Sí! —grita feliz y se va corriendo a la entrada del hospital cuando estamos llegando.

—¿Qué le pasa?

Me quedo tildado mirando en esa dirección, hasta que giro mi vista al cielo. Hace mucho que no pensaba en ella, eso está muy mal. Observo el libro que siempre tengo en las manos, lo que representa es la familia, esa que está destruida.

¿Qué quiero de este libro? ¿Qué quiere Emily? ¿Qué pasa con mamá? ¿Con la justicia?

Con papá... Mientras él siga existiendo todo continúa igual. Aunque está prófugo, está presente.

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora