NARRADOR OMNISCIENTE:
El sonido de las trompetas inundó el salón de baile, llamando la atención de todos los presentes.
Christopher estaba allí, a lo alto de las escaleras, vistiendo un uniforme de gran etiqueta del ejército, pulcro y elegante; guerrera azul con tirilla y puños blancos; pantalón negro, al igual que sus refulgentes zapatos, y junto a unos guantes blancos.
Usaba una capa roja cual rey de película. Su imagen tan imponente y memorable resultaba ser algo tan... irreal, algo tan... quimérico.
El rubio miraba directamente a los ojos de la joven Grace, quien le veía atónita y pasmada. Christopher sonrió, curvando solamente las comisuras. Su postura demostraba confianza, determinación, firmeza, valor... Sin embargo, sus ojos... Sus ojos demostraban algo distinto. Éstos demostraban amor.
Amor por Grace, por su mujer, a la que amaba.
Estaba tan feliz de que ella estuviera allí, junto a él. Podría ocurrir cualquier cosa y a Christopher no le importaría, todo mientras Grace estuviese a su lado.
—¡El príncipe, Christopher Hillman II! —vociferó uno de los hombres uniformados, de los que habían sonado las trompetillas —. ¡Ha llegado! —la postura del soldado era firme, y de expresión impasible —. ¡Se dará inicio a la coronación!
El rubio soltó un suspiro, ignorando al vasallo a su lado, totalmente embelesado. No era su culpa sentirse de aquella manera, Grace se veía mucho más hermosa aquella noche que en cualquier otra. Deseaba llegar a ella; tocarla, abrazarla, besarla, y hacerle cosas de las que únicamente él sabía en su conciencia.
Pero debía de esperar.
Debía de ajustarse a lo ensayado. Caminar hasta el trono, escuchar el discurso de sucesión de la corona, decir sus palabras, para después finalizar con saludar a los invitados.
Iba a ser una noche muy larga.
***
NARRA GRACE:
Christopher me sonrió, cosa que logró robarme el aliento. El rubio comenzó a descender por las escaleras, peldaño por peldaño. Su larga capa roja se arrastraba por las escaleras. Aquella escena era algo indescriptible, estaba viviendo un hecho que sería historia.
La gente abrió paso, creando un camino libre y recto para Christopher hacia el trono, en la plataforma.
Quedé muy atrás, con esfuerzo apenas y podía verlo, parándome de puntillas claro.
—Cuánto ha crecido —escuché a un par de señoras hablar entre ellas.
—Lo sé, se ha convertido en todo un hombre, igual que su padre.
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S U M E R G I D A
Ficção Adolescente¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...