Los gemelos Channy

191. Depende lo que decidas

Gregor

Corro alrededor de la cancha del patio y respiro agitado. En estos momentos, maldigo el día que comencé a fumar, pero eso ya no importa.

—¡¿Ya puedo detenerme?! —le grito al profesor.

—¡No, tú sigue corriendo!

—Maldito viejo... —murmuro.

—¡¿Qué dijiste?!

—¡¡Nada!! —le respondo y aumento la velocidad.

¡¿Pero cuanto oído tiene?!

Visualizo a Noah volver de ir a buscar a Tyrone, así que aprovecho, teniendo una excusa para dejar de correr y me acerco hasta ellos.

—¡¿Cómo qué no va a venir?! —le grita y el rubio se tapa los oídos asustado.

—No... no se encontraba bien... —le responde nervioso —mejor llamelo otro día.

—Te bajaré la nota más de lo que ya la tienes.

—¡Ay, pero no es mi culpa! —busca auxilio y observa a otra dirección —¡Haz algo Bruno, tú convence a Tyrone! —mira al morocho que deja las cajas y frunce el ceño.

—¿Eres mi amigo o mi verdugo? Si Tyrone se siente mal, que se pudra, él se lo busco solito —exclama arisco y vuelve a ponerse a ordenar.

—No seas malo, estaba llorando.

Oigo detenidamente lo que dice Noah, aunque el profesor no creo que lo haya escuchado.

—Dejen de discutir y alguien que me arreglé el problema —se queja el hombre.

—Yo voy —aclaro y todos me miran como "¿De en serio?".

De todas formas alguien tiene que ir. Además, no soy un desalmado. A pesar de que estoy enojado con él, eso no quita que me preocupe.

Lo busco y lo encuentro rápido. Sé perfectamente dónde hallarlo cuando no se siente bien. Los privilegios de conocernos desde la infancia.

—¿Qué haces? —le digo viéndolo sentado detrás de un arbusto —creí que te gustaban los deportes, sacas adrenalina.

Sus ojos grises se levantan a verme y frunce el ceño.

—¿Tú también?

Sonrío.

—No finjas, sé que te encanta verme.

—Por mí se pueden morir todos, incluído tú.

—Si nos morimos todos, te quedarás sólo —me siento a su lado.

—¿Y cual sería la diferencia? —expresa seriamente.

—¡Puf! Caíste al fondo ¿Qué pasó? —me río.

—¿Por qué no te vas a reconquistar a tu novia y me dejas en paz?

Frunzo el ceño.

—No te metas en dónde no debes —. Aunque sé que lo hace a propósito para que me vaya —. Siempre alejas a las personas así, no deberías...

Sonríe.

—Admítelo Gregor, si yo no estuviera, todo sería más fácil.

—No creo —saco un cigarro de mi bolsillo —, no me hubiera gustado estar completamente solo en mis épocas oscuras —agarro el encendedor y enciendo el cigarrillo —si no hubieras venido, quizás yo no estuviera aquí, yo te debo mi libertad.

—No me debes nada, amigo. Si es que aún me me dejas llamarte así.

—Puede ser —inhalo y exhalo el humo —todo depende de lo que decidas —lo miro —¿Estás de mi lado o en mi contra?

Gira su vista a observarme.

—Nunca quise estar en tu contra, es sólo que no puedo controlarlo.

Sonrío.

—Lo sé, pero la amistad se basa en la confianza, así que empieza a hablar.

—Eso sonó muy cursi —se ríe.

—Sí, eso también lo sé, soy todo un romántico.

Mira hacia adelante sonriente.

—No me hagas vomitar —luego se pone serio —pero vale, te contaré.