NARRA OWEN:
—¡No te detengas! —me gritaba Ethan, obligándome a golpear más fuerte el saco, sin parar.
Me encontraba en el gimnasio, completamente sudada. Mi respiración era dificultosa, puesto que ya estaba exhausta de tanto practicar.
—Ethan, ya no puedo más, paremos aquí —murmuré como pude, mis golpes hacia el saco eran cada vez menos fuertes y lentos.
—Tu eres la que veniste aquí he hiciste de todo para que yo te entrenara y ¿ahora no me obedecerás? —pude jurar ver un brillo malicioso en su mirada, como si se estuviera vengando de mí por alguna razón que desconocía.
Lo escruté con la mirada y continué golpeando el saco fuertemente.
Los demás chicos en el gimnasio en ocasiones volteaban a vernos por curiosidad.
Ethan se estaba desquitando conmigo y eso era completamente evidente. Desde que tuvimos esa pequeña discusión en mi casa y él terminó marchándose de allí, algo cambió entre nosotros.
Admito que fui una estúpida aquella vez. No sé en qué estaba pensando, y mucho menos sé lo que pasaba por mi mente al haberle dicho esas cosas a Ethan en su cara, como que mi madre y él eran tan compatibles y todo eso.
Fui una completa inmadura y después de meditarlo bien, me di cuenta de lo imbécil que fui. No puedo creer que haya dicho algo tan infantil como eso.
Es obvio que para Ethantodo aquel escenario en mi casa, junto a mi madre, fue algo nuevo. Bueno, no del todo nuevo, fue más bien como recordar algo que él llegó a tener alguna vez, pero que por azares del destino se le vio arrebatado sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.
—Ethan, déjala descansar —se acercó Wells a nosotros. Podía sentir su mirada cargada de angustia sobre mí —. Lograrás que se desmaye.
—No te metas en lo que no te incumbe, Wells —escupió el pelinegro con expresión inescrutable —. Yo decidiré cuándo es que puede tomar un descanso.
—Estás abusando de tu autoridad, Ethan —insistió el alto, manteniendo su postura imponente.
—Wells —solté, sin dejar de golpear el saco —, está bien. Yo puedo con ésto.
Sentí la mirada del albino sobre mí, para consiguiente irse después de unos segundos, no del todo convencido.
La tarde que fui junto a Jess, Mako y Wells a ver los tiburones blanco, se convirtió en una de las mejores experiencias que podré tener en mi vida. Sin embargo el haber faltado esa tarde al entrenamiento con Ethan me estaba costando caro.
El pelinegro no se molestó en preguntarme porqué me ausenté aquel día, pero pareciera que el entrenamiento del que me perdí esa vez estaba obligándome a recuperarlo y juntarlo con el de el día de hoy, teniendo que esforzarme así al doble.
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S U M E R G I D A
Novela Juvenil¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...