— Perdóname... —alguien me susurraba al oído... Huele bien. Una dulce y cálida sensación empecé a sentir en mi mejilla derecha. Una voz gruesa y ronca, que suplicaba por mi perdón. — No quería que nada de esto sucediera... —continuó, con arrepentimiento.
Abrí mis ojos, despertando de lo que yo creí era un sueño. El susto que me llevé al darme cuenta que aquella persona que me hablaba estaba de pie a mi lado, acariciando suavemente mi mejilla con su pulgar, como si de la piel de un bebé se tratase, tan delicadamente.
Con la poca luz de la luna que entraba por la ventana de mi cuarto vislumbré el rostro de aquella persona, era un chico de eso estaba segura, sin embargo mis ojos no me permitieron ver sus rasgos con claridad por la escasez de luz.
El chico, al percatarse de que me desperté, alejó su mano de mi mejilla como si le quemara.
Me quedé estática en mi lugar, estaba tan sorprendida que no sabía qué hacer, mi mente estaba en blanco para poder reaccionar. ¿Se trataba de un ladrón? ¿Que ladrón suplica por el perdón de sus víctimas? Y ¿cómo rayos llegué a mi cuarto de la casa de mi abuela? Seguramente Raymond me trajo hasta aquí cuando llegamos del recorrido en el barco de mi tío.
Quité las sábanas de mi cuerpo que me arropaban, con rapidez y me puse de pie lo más pronto que el dolor en mi herida me permitiera.
Sentía la mirada de aquél individuo sobre mí, observándome con curiosidad y grabando cada parte de mi ser en su memoria.
— ¿Quien eres? —me atreví a preguntar, con cierto temor, no podía ver su cara por la oscuridad de la noche. — ¿Qué quieres? —continué, antes de que pudiera siquiera contestarme la primera pregunta.
— Lo siento... Por favor, perdóname. —siguió suplicando, con aquella voz quebrada.
...
Despierto en mi habitación, en la casa de mi abuela. Con mi respiración agitada, como si hubiera despertado de una pesadilla y así era. ¿Todo fue un sueño? Se sintió tan real... ¿Por qué soñé eso? No recuerdo nada después de que aquél chico me pidiese perdón nuevamente... ¿Por qué suplicaba por mi perdón? No lo entiendo.
— ¡Grace! Ya despertaste... —dijo mi papá, abriendo la puerta de mi habitación. —¿Cómo sigues?
— Bien, creo. —le contesté, al mismo tiempo en que trataba de ponerme de pie de la cama para disimular. Quité las sábanas de mis piernas y me levanté de la cama normalmente, sin sentir dolor alguno en mi herida, algo que se me hizo extraño, ayer empezó a doler un poco pero ahora no siento nada.
— Bien. El desayuno está listo, ven pronto, se enfriará. —dijo mi papá con una sonrisa de alivio en el rostro. — Y tu madre y yo tenemos que decirte algo. —continuó, volviéndose serio de repente.
— Si, enseguida bajo. —le repliqué. Cerró la puerta de mi cuarto nuevamente dejándome sola.
Suspiré. Me daba tanta curiosidad ver mi herida, ya no dolía como ayer, es más, ya no sentía nada, ni siquiera un pequeño dolor o una punzada al moverme. Decidida empecé a retirar la venda con cuidado, dándole vueltas sobre mi pierna, al terminar de retirarla mis ojos se abrieron como platos al observar que ningún rastro de la herida, ni siquiera una cicatriz se encontraba allí, solo la marca que apareció mágicamente cuando tuve ese accidente de pequeña. ¿Cómo era esto posible? De verdad creí que dejaría cicatriz.
Pasé mis dedos sobre mi antigua marca, tratando como siempre de sentir su textura o algo en señal que no formaba parte de mi piel, pero no era así, sino todo lo contrario. A mi parecer era un símbolo, muy extraño pero original. Y siempre estaba la pregunta: ¿Cómo rayos llegó allí? No lo sé.
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S U M E R G I D A
Roman pour Adolescents¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...