126. "Paraíso no perfecto"

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Bruno

Tomo del gran vaso de vidrio, lleno de chocolatada y miro las fichas sin dejar de beber. Apoyo este en la mesa y me quejo.

—¡Hiciste trampa!

Emmanuel se ríe.

—No es verdad, es que soy muy bueno en este juego.

—¿En este y todos los que siguen? —levanto una ceja.

—Te dije que soy un experto en juegos de mesa, nadie me gana —levanta la cabeza con altanería.

—¡Ah, ya no quiero jugar! —apoyo la cabeza sobre la mesa.

Se levanta de su silla, agarra los vasos y se dirige a la cocina. Me mantengo en la misma posición y saco el copito de mi bolsillo.

Ya han pasado días y pensar que todo se fue al tacho. Aparentar ser desaparecido no es tan difícil, nunca pensé en usar a Emma para eso, aclaro que sí iba a meterlo en una idea loca, pero en esta creo que ya me pasé. Si mis padres llaman a la policía, los meteré a él y a su abuela en un problema.

Frunzo el ceño mirando el prendedor pensando en Tyrone.

—Tú eres el único culpable y no te haces cargo de nada. Estúpido, te odio.

—¿Con quién hablas? —regresa el pelirrojo a sentarse a su silla.

—Con mi conciencia, supongo.

—¿Debería intentarlo? —se ríe y mira hacia arriba —¡Estúpida conciencia, llévame por el buen camino y hazme tener buen juicio! —vuelve a mirarme y sonríe —¿Así? ¡Ah no, espera! —vuelve a observar su techo —. Y por favor, déjame decir estupideces, eso trae felicidad —se ríe y regresa a observarme —creo que ahora sí —hace una amplia sonrisa y entonces yo también me río.

—Espero que no te estés burlando... —hago puchero.

—No, para eso están Román y Alía —habla de sus amigos —. Que por cierto, deberías ir a la escuela, preguntaron por ti.

—Estoy pensando... —aclaro confundido.

—Sí, pero no abuses de mi hospitalidad porque que te asesinaré con este tenedor —levanta un cubierto.

—¿Qué haces con eso en el bolsillo? —me río otra vez.

—Por protección, una vez me atacaron en el metro —lo mira —las mujeres llevan gas pimienta, yo tenedores.

—Genial —sonrío ampliamente.

—Ahora vuelvo, debo limpiar —regresa a levantarse.

—Creí que lo habías hecho...

—¡Sí, la mitad! Soy un desastre... —agarra la escoba y lo veo irse. Guardo el prendedor en el bolsillo cuando suena el timbre —¡Fíjate quién es! —me pide desde el cuarto y amablemente le hago caso.

Miro por la ventana y quedo sorprendido. Con su aire de matón y las manos en el bolsillo, Tyrone está parado en la puerta.

Maldición, el paraíso no podía ser perfecto... ¿Cómo me encontró?

Los gemelos ChannyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora