NARRADOR OMNISCIENTE:
—¡Vamos mamá! ¡Cómpramelo, por favor! —le rogaba aquella niña de cabellos castaños a su madre, mostrando su labio inferior en señal de súplica como último recurso.
—Ya te dije que no, Grace —volvió a repetir su mamá con un deje de frustración —. Ahora devuelve eso a donde estaba.
Ambas, madre e hija, se encontraban en las cajas registradoras de una tienda un sábado en la mañana comprando la despensa y demás cosas que hicieran falta en la casa de la abuela de Grace donde se hospedaban solo durante las vacaciones de verano.
WAL-MART era un lugar muy grande, lleno de gente y cosas interesantes que ver, había área de ropa, zapatos, jardinería, cocina, refrigerios, mascotas, entre otros y al final, pero no menos importante, una sección de juguetes. Lástima que la pequeña Grace no estuviera interesada del todo en esa área, sino en la que se encontraba justo al lado de ésta, una sección de libros.
Desde pequeña Grace mostró interés en la lectura. Le gustaba que su madre le leyera antes de dormir. Era muy exigente, no leía nada que no fuera romance, donde la pareja tuviera siempre un final feliz. Podrían ser sus personajes reinas, princesas, príncipes, animales, personas comunes, hadas, monstruos, no importaba mientras que cumpliera con aquella norma mencionada anteriormente.
—Por favor... —insistió nuevamente la niña, viendo con ojos suplicantes a su madre —. ¡Hoy es mi cumpleaños!
—¡Grace, no me hagas enojar! —le gritó su mamá en respuesta, ganándose miradas desaprobatorias de algunos clientes de la tienda —. ¡Y ya te dimos tu regalo ayer solo porque insistías demasiado!, ¿que no lo recuerdas?
La pequeña, designada, se encaminó al área de libros dispuesta a devolver el cuento que había tomado de uno de los estantes.
Justo cuando iba a acomodarlo en su lugar una mano se posó en aquel objeto, tomándolo. Grace se estremeció y rápidamente volteó a ver a aquel sujeto que no había podido esperar a que ella devolviera el cuento en su lugar para agarrarlo.
A su lado yacía un chico, lo primero que pudo notar fue la diferencia de estatura entre ambos, él era más alto notablemente.
—Hola —dijo de pronto aquel niño, con una sonrisa amistosa en el rostro —. ¿Querías esto? —le preguntó, sin ningún indicio de cuáles eran sus intenciones con ella.
—Sí —respondió Grace sin más, con un poco de desconfianza. ¿Quién era ese chico? ¿Qué quería?
—¿Te gusta leer? —volvió a hablar, la verdad es que la pequeña ya se estaba empezando a incomodar, su madre la estaba esperando, no debía de tardar demasiado, además de que desde que tenía consciencia siempre le decía que no debía de hablar con extraños, y se encargaba de recordárselo siempre. Pero éste era un caso ambiguo, se trataba de un chico, ¿qué es lo que podría pasar?
—No debo de hablar con extraños —le pareció correcto responder, antes de marcharse de allí.
—Espera, entiendo. Eres muy inteligente —se apresuró a decir el joven —. Pero, yo no soy extraño ¿o sí? —hizo una mueca de chico cuyos sentimientos habían sido heridos; su pregunta la hizo reír e inevitablemente se dibujó una sonrisa de nuevo en la cara del joven—¿Eso es un sí?
Grace negó con la cabeza, controlando su risa para luego retomar su camino para ir con su madre pero antes de que pudiera alejarse lo suficiente escuchó la voz del chico a sus espaldas:
—Feliz cumpleaños, Grace.
Al principio la pequeña se sorprendió, ¿como podía ser posible que un extraño supiera la fecha de su cumpleaños? ¿La habría escuchado antes cuando discutía con su madre?
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S U M E R G I D A
Novela Juvenil¿Creen conocer todos los misterios de nuestro mundo? Permítanme decirles, con su debido respeto, lo rotundamente equivocados que están. Adéntrense en este relato, únicamente aquellos que de su ignorancia deseen salir. Descubran cómo dos especies, n...