NARRADOR OMNISCIENTE:
—¿Por qué me haces esto? —recordó haberle preguntado Ethan a la mocosa frente a él.
Y ahora que lo pensaba detenidamente, no tenía ni la menor idea de qué fue lo que lo motivó a hacerle eso a esa niña.
¿Por qué la besó?
Y no sólo una vez, ¡sino dos! Mentiría si dijera que no le gustó; «joder, los labios de aquella pequeña... carnosos y... rosados, sabían tan bien» pensaba.
No lo entendía. Esa mocosa le era molesta e irritante, tal y como un chicle que se pega a la suela de tu zapato y que te es imposible retirarlo de allí por lo adherente y resistente que es. Owen era así, un chicle, siempre estaba tras él, fastidiándolo, poniendo sus pensamientos de cabeza, al igual que no desistía de alejarse de su lado; pero debía de admitir que el sabor de ese chicle fue exquisito e intrigante y no le molestaría volver a mascarlo.
La niña había caído dormida bajo él. No le sorprendió, a decir verdad desde que llegaron al motel la mocosa se había estado balanceando de un lado para el otro, atontada, sin olvidar mencionar el que arrastraba las palabras al hablar y mostraba sus emociones con facilidad. Como cuando el pelinegro le dijo esas mentiras sobre ella: el que era una zorra.
Aún seguía sin entender porqué sacó eso a la conversación, si es que eso se consideró una conversación. Había algo que sentía... Algo enigmático e incómodo cada vez que observaba a aquella niña, y el gritarle todas esas palabras en su cara fue lo mejor que se le ocurrió hacer al tratar de alejar todas aquellas "emociones" que albergaba en su interior y que aún le eran incomprensibles.
Él la odiaba, sin embargo, había algo en ella que le recordaba tanto a su madre.
El carácter de aquella chica era fuerte y persistente. Su oscuro cabello junto a sus profundos ojos y respingada nariz eran otras de las cosas que le hacían recordar a su madre. Porque Owen era igual a ella. La mamá de Ethan no se rendía con facilidad. Era terca, pero tan terca, que llegaba a sacar a su padre de los estribos.
Y allí estaba esa niña, frente a él. Profundamente dormida, con su melena extendida sobre la cama. Sus largas y oscuras pestañas lo dejaban patidifuso. Sus labios entreabiertos, junto a su respiración apacible lograban despertar algo en él, algo oscuro y perverso.
Tragó duro, antes de ponerse de pie, alejándose así de ella. Podía escuchar el latir de su corazón desde esa distancia, junto a su sangre correr por sus venas, y eso... lo hacía sentirse excitado.
Ethan era mitad humano. Jamás vio a su padre consumir carne humana, no sabía si por el hecho de que su esposa -la madre de Ethan- era una humana, o por la simple razón de que él no lo hacía.
¿Que si sentía curiosidad por probarla?
Claro.
Estaba en su sangre. En sus instintos. Ethan podía ser mitad humano y mitad tritón, sin embargo existía la tentación y el deseo.
El pelinegro apretó la quijada, dominando sus instintos como siempre solía hacerlo, pero últimamente con mayor dificultad, e inhalando y exhalando fuertemente, dilatando sus fosas nasales, trató de olvidarse de aquellos impulsivos pensamientos y dormir.
[...]
NARRA GRACE:
Me encontraba encerrada en mi habitación, hablando por Skype con Owen.
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S U M E R G I D A
Teen Fiction¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...