NARRA GRACE:
Christopher y yo nos encontrábamos en su yate. Mi cuerpo aún temblaba un poco por la conmoción del momento, mas traté de calmarme.
El rubio se puso de pie y me extendió sus manos para que las tomara, ayudándome así a pararme, con cuidado.
Respiré hondo. Había dejado de llover y aquellas nubes grisáceas desaparecieron, dejando ver nuevamente el cielo azul y al cálido sol.
—Ya que estamos aquí... —habló Christopher, rascándose la nuca —me gustaría que intentáramos algo. Honestamente, había estado pensando en hacer esto contigo desde hace un par de días, pero no sabía cómo... decírtelo.
—¿Qué cosa? —solté una risa, aún siendo sujetada de las manos por él.
Sus ojos se iluminaron ligeramente y una sonrisa tímida brotó de sus labios.
—Espera aquí.
Con eso dicho, rompió aquel agarre entre nuestras manos, dejándome una sensación incómoda e inquietante; y se dirigió dentro de la cabina, un tanto apresurado.
Una ráfaga de viento azotó mi cuerpo, pero uno agradable, despeinando aún más mis cabellos. Volteé hacia el mar, justo hacia alrededor del yate. No había nada. No se podía apreciar tierra firme por ningún lugar. Sólo había agua, mucha agua.
Un escalofrío me recorrió la espina dorsal al darme cuenta de ésto. Estaba sola, junto a Christopher, en medio del océano.
En eso, escuché algo detrás de mí que me obligó a voltearme para ver con mis propios ojos de qué se trataba. Era el rubio, con algo entre sus manos.
—¿Qué? —susurré, pasmada.
—Úsalo, por favor —me lo extendió Christopher, hablándome cariñosamente.
¿Qué diablos iba a hacer yo con eso? ¿Qué esperaba que hiciera?
[...]
NARRADOR OMNISCIENTE:
El clima aquel día había tomado giros inesperados, por la mañana estaba soleado, como cualquier otro día en verano, al medio día comenzó a nublarse y sin tardar mucho comenzó a llover, cayendo hasta truenos y un viento azotando el lugar como nunca antes, sin embargó luego todo se apaciguó y volvió a hacerse soleado, como si nada hubiera pasado. Y estos cambios tan drásticos, radicales e increíbles son los que describían el carácter de Raymond a la perfección, justo ahora.
Por un momento el joven se encontraba furioso, al recordar la reacción de sus primos, sobre todo la de Grace al enterarse de que era adoptado, pero luego se sentía arrepentido por estarla evitando y a los demás chicos también. Por momentos pensaba en que tal vez estaba exagerando con aquella actitud suya, pero después volvía en sí y se convencía de que no desistiera.
ESTÁS LEYENDO
S U M E R G I D A
Roman pour Adolescents¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...